En los últimos años, la juventud de Chiapas se ha enfrentado a grandes retos que se agudizaron con la contingencia provocada por la covid-19, ante la falta de recursos que pudieran pertrechar la alimentación, vestido y calzado suyos y de su familia, son los varones quienes en mayor porcentaje cruzan la frontera norte de nuestro país, con el fin de materializar su sueño americano.
Un sueño cuyo valor es demasiado alto y que ha conducido, incluso, a algunos a la muerte. En Simojovel, por ejemplo, tan sólo en 2020 se da un incremento del 53% de jóvenes que han decidido abandonar el pueblo natal para buscar mejores oportunidades en el extranjero.
Esto sin contar, claramente, aquellos que deciden trasladarse a otros estados dentro de la republica con el mismo propósito. La agudeza con que este problema ha ido creciendo no es casual, pues se sabe que en los municipios más alejados es casi un recurso para el trabajo el considerar marcharse a Estados Unidos (EE. UU.) en búsqueda de mejores oportunidades.
Pero el problema migratorio no es sólo afuera de nuestro estado y país, Chiapas alberga, por ejemplo a una gran cantidad de migrantes que, buscando una ruta temporal para calmar su viaje a los Estados Unidos, se refugian aquí. Se enfrentan entonces a la persecución, al robo y asaltos, a las muestras de desprecio y a la vulnerabilidad que las diferencias entre las costumbres e idioma dejan.
Es pues, nuestro estado, una trinchera en la que se disputan dos partes de la población pertenecientes al mismo sector, con los mismos sueños, anhelos y esperanzas y que son arrebatados casi de la misma manera, de la misma inhumana manera.
¿Qué han hecho las autoridades al respecto? El año pasado, la crisis migratoria en el estado traía consigo un oleaje inconmensurable de extranjeros que buscaban una ruta mejor para llegar al vecino del norte, estos mismos al cruzar el estado, pedían a la ciudadanía su apoyo y colaboración y a las autoridades que en un “intento sobre humano y glorioso” se dedicaron a regalarles cubre bocas porque, las medidas sanitarias se deben aplicar a todos sin importar su edad, género, o nación proveniente.
Y con los migrantes chiapanecos, la historia no es distinta, los intentos que han hecho por parte del gobierno federal y estatal, no alcanzan ni siquiera a ser paliativos para la inmensa pobreza que se sufre en el estado. Chiapas ocupa el nada honroso primer lugar en pobreza en el país, contra factual a los porcentajes de riqueza que genera. No hay, no ha existido un plan real para una distribución más equitativa de la riqueza en nuestro estado, ni para generar más y mejores empleos, ni para contribuir de manera directa en acciones de impacto para potenciar el campo, el turismo y otros campos en los que Chiapas puede crecer.
Lo antes dicho, se traduce en cifras crecientes de personas que, al no lograr el sueño americano, ahora se encuentran en prisiones o han perdido la vida en el intento. Esas muertes no parecen dolerle a los gobernantes cuya sensibilidad es impenetrable, pues las imágenes crudas no conmueven a ninguno de estos, de hacerlo el trabajo se vería en lo inmediato.
Desde aquí y con esta pluma, exigimos a las autoridades competentes que ataquen el problema de raíz, que propicien un estudio real para la potenciación de los sectores productivos y salvaguardar el empleo para todos. No hacerlo nos conduce, nuevamente al estallido de un problema social grave de esos que se desatan en nuestro estado cada vez con mayor regularidad.
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