Estamos a escasos días de que concluya este 2023, año que se distingue por la exacerbación de graves acontecimientos en el contexto internacional; el incremento de la pobreza, la desigualdad, la guerra, el cambio climático, la migración, la violencia, por mencionar algunos, mismos que nuestro país no escapa. Algunos analistas señalan que el año que termina pudo haber sido mucho peor, pero el hecho de no llegar al borde del abismo en 2023 no ha sido más que aplazar grandes crisis hasta 2024.
En México, a pesar de las halagüeñas afirmaciones presidenciales en las tradicionales mañaneras, en el sentido de que “vamos bien y estamos requete bien”, que la pobreza y la desigualdad disminuyeron, la sociedad mexicana se deteriora y profundiza cada vez más los males que sufren millones de familias mexicanas.
Pero a pesar de la cruda realidad, Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República, asegura tener otros datos e insiste, "¿Saben que me fortaleció mucho, en mi interior, moralmente? El conocer que se redujo la pobreza y la desigualdad en México", apoyándose en los últimos datos oficiales del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que indican que la pobreza en México se redujo 16 por ciento, al pasar de 55.7 millones en 2020 a 46.8 millones en 2023.
Sin embargo, otro estudio realizado por el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM, indica que la reducción de pobreza fue minúscula al pasar de 41.9 por ciento en 2018 a 41.8 por ciento en 2023, tan sólo 0.1 por ciento; lo que significa que seguimos prácticamente igual. En tanto el número de mexicanos en pobreza extrema empeoró, al pasar de 9.2 millones en 2018 a 11.2 millones en 2023; este último dato muestra que, el combate a la pobreza sigue siendo uno de los grandes pendientes en esta administración.
En contra parte, es de resaltar que, a los ricos de este país les ha ido muy bien, su riqueza se incrementó y su número creció; el mismo Presidente afirmó categóricamente que con su gobierno ningún rico perdió dinero, al contrario, les ha ido bien y es cierto. Según el Reporte 2023 de riqueza global de UBS y Credit Suisse, en nuestro país cada día sumaron 192 nuevos miembros al club de los millonarios.
“México va a contramano del mundo: mientras a nivel global ha habido una contracción de las fortunas personales, en nuestro país el volumen creció y con ello las mayores fortunas aumentaron sus cuentas, y también se sumaron nuevos jugadores al exclusivo club de quienes tienen un capital superior al millón de dólares. En el último lapso de un año, el país pasó de tener 323 mil a 393 mil millonarios.” (El Financiero, 14-12-2023).
Tan sólo la riqueza del empresario mexicano Carlos Slim -uno de los mayores beneficiados con las obras emblemáticas del gobierno federal, como el Tren Maya- por primera vez, alcanzó los 101 mil 500 millones de dólares, según las estimaciones de Bloomberg; riqueza que supera la suma total de las fortunas de los otros 14 mil millonarios mexicanos y que lo ubica como el hombre más rico de América Latina y el Caribe.
Así pues, la afirmación del Presidente al referirse cómo les ha ido a los ricos de este país durante su gobierno, está llena de verdad; pero en eso de que en su gobierno son “primero los pobres”, la deuda sigue siendo grande, pues mientras los trabajadores mexicanos se mostraron capaces de crear mayores cantidades de riqueza personal, los porcentajes de abatimiento de la pobreza no cambiaron, mostrando además de la abismal desigualdad social, la inequitativa distribución de la riqueza producida.
Las clases trabajadoras tienen que preguntarse, por qué a pesar de crear tantas mercancías que pueden satisfacer las carencias que padecen ellos y sus familias: comida, vestido, salud, educación, vivienda, servicios, deporte y cultura, entre muchas otras, ¿no pueden hacerlo?, ¿por qué todo lo que produce, hace inmensamente ricos a un grupo reducido de hombres, mientras sus familias difícilmente resuelven sus necesidades básicas? Algo funciona mal en esta sociedad tan inequitativa y desigual, a pesar de lo que diga el discurso oficial, y son precisamente los menos favorecidos quienes deben cambiarla.
Por eso en estas fechas en que se conmemora el advenimiento del hijo de Dios y el inicio de otro año, fechas que calan hondo en el sentimiento y el ánimo de toda la humanidad; mismas que, dicho sea de paso, son bastante promovidas y aprovechadas por los ricos para vender sus mercancías; los mexicanos estamos obligados a hacer un alto y revisar el acontecer nacional y en la medida de nuestras posibilidades, incidir para bien en el cambio estructural que se necesita, capaz de acabar de raíz con los males sociales que nos aquejan, porque está claro que a los millonarios de este país, a los que la fortuna les sonríe al acrecentar su riqueza, no harán nada por cambiar las cosas por así convenir a sus intereses.
Toca a los desfavorecidos, unirnos, educarnos y transformar radicalmente la sociedad para curarla de los males que laceran la vida de millones de mexicanos, porque las verdaderas transformaciones sociales, las revoluciones, no las hacen los individuos, los gobernantes por muy buenos propósitos que estos tengan; las revoluciones sociales las hacen las masas populares, por eso, urge e importa tanto que éstas tomen consciencia de su papel y se eduquen.
Invito a mis compañeros antorchistas a seguir organizados y luchar, a fin de buscar que el 2024 sea próspero para todos y no solamente para los favorecidos de siempre. Pugnemos todos por un mundo mejor.
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