El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, mientras se encontraba en campaña, era base de su discurso reiterar que su gobierno acabaría con los intermediarios, que se encargaría de hacer entrega directa de los apoyos a cada uno de los beneficiarios, argumentando que era a través de esta mala práctica el fracaso de diversos programas que los gobiernos anteriores habían aplicado y de donde también se generaba el problema de la corrupción. Medio año ha pasado ya desde su llegada a la presidencia, y de todo lo que mencionó llama la atención que no ha habido un solo detenido en el asunto de la corrupción, de esos que él llamó de cuello blanco y que se enriquecían del erario público; tampoco ha cumplido con la afamada entrega directa de los apoyos, pues en lo que va de su gobierno, distintos sectores de la población de han manifestado en protesta porque no han recibido lo prometido, ni siquiera censados o sólo les fue entregada la tarjeta sin el dinero; pero eso sí, un día sí y otro también, en todas las plazas públicas que se ha parado, ha calumniando al Movimiento Antorchista Nacional sin pruebas y sin justificaciones reales, acusándola de ser una organización intermediaria y que pide moches. Siendo honestos, apreciable lector, ¿Quiénes son los responsables de hacer entrega de los apoyos asistenciales y de que lleguen directamente a la gente? ¿el Movimiento Antorchista, que es una organización social independiente, o cada una de las dependencias y delegaciones federales que tienen bajo su poder el recurso destinado para tales apoyos?
Desde la existencia y aplicación de los programas de transferencia monetaria, éstos al ser una propuesta del gobierno para hacer menos dura la vida de los mexicanos pobres, ha quedado claro que los programas y recursos son manejados por el propio gobierno, que es éste quien decide, por orden del presidente, quien será el y/o los responsables de manejar el recurso, es decir, los titulares que representarán al presidente en dicha función, y ellos a su vez seleccionan a la gente que trabajará con éstos para hacer la distribución a cada persona que así lo requiere; para cumplir con la encomienda piden una serie de requisitos que sólo los beneficiaros pueden entregar para justificar la necesidad, o sea que nadie más interviene en el asunto. Como nos damos cuenta, sobre quien recae la responsabilidad de hacer funcionar dichos apoyos es directamente de la gente que el mismo presidente asigna para tal labor. ¿Dónde entran entonces los intermediarios? Basta con analizar objetivamente quiénes son los titulares de las dependencias, quienes, por orden del presidente, representan su figura en cada estado y hacen la entrega de los apoyos, es decir, ellos son los verdaderos intermediarios en el asunto porque, en Tlaxcala y el resto del país, no ha sido el propio López Obrador quien ha realizado la entrega de las tarjetas sin dinero, sino sus delegados.
¿Por qué entonces tanto desprestigio hacia la organización? ¿Qué papel representa Antorcha en la entrega de los apoyos? El Movimiento Antorchista, como cualquier otra organización social con derecho a existir y funcionar, se ha dedicado a la tarea de organizar a la gente y exigir que el gobierno a través de sus instituciones y dependencias cumplan con la parte que les toca, incluir a toda la gente que necesita de los programas. Como es esta la demanda colectiva y como es Antorcha quien representa y organiza a la masa empobrecida para que en conjunto vayan a las dependencias y exijan solución, eso explica por qué la acusación de ser intermediaria, pues a los que se dicen representantes del pueblo les causa escozor que la gente organizada les demande cumplan con su trabajo y atiendan las peticiones de los pobres del país, mismos que además cada vez aumentan y que en lugar de resolver sólo les reducen los pocos beneficios con los que contaban, prefieren atenderlos uno por uno para decirles que "no hay recurso", diluir la protesta masiva y así salir librados del compromiso y responsabilidad social que tienen.
Asimismo, el gobierno lopezobradorista ha sumado a su alianza a distintos gobernadores priistas, a los que supuestamente detestaba por ser de la mafia del poder pero que curiosamente ahora son sus amigos, para extender su campaña de desatención a los sectores más vulnerables, manejar los apoyos a su antojo con miras a un proselitismo anticipado y evadir su responsabilidad de garantizar una mejor vida a los mexicanos; ahí está el claro ejemplo de Tlaxcala, donde el gobierno se ha puesto al servicio de López Obrador y bajo la bandera de "la austeridad republicana" continúa negándose a resolver las peticiones de seguridad, educación, salud, apoyos al campo y obra pública que demandan los tlaxcaltecas. Y conste que todo esto es obligación de las autoridades, pero como Antorcha encabeza la exigencia de solución, es más fácil para el gobierno estatal y federal acusarla injustificadamente de intermediaria que cumplir.
El antorchismo es una organización popular que ha avanzado con paso firme durante 45 años en su lucha al combate a la pobreza, dando muestra de que los millones de pobres pueden tener una vida mejor y más digna, y sus hechos lo constatan, sin embargo, el protagonista ahora de la dirección política del país se siente ofendido con su simple existencia, pues no le gusta que el pueblo le exija, que la gente se organice y en colectivo luche por más y mejores condiciones, ya que así no es posible manipular a su conveniencia y a su vez justificar su falta de visión política en el quehacer de la vida nacional; en otras palabras, le tiene miedo a la organización popular, pero su práctica de denostar y desprestigiar no detendrá al antorchismo, sabemos bien que la lucha no será fácil para el pueblo desprotegido, pero no por eso desistiremos, ahora más que nunca denunciaremos a este mal gobierno.
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