Otra vez la realidad desenmascara a AMLO y a Morena y los exhibe como los más poderosos engañadores que tiene actualmente el país. La estrategia evidenciada ha consistido en usar los recursos públicos, por lo menos los conocidos, para entregar dinero en efectivo, en forma de programas sociales prácticamente sin control auditable, no a los más pobres y verdaderamente necesitados, sino a los sectores de población cuyo nivel de conciencia política y condiciones sociales los obligarán a agradecer con votos.
La prueba: la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) 2022, presentada hace unos días por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que, en resumidas cuentas, muestra, sin querer, cómo los dineros públicos han sido manipulados con el objetivo de asegurar el triunfo electoral en 2024 a favor de Morena. Se trata de números de verdadera locura social que enseñan una tremenda descomposición gubernamental en la búsqueda desesperada por volver a quedarse con el poder.
Los análisis de dicha encuesta, presentados recientemente tanto por Julio Boltvinik, en el diario La Jornada en su columna “Economía Moral”, como por Máximo E. Jaramillo-Molina en su estudio de resultados, presentado por el Instituto de Estudios sobre Desigualdad (INDESIG) no dejan lugar a dudas y revelan claramente la maniobra. Si bien los autores mismos aceptan que sus conclusiones aún no son definitivas, y sobre todo Boltvinik promete aún más, lo revelado por ambos es prueba apabullante de lo aquí afirmado. (Consulte https://www.jornada.com.mx/2023/08/11/opinion/017o1eco y Análisis de resultados de la Encuesta de Ingreso y Gasto de los Hogares (2022) desde un enfoque de desigualdad y redistribución, versión 26 de julio, en www.indesig.org).
Los datos comprueban, para empezar, que sólo la tercera parte de los hogares mexicanos, el 34 por ciento, recibe alguna ayuda, en cualquiera de sus formas, del gobierno de Morena.
Es decir, contra lo que muchos creen y la propaganda del régimen pregona, no son todos los 98 millones de pobres que la patria sigue teniendo los que cuentan con su ayudita gubernamental, sino la minoría.
Luego de cinco años de su gobierno, contra todas sus promesas y discursos, a la Cuarta Transformación no le alcanzó, o se le olvidó o se le perdió 66% de todos los hogares mexicanos, sobre todo los más humildes, que no han recibido un solo centavo. Conste, estos son datos duros, proporcionados por el Inegi, no son invenciones de ningún reaccionario conservador, ni ganas de desprestigiar a nadie.
El dato que sigue tal vez le cause lágrimas a algún seguidor de Morena, pero ni modo, hay que enfrentar la realidad y sobreponerse a la decepción. Si bien el porcentaje en cuestión pasó de 31% al 34%, los análisis mencionados indican que a 2022, ¡los hogares más pobres reciben menos programas sociales que en el sexenio anterior! Así como suena.
Los hogares más ricos reciben el triple (otra vez aclaro, son datos duros) y esta ha sido la tendencia en los cuatro años de gobierno morenista comprendidos en los análisis, misma tendencia que seguimos padeciendo y que no tendrá cambios notorios en el último año de gobierno morenista. En 2016, 68 por ciento de los hogares más pobres eran beneficiarios de programas sociales, mientras que en 2022 sólo 49 por ciento lo eran (caída de casi 20 por ciento). Por el contrario, entre 2018 y 2022 se triplicó el porcentaje de beneficiarios entre los hogares más ricos: pasó de 6 por ciento a 20 por ciento.
Pero, además, hay cambios regresivos muy notorios como, por ejemplo, el decil más pobre de todos, el I, pasó de recibir 23 por ciento del monto total de transferencias en 2018 al 9 por ciento en 2022.
Luego de cinco años de su gobierno, contra todas sus promesas y discursos, a la Cuarta Transformación no le alcanzó, o se le olvidó o se le perdió 66% de todos los hogares mexicanos, sobre todo los más humildes, que no han recibido un solo centavo
Y los últimos deciles, los más altos, el VII, IX y X, pasaron de 10 por ciento de ese monto a 26 por ciento. Se lo pongo en términos más sencillos para entender esto: Si en 2018 los más pobres de los más pobres recibían entre todos 23 pesos para que se los repartieran, ahora reciben sólo 9 pesos, mientras que los hogares más ricos pasaron de recibir apoyos por 10 pesos a 26 pesos.
¡Mugre realidad terca, cómo se empecina en echarle abajo su teatrito a la 4T! ¿Qué le pasó a la 4T? ¿Perdió el rumbo? No, ni mucho menos, ese era ya desde 2001 el rostro que mostraba López Obrador y que en largos años de su actividad política fue revelando, con toda claridad denunciado a tiempo por el ingeniero Aquiles Córdova Morán como se demuestra en su libro De la esperanza a la decepción (www.editorialestentor.com) .
La consecuencia de la estrategia morenista es comprensible: no es lo mismo regalar mil pesos a quien carece de pavimentación, escuelas próximas en buenas condiciones, mal o nulo acceso a servicios médicos, pésimo transporte público, marcadas carencias o completa falta de agua, drenaje, electricidad, y un empleo mal pagado o que sobrevive vendiendo lo que pueda, es decir, regalar mil pesos a quien vive en el cinturón de miseria de las ciudades, que regalar ese mismo dinero a quien no tiene ninguna de esas carencias o las padece en menor medida: la respuesta psicológica es distinta tanto en uno y otro lugares.
En el primero, la constante entrega de recursos de programas sociales durante varios sexenios y el hecho de que la pobreza no disminuya y de que ello sea perceptible por las masas empobrecidas, diluye el impacto psicológico de la entrega, la hace menos “rendidora” políticamente.
En cambio, en un hogar “no tan pobre” que nunca ha recibido ayuda gubernamental, un hogar que se encuentra en franco declive por las leyes económicas que determinan que en el capitalismo aumenta inevitablemente la pauperización, esos mismos mil pesos tienen un significado psicológico diferente y son valorados más altamente: la consecuencia es un agradecimiento natural, “espontáneo”, en el beneficiario y su familia, aunque no vengan a resolver de raíz la causa de la pobreza en la que están cayendo esos hogares ni la pobreza en general.
Esta característica psicológica de agradecimiento les hará resistirse a pensar que están siendo manipulados y que su sentimiento tiene poco o nada de espontáneo. A este respecto conviene recordar los argumentos de la periodista Viri Ríos en su colaboración (www.politica.expansion.mx/voces/2022/01/24/apuesta-de-amlo-es-clase-media-baja-no-los-mas-pobres), “La apuesta de AMLO es la clase media baja, no los más pobres”, del 25 de enero de 2022. En ese tipo de hogares el oportunismo morenista fue en busca del voto… y vaya que lo ha obtenido.
Pero ya es tiempo de irse dando cuenta de la realidad y no caer en el engaño. Esos dineros son públicos y tanto los menos pobres como los más pobres tienen derecho a recibirlos, pues para eso fueron programados; por tanto, hay que recibirlos de buen grado, porque es un derecho irrenunciable.
Más eso no debe significar que le hagamos el favor de volver a darle el poder a quien ha conducido tan mal nuestro destino común y menos cuando, con toda seguridad, decenas de miles de esos hogares beneficiados por las dádivas morenistas han quedado ahora entre esos 30 millones de mexicanos que perdieron acceso a los servicios de salud debido al desaseo gubernamental de Morena, en un golpe traicionero que ha causado un daño de dimensiones inauditas que nunca, jamás, se resarcirá con unos cuantos cientos de pesos mensuales a cambio, sino con un cambio total de clase en el poder.
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