MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Morena, a la sombra del caudillo: el origen (1/3)

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“Estamos hablando con el corazón en la mano, Hilario, no con frases buenas para engañar a la gente. Ni a ti ni a mí nos reclama el país. Nos reclaman (dejando a un lado tres o cuatro tontos y tres o cuatro ilusos) los grupos de convenencieros que andan a caza de un gancho de donde colgarse; es decir, tres o cuatro bandas de politiqueros... ¡Deberes para con el país!...”. -Martín Luis Guzmán

“Es claro que Morena justo es el lopezobradorismo per se, o sea, es una manera de transformar cosas, y Morena va a seguir creciendo y se va a llevar el carro completo y todo lo que venga adentro del carro. Lo que quiero que entiendan no es que Morena es un ente discursivo, existe, es una marca, no. Morena es algo que se trabaja todos los días, es algo que se construye como puerta por puerta, casa por casa, y eso no se va acabar porque tu origen es tu destino. Más allá de Andrés Manuel, es una manera de construir pueblo, y ese construir pueblo es exactamente el lopezobradorismo”, sostenía Estefanía Veloz, una joven morenista autodenominada “chicana, feminista y socialista” en sus redes sociales, en un programa de El Financiero, Nación 321, un año después de que Morena se llevara el carro completo, al mismo tiempo que contaba con gran entusiasmo cómo se afilió a dicho partido. Si la menciono es porque es uno de los rostros jóvenes más visibles del morenismo que tratan de defender la narrativa lopezobradorista para legitimar la supuesta cuarta transformación.

Contrario a lo que sostenía Veloz, estamos siendo testigos de declaraciones de integrantes activos de Morena y pugnas intestinas de lopezobradoristas de hueso colorado que ponen en apuros al partido y dejan ver el posible final de Morena más rápido que como llegó al poder. ¿Esto es así? Y si es así ¿a qué se debe? El objetivo de este trabajo es poner sobre la mesa algunos elementos que nos ayuden a entender qué dio origen a Morena, qué tipo de partido es y, por tanto, hacer un ejercicio de prospectiva que nos permita hacernos una idea de cómo llegará a las elecciones intermedias de los corrientes. 

Según la teoría política, un partido político es, por definición, un instrumento de una clase social, fracción de clase, estrato o simple grupo con intereses económicos y políticos comunes, cuyo objetivo principal es la conquista del poder político. El politólogo italiano, Ángelo Panebianco, plantea que “los partidos son grupos que persiguen la obtención de ciertos fines, la ideología de cada partido es el mejor indicador de sus fines”. ¿Cómo se explica que un partido con ideología de izquierda haya actuado como un partido catch all (atrapatodo)? ¿Ese pragmatismo que los llevó al poder les está sirviendo para gobernar?

En mi opinión, Morena corre el riesgo de demostrar ser el instrumento no de un pueblo cansado de más de lo mismo, sino en el instrumento de un falso redentor, audaz es cierto, pero sólo leal a sí mismo. Uno de los padres de la sociología, Max Webber, hizo del poder uno de los centros de su reflexión, su estudio puede servirnos para entender mejor los orígenes de la legitimidad del poder. ¿Cómo se entiende que los seguidores del actual primer mandatario lo sigan con tanta devoción rayando en el fanatismo religioso, incluidos no sólo mexicanos de a pie sino jóvenes como Veloz, con cierta presunción de que la razón les atañe? La dominación -según Weber- es la capacidad de ciertos individuos y grupos de suscitar la obediencia más o menos voluntaria de otras partes de la sociedad. A diferencia del poder puramente coercitivo que se mantiene principalmente por la imposición, el poder legitimado, la dominación, se mantiene porque los dominados están convencidos de la “positividad” de su obediencia.

 

Max Weber plantea tres formas de dominación legítima que son básicamente la legal, tradicional y carismática. La dominación carismática proviene de la apreciación de los atributos individuales (aclaro, sólo percibidos) de un líder particular, del carisma de éste. Los dictadores han tenido éxito en acumular poder de esta manera. Más que seguirlo con la razón, lo siguen por las emociones que éste les causa dadas sus características personales, casi siempre, vistas extraordinarias. Así se legitima la obediencia y lealtad de la masa hacia el caudillo, el funcionamiento político existe sólo en relación con la vigencia del caudillo y su carisma y (¡OJO!) esa obediencia durará mientras existan dichas “cualidades” del caudillo ante sus seguidores. El liderazgo carismático es propio de los partidos políticos en proceso de formación. El problema de este tipo de legitimación es que se desgasta rápidamente y es difícil encontrar sustitutos con igual carisma. Aquí su fuerza, pero también su talón de Aquiles.

Morena tiene sus orígenes en López Obrador, surgió primero como una protesta organizada a partir del polémico proceso electoral de 2006, que dio origen a un movimiento social que impulsaría su propuesta denominada Nuevo Proyecto Alternativo de Nación, superando las etapas y las estrategias de lucha posteriores como la Convención Nacional Democrática, el “gobierno legítimo” y el movimiento en defensa del petróleo y la soberanía nacional, dejando atrás los cinco años de resistencia civil pacífica, con múltiples recorridos por el país para conformar los comités de apoyo a favor de esta causa.

El liderazgo de López Obrador ha hecho que se pueda hablar de una corriente en la izquierda oficial llamada lopezobradorismo, que se fue conformando con una estructura social propia y al margen de los partidos políticos de izquierda, aunque en ciertas coyunturas como en el proceso electoral federal de 2009 tuvo apoyos importantes de las dirigencias y las bases del PT y de Convergencia (Hoy Movimiento Ciudadano) y de una parte de las bases y fracciones políticas del PRD (definidas en sus estatutos como expresiones políticas, pero que son mejor conocidas como corrientes o tribus), mas no de su dirigencia nacional encabezada por Nueva Izquierda (NI), la tribu hegemónica dentro del partido y que dirigía sus destinos desde 2008 con Guadalupe Acosta Naranjo, Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete, sucesivamente, quienes nunca estuvieron de acuerdo con el liderazgo personalizado de López Obrador.

El nombre de Morena se utilizó oficialmente como asociación civil, fundada el 2 de octubre de 2011 como proyecto para participar en las elecciones del 2012, aunque con una estructura paralela. Al momento de su conformación como asociación civil, Morena contaba con dos mil 217 comités municipales y 37 mil 453 seccionales, integrados por 179 mil dirigentes y por cuatro millones de inscritos al movimiento como "protagonistas del cambio verdadero", término que desde su creación Morena utiliza en sus documentos básicos para denominar a sus afiliados.

Detrás de la creación oficial de Morena como asociación civil, López Obrador tenía la intención real de convertir a esta organización en una fuerza política que pudiera contender en el proceso electoral de 2012, no como un partido político todavía, porque las leyes electorales no lo permitían para ese año, pero sí le daría a él la posibilidad de negociar su candidatura a la presidencia con los partidos políticos de izquierda, pero teniendo como base de apoyo una fuerza propia. Luego de una encuesta interna donde compitió con el actual polémico secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, para definir al candidato que representaría a la izquierda, el 16 de marzo del 2012 López Obrador rindió protesta como candidato presidencial del PRD en el Polyforum Siqueiros ante el Consejo Nacional del partido. Así fue como formaron un frente de izquierda, junto con el PT y Movimiento Ciudadano.

Pero no ganaron. Con el 31.60 % (15,848,827) del total de los votos (50,143,616) quedaron en segundo lugar. Aunque Morena era, al momento de su conformación, esencialmente un movimiento social, desde un primer momento se dejó ver claramente la intención de su fundador y máximo dirigente de transitar hacia un partido político que buscaría hacerse del poder. Estaba convencido que él personificaba la esperanza de México y la única manera de que llevara adelante su proyecto es con un partido a su disposición para no tener que arriesgarse a perder una elección interna, pues éste ya había tenido dos oportunidades y no era el único interesado. El PT y Movimiento Ciudadano, aunque lo apoyaban, no dejaban de tener intereses propios. Así que después de aquel fracaso, López Obrador le planteó a su movimiento la siguiente disyuntiva: convertirse o no en partido político. La respuesta era de esperarse.

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