En todo el mundo se está buscando una salida para evitar una explosión social provocada por la insultante polarización de la sociedad, entre los que todo lo tienen y los que tienen poco o casi nada. Apenas el mes pasado los medios dieron a conocer que la fortuna de los más ricos del mundo aumentó a pesar de la crisis provocada por la pandemia, crisis que hizo más pobres a los pobres y más ricos a los ricos. Esta desigualdad, ya existía antes de la pandemia, pero que se aceleró con la crisis sanitaria de la covid-19, aseguran especialistas.
En México, ocurre exactamente lo mismo. Los efectos económicos de la pandemia provocada por la Covid-19, hizo más pobres a los pobres, pero también hizo nuevos pobres y, más ricos a los ricos. El portal de Forbes, publicó el 6 de abril: “la contingencia sanitaria por Covid-19 representó un revés para la economía global, sin embargo, los 36 millonarios (…) mexicanos tuvieron un aumento promedio superior al 20% en sus fortunas”.
Desde su nacimiento, el Movimiento Antorchista ha denunciado que el principal problema del mundo y de México, es la creciente concentración de la riqueza en pocas manos, lo que provoca la desigualdad y la pobreza. Como solución, se ha propuesto un cambio de modelo económico donde la riqueza, producida por los trabajadores del campo y la ciudad, sea distribuida por el gobierno entre las clases menos favorecidas, para evitar lo que en el mundo se vaticina si se sigue acumulando en pocas manos: un estallido social.
La propuesta del modelo económico antorchista tiene como base cuatro ejes: 1) Empleo para todos los que estén en edad de trabajar; 2) Incremento de los salarios como lo ordena la Constitución; 3) Repartición equitativa del gasto gubernamental y 4) Una política fiscal progresiva. Esto es posible, ya que existe, en nuestra Constitución y leyes, las herramientas legales para lograrlo.
De estos cuatro ejes, quiero comentar un poco más la política fiscal progresiva, la cual consiste en que el gobierno cobre impuestos de manera proporcional al nivel de ingresos, esto quiere decir, que los que ganen más, paguen más impuestos y los que ganen poco paguen pocos impuestos.
Es bien sabido que todo gobierno necesita cobrar impuestos a todos sus habitantes para que estos financien al gobierno, pero de manera justa, para que luego, el gobierno lo redistribuya, por ejemplo, en forma de derechos sociales. Pero en México, desde hace décadas, los impuestos han caído sobre los bolsillos de los pobres y de la clase media, dejando intactas las fortunas de los más ricos.
En el mundo, incluyendo los Estados Unidos, ya se habla de cobrar impuestos a los más ricos, ya que son ellos los que, al concentrar la riqueza creada por los trabajadores, pueden y deben contribuir con mayores impuestos para el gobierno. Es decir, en el mundo se está proponiendo una reforma fiscal progresiva, como ya lo había venido planteando desde hace más de una década en México, el Movimiento Antorchista.
En nuestro país también se está hablando de una reforma fiscal, pero aquí, los defensores de las grandes fortunas, quieren que se cobren impuestos a los trabajadores informales o bien, que se graven con impuestos los alimentos y las medicinas. De aprobarse esta propuesta, sería un duro golpe a la economía de los más pobres y de la clase media.
El pueblo trabajador del campo y la ciudad, las amas de casa, los empleados, los estudiantes, la clase media y el pueblo en general, debemos exigir una reforma fiscal progresiva y redistributiva de la renta nacional. Otro tipo de reforma fiscal sería volver a cargar los impuestos a los de siempre y esto es lo que debemos evitar, sino queremos una explosión social. Por eso se hace necesario organizarnos y tomar conciencia del problema y manifestarnos en favor de una reforma fiscal progresiva. ¡Que paguen más impuestos los más ricos!
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