El próximo sábado 30 de enero se inaugurará en Tecomatlán, Puebla, cuna de Antorcha Campesina, la edición XVIII de las Espartaqueadas Deportivas del Movimiento Antorchista Nacional, y hasta el 6 de febrero, este emblemático municipio, albergará a cerca de 17 mil deportistas de todo el país que se disputarán los primeros lugares en beisbol, futbol, basquetbol, voleibol, natación y atletismo, en las distintas categorías (infantil, juvenil, primera y segunda fuerza); atrás, en las eliminatorias regionales y estatales, se quedaron algunos miles de jóvenes que no lograron pasar, en esta ocasión, a la competencia nacional. Son, las Espartaqueadas deportivas y culturales, un intento del antorchismo nacional para contribuir a la formación de un hombre más integral y más sano espiritual y físicamente.
Hoy me permito comentar a mis escasos lectores sobre una faceta poco conocida del Movimiento Antorchista en algunos sectores de la sociedad: la actividad cultural y deportiva que, prácticamente desde su nacimiento, realiza Antorcha a lo largo y ancho del país, con el propósito de contribuir a la formación del hombre integral, capaz, por su cultura y espíritu recio, formado por el deporte, de analizar todos los fenómenos de su entorno y no ser presa fácil de la manipulación de toda clase, desde aquélla que pretende convencernos de que tal o cual personaje o partido es el bueno para sacar de la miseria a millones de mexicanos, y que les promete el oro y el moro a las clases medias, hasta aquélla que nos dice de la existencia de una píldora mágica para adelgazar y tener un cuerpo escultural.
Pues bien, como decía, prácticamente desde el surgimiento de Antorcha, nace con ella, a través de su creador e inspirador, el Ing. Aquiles Córdova Morán, la convicción de que el pueblo, para una vida digna y plena, no solamente requiere de contar con los servicios básicos en su casa o con salud, sino también, y de manera fundamental, con educación, pero una educación completa, donde no solamente conozca de matemáticas, literatura o las ciencias naturales, sino que sea competente de hacer y apreciar el arte y el deporte.
Y, en este espíritu están enmarcadas todas las actividades culturales y deportivas del Movimiento Antorchista. En el caso del deporte, consideramos que una de las tareas fundamentales de la sociedad en general, de los gobiernos y organizaciones genuinas del pueblo, es construir una juventud que practique de manera tenaz y disciplinada un deporte, tratando de destacar en él sus virtudes y capacidades a través de una competencia permanente que eduque la mente, el cuerpo y la propia voluntad del hombre; es decir, jóvenes mexicanos, hombres y mujeres, limpios de mente y sanos de cuerpo, que en lugar de dedicarse a ingerir alcohol, consumir drogas o practicar el sexo prematuro, practiquen y enseñen un deporte.
Ciertamente que es una tarea nada fácil, sobre todo si partimos del hecho de que en la actualidad viene imperando, casi en todo el mundo, y fundamentalmente promovida por las fuerzas económicas y políticas dominantes, la idea de que el deporte es una oportunidad para hacer negocio y, así se le fomenta más que como actividad recreativa y educativa; y como resultado tenemos que el pueblo mexicano, como en otras actividades, está a la zaga de países más pequeños, donde incluso, en fútbol, el deporte más practicado por los mexicanos, nos ganan países como Guatemala y El Salvador. Estas son algunas de las consecuencias de hacer del deporte un negocio para el enriquecimiento de unos cuantos a costa de abandonar el deporte popular como arma para forjar el hombre nuevo.
Los antorchistas no comulgamos con el deporte elitista, con el deporte- negocio; es decir, estamos en contra del deporte que prostituye al deportista, vendiéndolo como si fuera mercancía, ya sea en el mercado de piernas o brazos, porque es ésta una concepción antihumana del deporte. Consideramos que es una tarea fundamental volver a hacer del deporte un arma educativa para el pueblo, un instrumento de formación de la juventud y, es en este contexto que se encuentra la realización de la XVIII Espartaqueada Deportiva Nacional del Movimiento Antorchista, que cada dos años se realiza en Tecomatlán, Puebla, y que debería ser un ejemplo a seguir por las propias instituciones oficiales y por todas aquellas promotoras del deporte.
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