La política de austeridad impuesta por Morena desde el pasado sexenio mantiene en calidad de desmantelados los hospitales, que carecen de medicamentos, insumos y equipamiento, muy diferente al compromiso del expresidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de que el sistema de salud del país sería mejor al de Dinamarca.
Las carencias en la red hospitalaria del sector público se deben a las fallidas políticas públicas impulsadas por Morena.
El sistema de salud de México fue hecho pedazos, y eso duele porque en el país hay muchas personas viviendo en pobreza y pobreza extrema.
Es lamentable ver que los trabajadores tratan de atender muchos servicios, pero no pueden hacerlo por falta de material, ya que persiste el desabasto de medicamentos, material de curación y equipo para atender a la población que demanda servicios médicos. Tampoco hay alimentos para los pacientes que se encuentran internados en los hospitales generales.
Ejemplo: En el Hospital General “Raymundo Abarca Alarcón” de Chilpancingo, ingresó un paciente a la sala de urgencias, donde unas seis camillas y diez sillas estaban ocupadas en su totalidad. Tras casi dos horas de espera, una enfermera salió a pedir a los familiares que adquirieran un medicamento para el dolor, pero también suero y el equipo para venoclisis, para suministrarlo.
Más tarde salió otro trabajador del nosocomio para informar que el paciente requería una pastilla y pidió a los familiares ir a comprar a la farmacia más cercana el medicamento y una botella de agua.
Efectivamente, el personal atiende con los recursos al alcance, pero no hay ni agua para que los pacientes internados puedan tomar una pastilla.
La población ha reprochado la desaparición del Seguro Popular, que fue sustituido por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), que fue un fracaso total y a su vez fue sustituido por el IMSS Bienestar, que tampoco ha mejorado los servicios médicos y la atención a la gente.
Transferir recursos de la Secretaría de Salud a un organismo descentralizado como el IMSS-Bienestar, que no tiene ni pies ni cabeza y está a punto de colapsar no sólo en Guerrero sino en varias partes del país, fue una mala decisión.
Ante esta situación generalizada en el país, es necesario un cambio radical en políticas y estrategias gubernamentales para combatir el retroceso que existe en materia de salud en el territorio estatal y nacional.
De nada sirven los apoyos económicos que entrega a diestra y siniestra el gobierno federal porque el dinero no alcanza para la adquisición de productos de la canasta básica, menos para la compra de medicinas ante el desabasto del cuadro de medicamentos que persiste en los hospitales y centros de salud distribuidos en las ocho regiones de la entidad guerrerense.
En pocas palabras, el sistema de salud de México fue hecho pedazos y eso duele porque en el país hay muchas personas viviendo en pobreza y en pobreza extrema. Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), de la población que existe en Guerrero, de más de 3.5 millones, el 66.4 % vive en situación de pobreza, lo que significa que más de 2.3 millones de personas carecen de recursos para cubrir sus necesidades básicas de alimentación, salud, educación, vivienda y acceso a servicios esenciales. De esta población, el 25.5 % vive en condiciones de pobreza extrema.
Recientemente, se informó que el Hospital IMSS-Bienestar enfrenta los mismos problemas que otros hospitales del país: falta de equipo, medicamentos e insumos para brindar atención. El sistema de salud está rebasado y la población de Iguala también lo sabe.
En los quirófanos no hay material para cirugías, no hay medicamentos y esto no es un tema político, es un tema de supervivencia porque actualmente, las clínicas y nosocomios son sinónimo de muerte, si los familiares no tienen dinero para comprar los medicamentos que su paciente requiere.
Si esto pasa en hospitales de Iguala y de Chilpancingo, capital del estado de Guerrero, ¿se pueden imaginar cómo estarán las clínicas y centros de salud de los pueblos más remotos de la Montaña o Sierra de Guerrero, donde las malas condiciones de los caminos complican la situación?
El problema no es de médicos, enfermeras, químicos y demás personal de salud que trabaja sin insumos, el problema es del gobierno federal que no suministra a los estados y municipios lo necesario para atender la salud de los mexicanos. Como siempre, la población más vulnerable es la que sufre las consecuencias de este decadente sistema de salud.
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