El Presupuesto de Egresos de la Federación 2024 propuesto por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha dejado una vez más en evidencia la prioridad dada a la compra de votos en lugar de ayudar a los más necesitados. En un momento de crisis y desesperación, donde 2.3 millones de guerrerenses sufren las consecuencias del huracán Otis, el gobierno parece estar más enfocado en sus intereses políticos que en la verdadera ayuda a la población.
El presupuesto no asigna ni un solo peso partido por la mitad para la reconstrucción, rehabilitación y apoyo a los damnificados en Guerrero. Esto es un golpe a la dignidad y al bienestar de los afectados, que se encuentran en una situación desesperada. Es inaceptable que, en un país donde la pobreza y la marginación son una realidad cotidiana, se descuide de esta manera a las víctimas de un desastre natural.
Especialistas estiman que se necesitan más de 300 mil millones de pesos solo para la reconstrucción de Acapulco y ¿Coyuca y demás municipios afectados por Otis? Sin embargo, la administración de la 4T solo contempla asignar 10 mil millones de pesos.
Esta diferencia abismal demuestra una falta de compromiso real para resolver los problemas en la región. Es como arrojar una gota de agua en medio del desierto.
Guerrero es uno de los estados más pobres de México, a pesar de ser uno de los que más apoyos asistenciales de la 4T recibe. Esto demuestra que los programas de asistencia no están abordando eficazmente la pobreza y que, en cambio, están siendo utilizados como herramientas para ganar votos. La población necesita soluciones a largo plazo, no medidas temporales que no aborden los problemas fundamentales.
El "plan para poner en pie a Acapulco" presentado por AMLO es una ofensa para las familias afectadas. La cantidad asignada a las víctimas, entre 35 y 60 mil pesos para reconstruir sus viviendas, es insuficiente dada la magnitud de la devastación.
En un momento de crisis como este, el gobierno debería mostrar su compromiso con la población y brindar un apoyo real y significativo tal y como los ciudadanos apoyaron a AMLO en 2018, pues dijo Lopez Obrador que Acapulco lo quiere, entonces que le pague su cariño con acciones.
La indiferencia del gobierno de la 4T se refleja en su intento de minimizar la magnitud de la tragedia. La Secretaría de Gobernación (Segob) ha ignorado deliberadamente a 45 municipios afectados por el huracán, donde viven 1.5 millones de guerrerenses que no están siendo considerados en ningún plan de apoyo. Esto es una afrenta a la justicia y al deber del gobierno de proteger a todos los ciudadanos por igual.
Ante la falta de respuesta efectiva por parte del gobierno, el pueblo trabajador ha tomado la iniciativa para ayudar a los damnificados. La solidaridad y la empatía del pueblo son evidentes en los esfuerzos para proporcionar alimentos, agua y refugio a los afectados. La promesa de "cobrarse en las urnas" en las próximas elecciones es un claro llamado a la rendición de cuentas de los líderes gubernamentales.
Es alentador ver que el Movimiento Antorchista se ha solidarizado con los afectados y ha organizado colectas de víveres y ayuda en Guerrero. Sin embargo, es lamentable que la buena voluntad de la sociedad civil tenga que llenar el vacío dejado por un gobierno indolente.
El presupuesto de la 4T para 2024 y su respuesta ante la tragedia en Guerrero dejan en claro que las prioridades del gobierno están mal enfocadas. Aunque eso no es novedad. Es hora de exigir que se destinen recursos públicos adecuados para ayudar a los damnificados y abordar los problemas fundamentales de la región. Guerrero y su gente merecen una respuesta más efectiva y compasiva por parte de sus gobernantes.
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