MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Pobreza, el verdadero problema de nuestro país

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Es verdad que los derroches, las corruptelas y todo tipo de abusos y excesos de los gobernantes han provocado el hartazgo y el repudio de la gente, pero antes de aplaudir o de descalificar sus resultados, preguntémonos, ¿es la 4T la prueba fiel de una administración ecuánime, eficiente y justa para los más desprotegidos? ¿O serán cortinas de humo para esconder la realidad? 

Aunque haya quien piense que es muy pronto para sacar conclusiones, puesto que hablamos de una administración gubernamental que lleva cuatro años, hay que tomar en cuenta que el proyecto de nación actual se apoya casi en un sólo pie que es el combate a la corrupción, con la idea de que de esa misma lucha se obtendrían los recursos para los programas sociales que han dejado fuera a cientos de familias de bajo recursos, o bien, el abandono de los hospitales, escuelas y servicios básicos. 

Desafortunadamente, en este 2023 cada vez se escuchan más voces que afirman que lo anterior representa la desoída opinión de quienes, oportunamente, advirtieron que tan sólo para cubrir programas como Prospera, Adultos mayores y Madres solteras, esos recursos no alcanzarían, que bien se dejaría fuera de los programas y que el país seguirá manteniéndose con altas deudas.

Aunque así parezca, el verdadero problema de nuestro país no es el cumplimiento o no de estos programas asistencialistas; a todos nos queda claro que si han sobrevivido a gobiernos priistas, panistas y morenistas, quienes sólo les han cambiado el nombre llamándole Progresa, Oportunidades o Prospera es por su efectividad como anestésico en la mente de la gente, pero no sirven para disminuir o eliminar los verdaderos problemas. Tampoco sorprende que se eche reversa con las espectaculares promesas de campaña que economistas y políticos serios se encargaron de anticipar que no se cumplirían como la de congelar el precio de las gasolinas, desaparecer la reforma energética, disminuir salarios de funcionarios de alto nivel, cancelar la construcción del aeropuerto, entre otras; lo que la gente espera de sus gobernantes no es ver que coman, vistan, ganen poco y viajen igual que todos para entender que están haciendo bien las cosas, sino qué acciones están emprendiendo para que la mejoría económica se refleje en los bolsillos de los trabajadores y alcance para curar a sus hijos, para ropa y calzado, para mandarlos a la escuela y, por supuesto, para alimentarlos. 

Además, que ése dinero sea algo que se lo pueda ganar con su trabajo, puesto que el pueblo sabe trabajar y ganarse dignamente lo que come. Lo que verdaderamente importa a la gente es, qué se va a hacer para combatir las lacras sociales que padece, como la pobreza, el desempleo, la falta de vivienda digna y los bajos salarios; problemas todos que no han hecho más que crecer y crecer conforme pasa el tiempo.

Combatir la pobreza con todas sus manifestaciones implica, necesariamente, jalar la cobija de este lado y afectar a quienes, hoy por hoy, la acaparan, y eso, quiérase o no, acarrea enemigos muy poderosos y dispuestos a todo y quien se atreva a hacerlo ya no podrá pasearse por el parque como cualquier ciudadano. Eso lo ha entendido el presidente de Venezuela y los venezolanos, y lo entendieron demasiado tarde Salvador Allende y los chilenos, ¿lo entenderemos los mexicanos?

No sobra, por supuesto, recordar que el pueblo con todos sus problemas sabrá reconocer, respaldar y recompensar todo esfuerzo serio de ayudar a mejorar la situación en que se encuentra, pero también sabrá repudiar oportunamente cualquier intento de engañarlo.

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