MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

REPORTAJE | La desigualdad en San Miguel Espejo

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Puebla es un estado lleno de historias y leyendas, con calles y casas de colores, y ricos aromas que uno encuentra en cada esquina; esos son, sin duda, los recuerdos que uno guarda de este bello lugar. En Puebla existen diversos lugares llenos de historia, lugares que al visitarlos nos llenan de nostalgia y que representan un México trabajador con ganas de salir adelante, a pesar de las adversidades.

Hablaremos de un caso en particular: San Miguel Espejo, ubicado a 15 kilómetros de distancia del centro histórico de la capital poblana y que tiene cuatro mil habitantes. La agricultura es la principal fuente de trabajo, aunque en la mayoría de los casos solo es para autoconsumo, cuestión que los obliga a salir a otros lugares en busca de un empleo; el 75 por ciento de su población es de origen indígena, el promedio de escolaridad es de 6.62, con en 8.80 por ciento de analfabetismo; además la falta de infraestructura es evidente.

El camino que se transcurre para llegar hasta esta comunidad está ambientado por campos de cultivo llenos de un verde radiante; la carretera, que hasta hace unos años atrás era impecable y muy iluminada por las noches, hoy ha cambiado, está en mal estado, baches que por falta de mantenimiento se han vuelto abrir o han salido nuevos, las más de 100 luminarias que se habían colocado fueron robadas, como consecuencia de esto, la inseguridad aumentó. Así lo comentaron los habitantes de San Miguel Espejo. 

A pesar de ser una zona muy cercana a la capital, este lugar tiene un gran rezago social, al ser una zona totalmente rural, se puede ver el estado de olvido por parte de las autoridades. El puente que antes servía para dar paso a personas y animales, hoy se encuentra deteriorado, y con un alto riesgo de que ocurra una desgracia; las viviendas humildes que resguardan a la gente trabajadora, en su mayoría las calles están en mal estado, algunas sin pavimento y por su ubicación geográfica, en tiempo de lluvias la corriente que baja de la Malinche, perjudica el andar de los mismos pobladores; además de no contar con agua potable, solo el 27.86 por ciento de las viviendas cuenta con agua entubada porque, a pesar de contar con la red hidráulica, el agua no llega hasta las viviendas, situación que los obliga a comprar pipas de agua que valen entre los 450 y los 600 pesos.

San Miguel Espejo se encuentra a los límites de Puebla y Amozoc, por lo cual en los últimos años se ha vuelto un lugar donde la inseguridad ha tomado terreno, dejando a los habitantes a su suerte, provocando desconcierto ante la falta de vigilancia e incertidumbre de que en cualquier momento alguien pueda ser víctima de algún acto ilícito.

La señora María Benita Comisario Luna habló sobre las múltiples carencias que tienen. “Yo nací aquí y hemos visto cómo pasan los años y todo sigue igual, aquí no hay trabajo, somos personas de campo pero en los últimos años hemos dejado de recibir apoyo del gobierno, aquí hace falta mucha infraestructura, las calles cuando llueven parecen ríos, este puente que sirve para llegar al pueblo está a punto de caerse, tenemos muchas necesidades, de qué sirve tener un pozo si el gobierno no ha autorizado que nos den agua, la clínica que tenemos cerca está en Santa María Xonacatepec y por falta de personal médico nunca nos atienden, por ejemplo: el caso de mi vecina que hace no mucho tiempo la mordió una víbora, fue a atenderse y la regresaron a su casa, le dieron cita una semana después”. 

“Otro problema son las escuelas, desde preescolar hasta bachiller están en muy malas condiciones, se han podido mantener de pie gracias al mantenimiento que le damos los padres de familia, aún así la mayoría de las tienen alto riesgo de caerse, pero eso al gobernador no le interesa, hemos ido a solicitar apoyos, y la respuesta que recibimos siempre es negativa, solo voltean a vernos cuando son elecciones, ahí sí existe San Miguel Espejo. El pueblo ya está cansado, solo pedimos que nos hagan justicia social y vengan a ver todas las necesidades que tenemos como sociedad”.

Doña Benita argumenta que ya no hay paz, que todo el tiempo viven con el temor de no saber qué pueda ocurrir en el pueblo, que en días pasados encontraron otro cadáver y que además San Miguel Espejo se ha convertido en el lugar favorito de la delincuencia; pide que tanto el alcalde Eduardo Rivera y el gobernador Miguel Barbosa volteen la mirada a San Miguel y ayuden a esta comunidad que desde su nacimiento ha vivido en condiciones injustas para todos los pobladores.

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