MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Pobreza franciscana; manipulación y empobrecimientos para el pueblo 

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Luego de que el pasado 27 de julio, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció, en su conferencia mañanera, su propósito de pasar de la austeridad republicana a la pobreza franciscana en la política de gasto del Gobierno federal se ha despertado un intenso debate nacional porque, bien a bien, nadie sabe en realidad cuáles son las medidas concretas que se adoptarán para alcanzar el ahorro de más de 2 billones de pesos, según los pronósticos del propio mandatario.

Mucho se teme, con razón, que las medidas adoptadas por el presidente terminen por perjudicar a los mexicanos más pobres como ha ocurrido cada que anuncia medidas de austeridad.

Lo que se sabe hasta ahora de la pobreza franciscana es lo que López Obrador ha esbozado escuetamente, y lo declarado por el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, pocos días después. De inicio, el presidente se comprometió a que las nuevas medidas de austeridad no se tratarían de reducciones salariales, no de prestaciones y menos de despidos de los trabajadores de las dependencias federales, así como tampoco se detendrían obras públicas en proceso de construcción. Esto no explica el contenido de la nueva política de supuesto ahorro, si acaso sirvió como tranquilizador para los empleados del gobierno que han sido los más perjudicados con las medidas de austeridad republicana y que temen, con razón, nuevos recortes y más despidos.  

Por su parte, el subsecretario Gabriel Yorio declaró, en conferencia de prensa el 29 de julio, un día después de que el presidente tomara acuerdos en privado con su gabinete, que la pobreza franciscana se refiere a medidas “que tienen que ver con medidas de eficiencia, que tienen que ver con mejorar, utilizar de manera muy estratégica la liquidez y esto implica otra vez hacer algún tipo de barridos sobre otros fideicomisos que existen todavía por ahí, tratar de mantener el esfuerzo de combate a la evasión fiscal” (sinembargo.mx, 29 de julio). Un galimatías lleno de tecnicismos y generalidades que lejos de aclarar al gran público el contenido de las medidas de ahorro del gobierno, parecen más encaminadas a confundirlo más.

El subsecretario Yorio, en cambio, fue bastante claro en su mensaje destinado a los grandes empresarios mexicanos e inversionistas extranjeros: “No se trata de crear ni subir impuestos”, sino de instrumentar un plan contra la evasión y elusión fiscal, es decir, evitar que la gente no pague los impuestos ya fijados, con la intención de atender un presupuesto “con ingresos y gastos que está evolucionando positivamente, se trata blindar el presupuesto para evitar nuevos endeudamientos al finalizar del gobierno el año”.

Lo que quedó claro es que se evitarán gastos innecesarios como viajes al extranjero, que los asuntos que lo ameriten se traten fundamentalmente por videoconferencia, y de no contratar a nuevo personal para puestos administrativos que quedaron vacantes. 

Sin embargo, no se ha explicado, con cifras concretas, de cuánto será el ahorro que el gobierno obtendrá de esto y si será suficiente para alcanzar la meta de 2 billones de pesos extras. Lo que parece es que es puro humo en los ojos.

Las imprecisiones del gobierno y la falta de concreción para explicar en qué consiste y cuáles serán los reales alcances de la pobreza franciscana han levantado sospechas fundadas de diversos analistas y actores políticos de que en realidad se intenta justificar con esta vacilada una nueva ola de recortes presupuestales al gasto social en rubros importantes como salud, educación, infraestructura urbana, apoyos al campo y desarrollo municipal con servicios como agua, drenaje y alumbrado. Es decir, un nuevo atraco contra los mexicanos más pobres que se materializará en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2023 (PEF), que en menos de un mes será enviado a la Cámara de Diputados.

A pesar de los discursos de López Obrador, el gasto del gobierno en realidad ha crecido exponencialmente en los últimos años en lugar de disminuir como debería esperarse después de tanta supuesta austeridad y ahorros. En 2018, el último año de Peña Nieto, el gasto fue de 5.3 billones de pesos, en 2021 fue de 6.7 billones y se espera que en este 2022 sea de más de 7 billones. Con estos datos, la oposición acusa al gobierno federal de estar despilfarrando el dinero de los mexicanos, de ser poco eficiente en el manejo de estos y de incurrir en actos de corrupción para robarse parte de estos recursos.

Parece ser que la verdad está del lado de quienes insisten en que el presidente López Obrador y su gobierno buscan quitar dinero a rubros vitales para redireccionar recursos a sus obras faraónicas caprichosas y los programas sociales con los que busca comprar la conciencia y el voto de millones de mexicanos. Se sabe, por ejemplo, que el Tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles y la refinería Olmeca presentan sobrecostos de más de 234 mil millones de pesos, casi un 57 por ciento más de lo que se había calculado inicialmente y ninguno de esos proyectos está terminado, aunque los último dos ya hayan sido inaugurados.

La pobreza franciscana, se aplicará para los mexicanos más humildes cuyos bajos ingresos los condenan a llevar una vida llena de penurias y a quienes se les continuará negando el acceso a obras y servicios básicos que en algo alivien sus difíciles condiciones de subsistencia. Los recortes no serán para la burocracia y mucho menos para la minoría privilegiada del país, sino contra el pueblo indefenso y humilde, lo que provocará más pobreza. Parecería ser ese el objetivo primordial del presidente López Obrador pensando, quizá, en que solo de esa manera tiene asegurado el éxito de sus programas sociales como mecanismos de coacción electoral y manipulación de conciencias: si hay más pobres, habrá más gente que necesite de las transferencias monetarias directas y más mexicanos susceptibles a ser obligados a votar por los candidatos morenistas. Y es en este fin, la creación de más mexicanos empobrecidos en donde mejores resultados ha tenido López Obrador, pues más de 5 millones de personas se han integrado a las filas de la pobreza en los 4 años de gobierno cuatrotero.

En medio de tan sombrío panorama no existen más opciones que insistir en la urgente necesidad de despertar la conciencia del pueblo mexicano para que se organice, conozca y defienda sus verdaderos intereses. Es preciso trabajar arduamente, con entusiasmo y creatividad para sacar al pueblo del engaño y manipulación en la que quiere mantenerlo sometido el gobierno morenista y, sobre todo, ponerlo en pie para luchar por una patria nueva, en donde todos podamos vivir y trabajar en paz. Es difícil, pero absolutamente necesario.

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