Conforme transcurre el tiempo, se ve con mayor claridad que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador conduce al país a un destino totalmente opuesto al que prometió, nuestro país no ha superado los graves problemas que lo aquejan desde hace décadas, como la falta de crecimiento económico y sus manifestaciones, la inseguridad galopante, la corrupción y el pésimo sistema de salud, que fueron las banderas principales en el triunfo electoral del primer mandatario en 2018, por el contrario, los problemas se agravan y se profundizan, en gran medida por la improvisación y las ocurrencias que son el sello indeleble del Gobierno morenista.
Nada, absolutamente nada, ha cambiado para bien de las grandes mayorías, que somos los que padecemos los grandes flagelos de nuestra patria. Hoy vivimos en medio de la inflación más aguda de los últimos 21 años, durante la primera quincena de abril de 2022, la inflación a los consumidores se aceleró a 7.72% anual (cifras del INEGI). A decir de Carlos Serrano, economista jefe de BBVA México: “estamos en un entorno en donde va a ser muy complicado disminuir la inflación porque no es un fenómeno de México, es un fenómeno global. Todos los países del mundo están viendo como contener la inflación y no se está logrando”.
La tendencia acelerada de la inflación tiene efectos importantes en la seguridad alimentaria de la población, el encarecimiento de la comida en México golpea de manera particular a los hogares más pobres porque son quienes destinan mayor parte de sus ingresos a este rubro. Las familias que componen los deciles I y II destinan la mitad (50.2%) del dinero que perciben sólo a comer (Ana Karen García, El Economista, 11 de mayo).
Sombrío panorama para los mexicanos porque el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC) impulsado por el presidente López Obrador es insuficiente para detener el incremento de los precios. Estamos ante un gobierno que carece de un proyecto económico, que demuestre con todo rigor científico su viabilidad y exponga con todo detalle, lo que se propone hacer para responder a las carencias y necesidades ordinarias de los ciudadanos, así, como en las contingencias mundiales que tienen repercusiones directas sobre los mexicanos, sin ser exclusivas de nuestro país.
Otro aspecto en el que se nota un gran retroceso, es el de la inseguridad, que ha alcanzado cifras históricas en este gobierno, ya superó los 120 mil homicidios dolosos, casi 100 mil desaparecidos, 11 mujeres asesinadas diariamente en promedio, así como el asesinato de 145 periodistas y activistas. La sociedad mexicana se está desangrando y no hay una estrategia clara para corregir la situación. La seguridad está en manos de las Fuerzas Armadas a las que el presidente les ha asignado la tarea de policías, pero con restricciones como los abrazos y no balazos, que los pone a merced de los grupos delincuenciales, que hacen escarnio de ellos, como sucedió en días pasados en el estado de Michoacán donde fueron perseguidos por uno de estos grupos.
Hecho que el presidente justifica con sandeces, como el respeto y el cuidado de las bandas criminales, porque también son seres humanos, a lo que agrega la cantaleta desgastada, de que las cosas ya no son como antes y, tiene razón, ahora son peores, las cifras lo demuestran; su gobierno mira impasible cómo las normas de convivencia pacífica que la sociedad se ha dado y ha acordado respetar, son violadas con total impunidad, auspiciada por su propia omisión.
Han hecho trizas su bandera preferida, el combate a la corrupción, que más bien debiera llamarse la permisión de la corrupción, de la que no se escapa ni el círculo más cercano al presidente, incluidos familiares, que se han visto involucrados en actos de esta naturaleza, ejemplos de ello son los sobres amarillos, la casa gris, los contratos de Pemex, etc.; ya no digamos funcionarios de primer nivel como Bartlett y sus casas, el fiscal Gertz con sus autos de lujo, integración de carpetas penales a modo y el tráfico de influencias, Santiago Nieto con sus propiedades, al igual que Irma Eréndira Sandoval, Ana Gabriela Guevara y la desaparición de varios millones que dejó sin apoyo a los atletas de alto rendimiento, por mencionar sólo algunos casos en que los actores han gozado de total impunidad, porque el presidente les tiene “confianza”.
Aquí se agrega, el 80% de obras contratadas por adjudicación directa, los sobrecostos, los contratos con empresas fantasmas y la falta de los permisos ambientales en las obras insignia del presidente como el famoso tren Maya, los contratos también con sobrecostos del IMSS y otras dependencias. Todo lo que criticaron de los gobiernos anteriores en este aspecto tan repudiado por los mexicanos, lo están reproduciendo y aumentando.
En el sistema de salud, tenemos la desaparición del Seguro Popular que dejó a más de 15 millones de ciudadanos sin atención médica; el pésimo manejo de la pandemia, que costó casi medio millón de vidas; el desabasto de medicinas para los niños con cáncer y los enfermos crónicos, que está cobrando factura con el regreso de enfermedades que antes estaban controladas como el VIH, del que ahora los casos se disparan exponencialmente, pasando en 2020, de 10 mil a 14 mil casos en 2021.
Los resultados hablan por sí mismos, los mexicanos tenemos los mismos problemas, pero, más agudos, a pesar de que el presidente quiera presentar una falsa realidad todos los días. Que conste.
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