MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Politización, hija de la cultura

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Cuenta un microcuento que un par de peces se encuentran brevemente con un delfín que les dice: “¡Qué tal van! Mucha suerte con esta corriente ¡es la más rápida del océano!” Sin decir más, el delfín se aleja de ellos y desconcertado, uno le pregunta al otro: “¿Corriente? ¿Cuál corriente?”; aún más confundido el otro le responde: “Olvida la corriente, ¡qué diablos es un océano!” 

Aunque parezca increíble, por muy contundente que sea la realidad ante los sentidos humanos, no logramos comprenderla de forma inmediata. La inequidad social, la pobreza, el desempleo, la ignorancia, aunque son calamidades experimentadas o padecidas cotidianamente por la mayoría de los habitantes del mundo son explicadas de diferentes modos; muchas son conclusiones falsas o inexactas que conllevan al pesimismo, a la inacción política, a la resignación y, desde luego, a la conservación del estado de cosas. Podemos asegurar que tomar posición en política es, antes que todo, conocer la política. Más simple aún, estar educados es ampliar las ideas.

Aquí debemos tomar en cuenta que la pobreza material conlleva, casi invariablemente, a la miseria intelectual. No puede existir razonamiento crítico sin el cultivo de una sólida educación. Por eso, la tarea esencial de un partido que se proponga realmente erradicar la desigualdad social debe ser el aculturamiento político de las mayorías.

La responsabilidad crece cuando se toma el poder es esta la prueba de fuego: a la par que desarrolla la equidad social -desde el desarrollo económico- genera condiciones para una gran cruzada educativa. No implica solamente la impresión de libros -aunque es un importante elemento- sino el desarrollo de infraestructura educativa, construcción y mantenimiento de instalaciones, edificios, salones, etc. Una inversión suficiente en tecnología, desde energía eléctrica, hasta conexiones a internet de buena calidad; en una palabra, una inversión cuantiosa en educación y no subejercicio presupuestal como lo hace la 4T. El recorte presupuestal, en este sentido, a la Escuela Nacional de Antropología e Historia es apenas la punta del iceberg. En el mismo derrotero de precarización se halla el sector cultural.

El investigador Néstor García Canclini hizo un análisis de la institucionalización de la cultura en el país durante un seminario sobre el sector en Brasil y México: “El nuevo gobierno conducido por López Obrador ha dado preferencia a algunos macroproyectos, uno de ellos en la capital, que es la transformación y la ampliación del Centro cultural y natural del Bosque de Chapultepec”; agregó, sin embargo, que ha constatado “una baja innovación institucional en relación con las mutaciones tecnológicas y estructurales, un presupuesto deficiente que ha ido decreciendo, y mínimos estudios evaluativos”(El Universal, 20 de enero de 2021).

Aquí tampoco vemos un interés genuino para divulgar las bellas artes no para el mero placer individual sino como mecanismo para el ensanchamiento de miras intelectuales y políticas de las mayorías trabajadoras. Abundan los estudios que confirman que las artes impulsan el desarrollo cognitivo y de sensibilidad, a saber, se observa un incremento en la capacidad de un individuo por generar empatía hacía el dolor de otros seres humanos. Basta con citar las palabras de Lev Vigotsky, uno de los más destacados teóricos de la psicología del desarrollo: “Inicialmente, una emoción es individual, y solo por medio de una obra de arte se hace social. (…) El arte es un sentimiento social expandido, o una técnica de los sentimientos”.

En resumen, el nulo impulso educativo -mal proyectado por la corrupta Delfina Gómez- y cultural revelan que el obradorismo no se propone involucrar a las masas en un cambio definitivo, mediante el impulso de una inmensa labor educativa y artística, lejos de ello, es política electoral corriente utilizar la mentira y la superstición para mantener su partido en el poder. Fomentar la desinformación, desde el púlpito presidencial, es prueba fehaciente de ello.

Una revolución para que sea verdadera debe ser sostenida por la participación consciente de las masas y ese despertar consciente no es labor de un día, requiere de organización y, sobre todo, de un fomento educativo y cultural, sin ello, el océano será tan inmenso que permanecerá siempre invisible. 

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