El auge de las redes sociales podría parecer en primer lugar el avance tecnológico con mayor beneficio para la sociedad o al menos eso nos han querido vender los dueños de estas grandes empresas inversionistas. Para un gran porcentaje de la sociedad, las redes son parte imprescindible de la vida; sin embargo, algunos consideran que son inútiles o incluso peligrosas. La realidad es que el camino hacia la evolución tecnológica es inevitable y el uso de ellas no depende siquiera del propio consumidor.
Facebook, Twitter, YouTube, WhatsApp e Instagram, son sin duda ahora los transmisores de información más extensos, pero también los que contienen la menor filtración para su verificación. Gracias a las redes se ha conseguido el poder conocer al momento acontecimientos que pasan del otro lado del mundo, facilitar la comunicación entre personas a largas distancias y con diferentes culturales, estar mejor informados, disponer de datos que en otros años nos hubieran costado más tiempo, sin embargo, esa misma interacción ha pasado de ser benéfica a ser un daño que al parecer puede ser irreversible, educa a las personas a tener menor relación en su entorno social, la sobreexposición de identidad, el ciberbullying y el más preocupante de todos, la venta de toda información personal destinada a convertirnos en simples consumidores.
Son las redes en donde encontramos absolutamente todo, desde opiniones absurdas, insultos, frases y un sin fin de entretenimiento que a través de los seguidores y las reacciones hacen posible crear ese gran mundo virtual. Pero las redes sociales son, detrás del velo de divertimento, un simple negocio a manos de empresas multinacionales que despiertan la necesidad, por una parte el querer pertenecer y generar dinero a través de ellas y por otra a ser parte de esa opinión y audiencia pública. Pero no caigamos en la equivocación de creer que estas dos “necesidades”.
Los grandes monopolios de las plataformas sociales que actualmente están a cargo de empresarios estadounidenses, los cuales han entendido que el dominio mundial ahora va de la mano con este nuevo mundo y que así como las grandes empresas generan sus riquezas explotando al trabajador, los dueños de estas plataformas no pueden dejar pasar la oportunidad de hacer lo mismo.
Es aquí en donde reside precisamente el plan empresarial exitoso de estos empresarios, influir sobre la forma en que las personas piensan y actúan es su pieza clave que ha venido a beneficiar a las grandes personalidades, empresariales y políticas, pues es gracias a las redes que el funcionamiento de la democracia y las elecciones han sido gravemente afectadas, es decir “las benditas redes”.
Plataformas como Google y Facebook son las principales en beneficiarse por los pagos de publicidad digital, pues esto es una forma de mantener al usuario en estas plataformas el mayor tiempo posible, y con ello es mayor el beneficio para las empresas. El otorgar los permisos a las plataformas de tener toda nuestra información personal de forma inocente, es la forma en cómo los usuarios somos engañados para permitir esa manipulación, redirigir nuestro tiempo a objetivos que son diseñados perfectamente gracias a los algoritmos que hacen finalmente que estos servicios que nos ofrecen se vuelvan interesantes e incluso adictivos.
Esta lucha por acaparar las fuentes de información mundial con el poder de influenciar en todo el mundo, es una guerra declarada, estos monopolios informáticos tienen motivos de sobra por acrecentar su mercado, el control de las poblaciones del mundo y sus carteras es una razón importante para lograr invadir territorios y hacer creer a la opinión pública que es por una buena causa, es que los dueños de las plataformas lejos de ser los dueños del universo, son en realidad los esclavos.
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