En México, América Latina (AL) y en el mundo hay muchos análisis y estudios especializados de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Oxfam y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entre otros, donde se advierte que la pandemia está empeorando la situación de pobreza, marginación, desigualdad, carestía y polarización en gran parte de las comunidades sociales.
Estos estudios alertan sobre la posibilidad de que, en un futuro no tan lejano, esta situación derive en estallidos violentos; sorprende que quienes estén más “preocupados” sean los poderosos del mundo, es decir, los que controlan las economías, los aparatos públicos y, en general, el destino de los ya cerca de ocho mil millones de seres humanos que habitan la Tierra. Las previsiones advierten protestas masivas y disturbios que descontrolarían la paz y la tranquilidad de las naciones.
El pasado 29 de enero, por ejemplo, el FMI publicó el estudio Repercusiones sociales de la pandemia, documento en el que se ofrece una reseña histórica de la relación de las epidemias con los disturbios sociales: “La historia está repleta de ejemplos de brotes de enfermedades que proyectan una larga sombra de repercusiones sociales, que determina el contexto político, subvierte el orden social y, a la larga, desencadena tensión social”.
“Las epidemias –enfatiza el estudio– pueden revelar o agravar grietas ya existentes en la sociedad, como la insuficiencia de las redes de seguridad social, la falta de confianza en las instituciones o la percepción de indiferencia, incompetencia o corrupción de los gobiernos. Históricamente, los brotes de enfermedades contagiosas también han dado lugar a reacciones violentas contra grupos étnicos o religiosos, o han agudizado las tensiones entre clases sociales”.
“En promedio, los países con epidemias más graves y frecuentes también experimentan mayores tensiones”, constata el FMI, para luego destacar que las protestas no se generan en los picos de una enfermedad masiva porque “ese malestar suele manifestarse después de una epidemia… si la historia sirve de pronóstico, es posible que la tensión social resurja una vez que la pandemia se disipe”, aunque la amenaza puede ser mayor en los casos donde la crisis hace manifiestos o agrava los problemas que se hallaban latentes, “como la falta de confianza en las instituciones, una gestión de gobierno deficiente, pobreza o desigualdad”.
Si a estas expresiones de inconformidad se agregan las de la inseguridad pública, la violencia delictiva, el desempleo y las acciones de represión como la que se dio en la protesta del 8 de Marzo (8M), México sería una de las naciones que muy pronto podría verse envuelto en ese tipo de estallidos sociales. Esta posibilidad incluso crecerá en las semanas próximas con el alza de la inflación, que en febrero alcanzó la tasa del 3.76 por ciento, la mayor en los últimos cuatro meses e impulsada por el aumento de la gasolina y el gas LP.
Tales incrementos traerán, naturalmente, un alza de precios en cascada sobre los productos de la canasta básica, que se volverá inalcanzable para las familias pobres. El Inegi confirmó que la inflación creció debido al alza mensual del 0.63 por ciento en los energéticos, con lo que se rebasó el nivel inflacionario del 3.72 por ciento previsto por los especialistas.
México está sumergido en una crisis política y económica profunda prácticamente desde que Andrés Manuel López Obrador tomó posesión de la Presidencia de la República en diciembre de 2018. Desde entonces, se ha profundizado la pobreza en todos los niveles; el desempleo se ha generalizado; la violación a los derechos humanos ha crecido y la polarización social ha aumentado debido a la beligerancia política del propio Mandatario mexicano.
La tardía actuación para controlar la pandemia y la falta de un plan efectivo de prevención han causado ya dos millones de contagios; la cifra oficial de muertos casi alcanza los 200 mil y la 4T no podrá cumplir su promesa de que en agosto ya estarán vacunados 80 millones de mexicanos, pues carece de las dosis necesarias para ello; tal promesa no es más que demagogia pura.
Los análisis del FMI, el alza en la gasolina y el gas LP, la crisis de la pandemia y la profundización de los problemas sociales ponen a México como uno de los países que podrían enfrentar conflictos masivos en las calles y acciones de represión oficial contra sus actores, debido a la impericia y el autoritarismo del Gobierno morenista, como pudo atisbarse en los hechos del 8M y en las vallas metálicas de más de dos metros de altura que se colocaron en la parte frontal del Palacio Nacional. Por el momento, querido lector, es todo.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario