MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Por todos esos muertos, nuestros muertos, pido castigo

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Más de 40 días han transcurrido desde los atroces asesinatos de dos distinguidos líderes antorchistas, integrantes del Comité Estatal en el estado de Guerrero, Conrado y Mercedes N., así como su pequeño hijo que aún no cumplía los seis años; pues bien, más de 40 suman los días de impunidad, silencio y omisión de los arteros crímenes, toda vez que las autoridades estatales encargadas de esclarecerlos y de castigar a los criminales, no avanzan en las investigaciones correspondientes.

Por eso, hoy, la consigna del antorchismo nacional es la exigencia de justicia para nuestros muertos y castigo para sus asesinos; ya que, a pesar de los compromisos contraídos por el secretario de Gobierno guerrerense, Ludwig Marcial Reynoso Núñez, para el esclarecimiento del caso, no se nos informa de avance alguno en las investigaciones. Apenas el pasado jueves 18 de mayo, mil antorchistas guerrerenses, encabezados por su dirigente estatal José Juan Bautista Hernández y por integrantes del Comité Ejecutivo Nacional del Movimiento Antorchista, marcharon por calles principales de Chilpancingo hasta llegar a la sede del Poder Ejecutivo donde despacha Evelyn Salgado Pineda, gobernadora de Guerrero, solicitando su intervención para detener a los culpables de tan ominoso crimen, pero la respuesta fue de puertas cerradas y que nadie se tomara la molestia de atender a los manifestantes.

¿Quieren que enterremos en el olvido la muerte de nuestros compañeros? ¿Que nos acostumbremos con la normalización de la violencia, de que un día sí y otro también aparezcan ejecutados, levantados o desaparecidos? Nunca ocurrirá. Es tiempo de que el pueblo mexicano se inconforme con el estado de cosas que prevalece en el país, que nunca nos acostumbremos a las circunstancias que nos envilecen, a la pobreza, la violencia, las carencias en salud, educación, a la falta de oportunidades para vivir decorosamente como seres humanos.

Vivimos en un país donde el discurso de quien dirige los destinos de éste, no corresponde con la realidad; dice que se combate la corrupción, la impunidad, que por el bien de todos primero los pobres, pero en los hechos no ocurre nada de esto sino todo lo contrario; además, México se ha convertido en un lugar peligroso y mortal para los activistas sociales y también se ubicó como el segundo lugar más mortífero del mundo para ser periodista en 2022, sólo detrás de Ucrania.

Si queremos hablar del número de vidas que ha cobrado la violencia en el presente sexenio, encontraremos que las cosas empeoran, que la situación no es tan mala como antes, sino peor, que los muertos y la impunidad están a flor de piel. En algunos días, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador impondrá un récord histórico de violencia homicida registrada en el país, pues se estima que rebasará los 156 mil asesinatos del sexenio de Enrique Peña Nieto, considerado hasta el momento el más violento.

De diciembre de 2018 al 16 de mayo pasado, la actual administración acumuló 155 mil 546 homicidios dolosos, está, lamentablemente, a 520 para llegar a los 156 mil 66 de su antecesor, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

De acuerdo con estimaciones de Ricardo Márquez Blas, experto en seguridad “de seguir la tendencia como hasta ahora, los homicidios dolosos rondarán los 180 mil al cierre del sexenio”; Francisco Rivas Rodríguez, director de Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) va más allá, prevé que el actual sexenio concluirá con un estimado de 190 mil asesinatos, dato grave que constituiría un récord histórico en la materia.

En Guerrero la violencia ha repuntado en los últimos meses; tan sólo de enero a abril de 2023 se registraron 535 homicidios dolosos, con 157 crímenes en el primer mes del año, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP); el horrendo crimen cometido en contra de nuestros queridos compañeros ocurrió el 12 de abril.

Finalmente, la impunidad que gozan los delincuentes a pesar de las atrocidades cometidas en contra de población pacífica e indefensa como el hecho que hoy denunciamos, no debe pasar desapercibida para nadie y todos debemos de pronunciarnos en contra de ella; el combate a la impunidad es un elemento fundamental para alcanzar la solución a problemas estructurales como la pobreza y todos los males que de ella se derivan, la violencia y la corrupción que agravian nuestro desarrollo nacional.

Para salir de la situación de impunidad en que vivimos, es necesario que el pueblo se una, organice y proteste por los atropellos sufridos, debemos construir un frente común para denunciar el peligro al que nos enfrentamos quienes no estamos de acuerdo con lo que está ocurriendo; la pésima situación de la seguridad, el fracaso en el combate al crimen en todas sus formas y a la corrupción pública y privada en México, son una realidad tangible e innegable después de ya casi cinco años de Cuarta Transformación.

Hoy, cuando el país sufre más miedo y violencia, y se desangra brutalmente, más que con gobiernos anteriores, es hora de entender que la política de “abrazos no balazos” sostenida por López Obrador, lejos de acabar con el crimen, le ha servido de eficaz nutriente que lo hace florecer y prosperar, por lo que hay que ponerle un alto definitivo. Un gobierno que persigue con saña inaudita a enemigos y disidentes mientras a los criminales sólo les prodiga llamados y consejos a “portarse bien”, mientras acaban con la vida y tranquilidad de miles de personas inocentes, no es el gobierno que los mexicanos necesitamos.

Tenemos que librar una lucha firme, tenaz e inquebrantable; una lucha de metas y principios, legal, democrática, constitucional, pero una lucha verdadera, si queremos hallar y aplicar el remedio verdadero que nuestros males requieren. ¡Organízate y lucha!, ese es el llamado de los antorchistas que hoy, como un solo hombre, exigimos justicia para Conrado, Mercedes, su hijo, y para todas aquellas víctimas de la violencia, gritamos al unísono uno de los versos del gran poeta chileno, Pablo Neruda: “Por esos muertos, nuestros muertos, pido castigo”.

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