Ya no hay duda, en México peligra la vida de los que buscamos bienestar. Lea usted lo siguiente, amigo lector: "Basta de hablar de obras y progreso ¡Vas a caer! ¡No más Antorcha en la sierra norte y Mixteca! ...Fuera Antorcha de Puebla y México [...]" Es un extracto de un mensaje macabro, de una amenaza de muerte enviada al teléfono celular del Ingeniero Nibardo Hernández Sánchez, dirigente del Movimiento Antorchista en Cuayuca de Andrade, en el estado de Puebla; fue sólo una más de tantas, que ya hemos denunciado públicamente, incluso ante el gobierno del estado; y nuevamente se repite hoy, a seis meses de que el Ingeniero sufriera un atentado con armas de fuego cuando salía de una reunión en una comunidad del municipio. ¿Qué pasa con el Gobierno de Puebla que no actúa?
¿Dirá usted acaso, amigo lector, que exagero? entonces permítame informarle, que esta nueva amenaza de muerte llegó a su destinatario, justo casi, cuando acabábamos de enterrar el cuerpo del joven dirigente antorchista Licenciado Manuel Hernández Pasión, Presidente Municipal de Huitzilan de Serdán, también del Estado de Puebla; éste, fue cobardemente acribillado con armas de grueso calibre, por un comando armado que lo esperaba a las afueras de la comunidad de Zacapoaxtla; lo asesinaron a plena luz del día, en una vía muy transitada y sumamente poblada, y por los informes que se dan, se sabe que lo corretearon ya herido, para rematarlo; es decir, los asesinos sabían perfectamente, con cuánta impunidad y protección contaban, que se tomaron el tiempo necesario para su faena mortal.
Pero ¿por qué tanta saña contra Manuel Hernández Pasión y los antorchistas?, ¿qué debía o qué daño hacía este buen hombre? Pudiera yo hacer una narración extensa de todas las "obras y progresos" que Manuel consiguió tan sólo en su administración municipal para todo su pueblo; incluso pudiera yo narrar también en extenso, todo el horrendo sufrimiento que padecieron los pobladores hutziltecos, a manos de los caciques del municipio, antes de la llegada de Antorcha a esta empobrecida comunidad, pero le aseguro amigo lector, que necesitaría yo escribir mucho, muchísimo más que este pequeño trabajo y aún me quedaría corto. Pero a cambio, -aunque sé que no es suficiente-, puedo compartirle mi experiencia, y si se puede, transmitirle lo que sentí, cuando acudí a Huitzilan, a dar cristiana sepultura a nuestro querido compañero.
Para empezar diré, que Huitzilan de Serdán se encuentra enclavado en lo que se conoce como la sierra nororiental de Puebla, y su acceso, como en todos los pueblos de por allá, es un tanto difícil, sobre todo para los que somos visitantes ocasionales. Pues bien, ya desde muy temprano, para llegar al centro de la cabecera municipal, dónde se brindaría un homenaje póstumo, dado la gran cantidad de pobladores de la zona, que para entonces ya eran miles, tuvimos que caminar cerca de tres kilómetros porque no había ya acceso para vehículos. Una vez en el auditorio, -donde fue el homenaje de cuerpo presente-, mi admiración y sorpresa ya no tuvo medida. No me cabía en la cabeza, cómo es que ese hombre, que yacía ya en el féretro, pudiera ser tan malo como para asesinarlo de manera tan vil, si ahí reunidos, para despedirlo, había no menos de 30 mil hombres y mujeres, indígenas la inmensa mayoría, que descalzos como acostumbran algunos, desafiaron el tiempo para ver por última vez a su líder ya muerto.
No alcanzo a entender quién pueda ser tan malo en vida, cuando en su entierro le lloran más de 30 mil almas juntas. ¿Qué tanto bien hizo Manuel, por su pueblo con Antorcha, como para tal homenaje póstumo? Obras, seguramente muchas buenas obras y progreso, que es lo que damos los antorchistas al pueblo pobre. Y por eso mataron a Manuel Hernández Pasión, y por eso, los enemigos del progreso de los pueblos pobres, los que nada quieren dar, los que siempre nos niegan todo, son los verdaderos asesinos, los que desean además, el exterminio de todos los antorchistas de México.
Pero entonces, ¿qué podemos hacer?, ¿cómo buscar el bien para los pobres, sin ser blanco de la muerte? Y la muerte de Manuel nos lo recuerda, con toda su inmensa procesión: ¡El pueblo, la solución es el pueblo pobre organizado! Para aguardar la vida de sus líderes, urge la organización del pueblo.
Y en Colima, y en todos los demás estados, ¿estamos a salvo los impulsores del progreso social del pueblo pobre?, ¿las balas asesinas no nos alcanzarán hasta acá, cuando hablemos de obras y progreso? No, no estamos a salvo, nunca lo estaremos, mientras en cada rincón de la patria, llegue el tufo corruptor del sistema de producción neoliberal; mientras este país siga siendo estrujado hasta la última gota, por lo dueños de la economía, la ideología y la política, ningún mexicano bien nacido que aspire al progreso social estará a salvo. Es momento de que el pueblo lo sepa y actúe como un sólo hombre, llegó la hora de sumar a todos los pobres y tomar rumbo, y en esto, indudablemente Antorcha tiene la dirección.
Finalmente, compañeros antorchistas poblanos, sepan ustedes que los antorchistas colimenses estaremos al pendiente. Para que no quede en simple retórica, gritaremos a voz en cuello nuestro progreso. ¡Oigan esto!: Gracias a Antorcha, en menos de una semana cambiaremos la historia de cientos de hijos de campesinos pobres de Colima; con la gestión de todos los antorchistas del país, construiremos en cinco municipios, los edificios de seis bachilleratos y una casa para estudiantes de escasos recursos; son casi 20 millones de pesos arrancados a la clase dominante y sus cancerberos, para beneficio de los más pobres. Gracias a obras como estas, ahora somos la única alternativa política del pueblo pobre trabajador. ¡Por todos los caídos, nosotros estamos de pie! Y como dijo Salvador Díaz Mirón: "El ave canta aunque la rama cruja, como que sabe lo que son sus alas".
0 Comentarios:
Dejar un Comentario