"Somos un solo hombre, somos un solo ideal", dice su consigna, y bajo su lema "Unión, Fraternidad y Lucha", los antorchistas se mantienen firmes en su organización, porque ésta siempre ha sabido responder a las necesidades de quienes más lo necesitan. Sí, se trata de gente pobre, de gente muy humilde que ha sentido en carne propia y en las más íntimas fibras de su ser, los duros rigores de la pobreza, es gente que sabe lo que es no tener, a veces, ni qué llevarse a la boca. Son personas que están hartas de su situación de miseria producto no de la flojera, pues saben y les consta que son de la clase más trabajadora en el mundo, la que de sol a sol venden su fuerza de trabajo a cambio de recibir un mísero sueldo, unas condiciones de vida paupérrimas y un trato por demás injusto, rematado con el típico "eres pobre porque quieres", como si el ser rico o pobre fuera cuestión de gustos y se pudiera escoger.
El Movimiento Antorchista no se sirve de las personas, por el contrario, éstas se sienten seguras, protegidas, amparadas por su organización en un mundo individualista y hostil, donde los que gobiernan y que por ley están obligados a promover el desarrollo de sus comunidades, siempre los han marginado y los mantienen en el abandono, y sí, claro que se organizan y luchan por un interés, pero es el interés común de erradicar esta situación de pobreza que padecen millones de mexicanos día a día. Saben que no es justo el hecho de que, viviendo en un país inmensamente rico en recursos materiales y humanos, el cual produce un volumen inmenso de riqueza que le ha colocado como la décimo quinta economía a nivel global gracias al trabajo de obreros, campesinos, amas de casa, etc., haya una inmensa cantidad de gente extremadamente pobre.
Como mexicanos que somos, como solidarios que solemos ser, invito a mis amables lectores a acercarse más al problema, a entender esta situación de una manera más profunda, dejando de lado las etiquetas y las clasificaciones, pues no porque no te afecte de manera directa e inmediata deja de ver contigo y los tuyos, lo que sucede en nuestro país le incumbe a todos los mexicanos y ante eso no se puede ser indiferente; creo que si un día vivieras bajo un techo de lámina, con frío, sin comida, y además criticado y señalado despectivamente por algunos sectores sociales, entenderías el por qué cada vez más mexicanos hacen caso al llamado a organizarse, a manifestarse y a plantarse frente a la Cámara de Diputados buscando que el presupuesto nacional se destine también a obras y servicios para los pueblos y colonias pobres, haciendo efectivo su derecho de reunión, petición y expresión. Soportan fríos, hambres e incomodidades de todo tipo porque ya nada peor les puede pasar, ya han vivido de todo y no pueden salir de su situación de penuria por más que se esfuercen y lo intenten en lo individual, pues vivimos en un modelo económico que es excelente productor de riqueza, pero pésimo repartidor de la misma, que está diseñado para concentrarla en pocas manos y hacer más grande la brecha entre los que tienen todo y los que nada tienen, para poder garantizar el control, por medio del poder económico y político que detentan.
Me bastó un día de lucha para entenderlo. Adentrarme en la situación, en su raíz, me hizo comprender muchas cosas que muchos, viendo el fenómeno desde fuera no nos explicamos, y es que aunque todos hemos vivido malos ratos, los pobres del país tienen toda una vida en esa situación desesperante, saben que ya no pueden perder más porque no tienen nada, absolutamente nada que no sea la esperanza de un mundo mejor y su inmenso número, el cual sólo se vuelve verdadera fuerza cuando se unen, cuando se organizan y luchan por un objetivo común. Solo entonces cobra sentido su consigna y cobra sentido su organización, que les da la posibilidad real y tangible de luchar por todo lo que merecen y les corresponde, como la fuerza productiva más importante con que cuenta la sociedad. Por eso, porque he vivido en carne propia con ellos, los antorchistas, no me queda la menor duda de que estoy en el lugar correcto y por eso te invito amigo lector a que te sumes, a que luches por una vida mejor, para ti, para tu familia y para todos los mexicanos.
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