MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Nancy López García, In Memoriam

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¡Qué gran corazón ha dejado de latir!

Nancy López García nació el 29 de abril de 1991 en la ciudad de Puebla. Sus padres, Magdalena García Parada y Mauro López Martínez, originarios de la comunidad de Texocuixpan, Ixtacamaxtitlán, Puebla y de la comunidad de Santa Cruz Pocitos, Altzayanca, Tlaxcala, respectivamente. 

De origen campesino, sus padres se esforzaron por darle educación a sus dos hijos, que por la misma situación económica en que vivía uno de ellos (Arturo López) decidió abandonar sus estudios para ayudar, primero, en las labores del campo y, posteriormente, empleándose en el transporte público para contribuir a los gastos del hogar.

Nancy, aunque decidió continuar con sus estudios, consciente de la situación económica de su familia, contando siempre con el apoyo de sus padres y hermano, no escatimo esfuerzos para dedicar parte de su tiempo a sus estudios tanto de nivel media superior como universitario y a un trabajo de medio tiempo, también para contribuir a los gastos de su familia y de sus mismos estudios.

Estas acciones evidenciaban la gran responsabilidad y voluntad que tenía, no sólo por su superación personal, sino por apoyar a sus padres, lo que le hacía concebir la vida de una forma distinta a la que la mayoría de los jóvenes en su tiempo entendía superficialmente.

Sabía perfectamente que la única forma de poder ayudar a su familia era estudiando y lograr para ellos una vida digna, anteponiendo los intereses comunes, antes de los personales.

Con una complexión frágil, pero con un espíritu de hierro, Nancy se enfrentó a su realidad como pocas personas lo hacen; una realidad de miseria, de pocas posibilidades de ascender a una vida digna, de desigualdades, de falta de cultura, la cual pudo vencer con dedicación y su eterno carisma, que contagiaba de alegría a todos quienes se cruzaban en su camino.

Su vida académica estuvo marcada por esfuerzo, dedicación y responsabilidad, pues desde la edad de año y medio, inició su educación en una escuela de educación inicial, apasionada siempre por aprender lo desconocido.

Con entusiasmo y alegría continuó con su educación preescolar, primaria y secundaría en la comunidad que vio nacer a su padre. Todos sus maestros y amigos la recuerdan con la llama de su carisma y alegría, con su sensibilidad y deseos de superarse día con día. 

Después de cursar sus estudios con mucho éxito en el Colegio de Bachilleres del Estado de Tlaxcala (COBAT) en el municipio de Cuapiaxtla, Tlaxcala, decidió postularse para los exámenes de admisión a la Universidad, siendo admitida en la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx) y en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), con sede en Toluca, y sin pensarlo, por la cercanía y los gastos económicos que implicaba, decidió estudiar en la UATx.

Desafortunadamente, por trámites legales de sus documentos, no terminó el trámite de inscripción por lo que tuvo que pausar por un año sus estudios, mientras trabajaba para seguir apoyando a su familia.

El inicio de su vida académica en la UATx, en la carrera de Psicología, era también preludio de una vida dedicada a la lucha revolucionaria. Ingresó a la Casa del Estudiante Tlahuicole (CET), donde tuvo el primer contacto con la lucha estudiantil, sumándose febrilmente a la causa por lograr una educación crítica, científica y popular a través de la lucha de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR) por mejores condiciones materiales de las escuelas y por la construcción de la CET. En ese tiempo se habitaba en casas-hogar que se sostenían con el pago de una renta a través del gobierno del estado, resultado de una lucha estudiantil previa.

Nancy no solo logró grandes resultados en la universidad sino, además, una destacada participación en la lucha de la FNERRR, pues fue parte de diversas gestiones y manifestaciones con las que se lograron becas para los moradores de la CET y acceso a las diferentes carreras de la universidad para estudiantes de escasos recursos.

También fue parte de la lucha por la construcción de la CET, donde se logró recuperar un recurso de 34 millones de pesos etiquetados por la federación para dicha obra; recurso que el gobierno del estado, entonces encabezado por Marco Mena, pretendía retener para sus propios intereses.

Con una complexión frágil, pero con un espíritu de hierro, Nancy se enfrentó a su realidad como pocos; una realidad de miseria, de pocas posibilidades, y aun así logró destacar como una gran luchadora social.

Culminando sus estudios universitarios con promedio de excelencia, tomó la determinación de integrarse a las filas del Movimiento Antorchista, dirigido en ese momento por otro mártir de la lucha revolucionaria, el Ing. Carlos Noé Sánchez Rodríguez, fundador de la organización en el estado de Tlaxcala; quien influyó significativamente en la formación teórica y consolidó el espíritu revolucionario de Nancy López.

Fue aquí donde, con mayor abnegación y decisión, abrazó las causas sociales en aras del bienestar de quienes viven en condiciones de pobreza y desigualdad, renunciando a sus intereses personales para poner por encima los intereses comunes de la clase trabajadora.

La pobreza económica, la falta de justicia para las mayorías, llamó a Nancy al trabajo práctico, destacándose como una gran luchadora social: educó y organizó a campesinos, colonos y estudiantes, a quienes representó con firmeza en la lucha para la solución de sus demandas. Ello la llevó a ser líder del movimiento antorchista en Huamantla, donde logró obras y servicios para las comunidades y colonias.

Sin embargo, el 14 de octubre de 2018, esa llama intelectual y revolucionaria se apagaba. La mezquindad y vileza de algunos hombres nos arrebataron la vida de una ejemplar compañera de lucha, y personalmente, a una compañera de vida.

A Nancy no sólo nos la arrebataron las manos del crimen, sino la crueldad de la sociedad actual, provocada por las ambiciones de quienes controlan el poder económico de nuestro país, culpables de la desigualdad económica y consecuentemente de la descomposición social: crimen organizado, delincuencia, pobreza, corrupción y demás síntomas de esta grave enfermedad.

El 14 de octubre de 2018, Nancy entraba en su última morada, desde la cual, con la cabeza eternamente envuelta hacia el cielo, velará por el mundo nuevo que en vida había decidido luchar, y que sus compañeros y el pueblo organizado estamos dispuestos a alcanzar.

Nancy, tu muerte es sólo tu ausencia física, pero la llama de tu espíritu revolucionario sigue viva en la lucha diaria de quienes te queremos y recordamos con amor profundo.

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