Por un lado, vemos la clase trabajadora en la calle, buscando un ingreso que permita llevarle el alimento a la familia, arriesgándose al contagio del coronavirus y por el otro, abismalmente opuesto, un puñado de seres humanos confinados en un "Oasis de calma". Algunos de ellos, de acuerdo a Bloomberg, han escapado a la pandemia agarrando sus aviones privados y trasladándose a Nueva Zelanda. Resulta que ahí existe todo un negocio para los súper ricos: lujosas residencias aisladas del mundo que cuentan con un bunker para protegerse de cualquier contingencia mundial. El costo promedio del refugio- de unas 150 toneladas de peso- es de tres millones de dólares. Pero fácilmente puede llegar hasta ocho millones con características adicionales como baños de lujo, cuartos de lujo, campos de tiro, gimnasios, teatros y camas quirúrgicas.
Para que se pueda cumplir la medida de "quédate en casa", como lo mencioné líneas arriba es necesario haber acumulado mucha riqueza, tanta que te permita confinarte lo que dure la pandemia (a la fecha de este artículo, algunos estudiosos hablan de que puede durar hasta el mes de octubre) para que nos demos una idea del porcentaje de la población que se queda en casa. Según la organización británica Oxfam, alrededor de un 99 por ciento de la población del mundo posee una riqueza menor que el 1 por ciento. En el caso de México, según el coeficiente de Gini, elaborado por el Banco Mundial, es uno de los 15 países con mayor disparidad entre ricos y pobres.
Ante esta realidad es necesario que reconozcamos, en primer lugar, la existencia de clases sociales. Pero ¿Qué es una clase social? El ingeniero Aquiles Córdova Moran en su libro conferencias obreras I nos explica: "uno hombre queda fijado, queda inscrito dentro de alguna clase de acuerdo con criterios muy precisos: de acuerdo con la relación que mantienen con los medios de producción y de trabajo; estos medios de producción y de trabajo- en términos muy generales. Son las fábricas, las herramientas que están dentro de la fábrica, todo lo que sirve para producir y la tierra; y ¿Qué relación pueden guardar los hombres con la fábrica y con la tierra? Una relación muy simple: unos son dueños de la tierra y otros no lo son; unos son dueños de las fábricas y otros no. Por lo tanto, si un hombre es dueño de la fábrica pertenece a una clase, pero si no es dueño de una fábrica, sino simplemente es un trabajador, entonces pertenece a otra clase".
Hay otro elemento que determina a que clase pertenecemos, y este otro elemento es ¿Qué papel jugamos nosotros dentro del proceso productivo? (...) Dentro de la fábrica unos están moviendo la máquina o empacando, o terminando la mercancía; otros están en una oficina; otros más, incluso, nada más llegan a dar una vuelta para supervisar, como el capataz y, otros más, como el gerente, nada más están firmando papeles; es decir, dentro de la misma fábrica y para producir una misma mercancía, no todos jugamos la misma función: unos realmente sudan, trabajan; otros solo vigilan, administran, o se dedican a firmar papeles y recoger el dinero. Por consiguiente, según la función que un hombre juegue en el proceso productivo, también será la clase a la que pertenece.
Hay un tercer elemento para fijar la clase de un hombre. ¿En qué forma recibe la parte de la riqueza que le toca como miembro de la sociedad? Hay quienes reciben su parte de riqueza social, como utilidades de su empresa, estos son los dueños de los medios de producción; un gran capitalista no recibe un salario, sino que recibe grandes cantidades en forma de ganancia; hay otros que reciben su ingreso personal en forma de sueldo, pero un sueldo grande, por ejemplo, los gerentes; y hay, por último, quienes reciben una parte muy pequeña de la riqueza social, como un salario miserable. Luego, de acuerdo con la forma con la que recibimos nuestro ingreso social también quedará determinado la clase social a la que pertenezcamos.
En resumen, ¿Qué determina una clase? Primero, la relación con los medios de producción; segundo, la función que desempeñan cada quien en el proceso productivo; tercero, la forma en que recibe su ingreso social. Estos tres elementos determinan de una manera muy clara, la clase social a la que pertenecemos".
Con base a lo anterior podemos distinguir dos clases elementales: la clase de los trabajadores y la que se hace rica a costa del trabajo ajeno (los patrones). Estas dos clases sociales tienen grandes intereses antagónicos entre sí y un interés común al interior de su propia clase. La del proletariado, naturalmente es formar un mundo mejor, donde todos tengan pan y vestido.
Los trabajadores de bajos ingresos van a al día, tienen que salir por el pan de cada día, inevitablemente, como vemos en algunos municipios del estado de Tlaxcala (coincide con los que tienen mayor número de contagiados por covid-19). Las clases medias ven día con día esfumarse sus ahorros. Muchas medianas y pequeñas empresas después de la pandemia ya no tendrán solvencia para abrir después de la tempestad de covid-19.
Frente a la pandemia invitamos a todos los desvalidos a que ese interés común nos una y demos la lucha juntos, a corto plazo una lucha económica (Plan Nacional de Distribución de Alimentos) y a un plazo más largo la lucha política (gobernar al país), que realmente nos garantizará una vida mejor. Vale.
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