MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Menos crecimiento económico y más pobreza con López Obrador

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En marco de la presentación y discusión, en el Congreso de la Unión, del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el ejercicio fiscal 2023, observamos que ya, en el cuarto año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, los retos principales de su administración siguen siendo el crecimiento económico, garantizar la seguridad pública y mejorar la calidad de vida de los mexicanos, principalmente de los más pobres.

Se trata de situaciones que por sus erradas políticas asistencialistas, sus polémicas obras faraónicas, así como las falsas promesas, los abrazos, los amuletos y las reiteradas mentiras mañaneras del presidente, de nada han servido para dar solución a estas problemáticas; paradójicamente, los efectos de su gestión son preocupantes por sus indicadores negativos, pese a que, constantemente, el mismo presidente pretende disfrazar con cifras tergiversadas, o, como él dice, con otros datos.

 Al respecto, en esta última etapa del gobierno de López Obrador, considerando los pésimos resultados de su gobierno, las difíciles condiciones de marginación, vulnerabilidad e inseguridad en que vive cotidianamente el pueblo trabajador, resultado de la distribución desigual de la riqueza nacional que ocasiona el alarmante aumento de la pobreza, revelado recientemente por el CONEVAL y la lacerante corrupción que impera en el actual gobierno del cambio, igual que en los anteriores; por tales motivos anticipamos que, al finalizar este sexenio morenista y su Cuarta Transformación, estarán en deuda con el pueblo de México, con promesas incumplidas, con un deficiente sistema de salud, con una endeble calidad educativa, con una peligrosa militarización de la seguridad pública y con una mayoritaria población sumida en la pobreza, cada vez más ignorante, dependiente y condicionada por los apoyos asistencialistas del gobierno.

Esta última afirmación no es a la ligera, la realidad misma da cuenta de ello, y para demostración basta citar un caso concreto cuantificable. Según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad A.C.(IMCO), en el sexenio de Vicente Fox, el Producto Interno Bruto (PIB) en promedio anual creció 1.9 por ciento, con Felipe Calderón, creció 1.8 por ciento; con Enrique Peña Nieto, creció 2.4 por ciento, y en lo que va del sexenio de López Obrador llevamos un decrecimiento del -1.2 por ciento. Aunque el presidente ha insistido en sus mañaneras en que esta comparación, nada halagadora, no debe ser la medida para calificar el desempeño y los pésimos resultados de su gobierno, hay que partir de la certeza de que sin un crecimiento económico y sin la generación de mayores recursos productivos las promesas políticas y los buenos deseos no pueden transformarse en hechos concretos y sin éstos no puede haber bienestar y una mejor calidad de vida para el pueblo.

Para comprender la magnitud de esta afirmación hay que explicar, de manera general, qué es el PIB y porqué es importante esta referencia. Según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) el PIB “es la suma del valor (en dinero) de todos los bienes y servicios de uso final que genera un país o entidad federativa durante un período”, estos bienes y servicios de uso final pueden ser: la ropa, muebles elaborados para su venta, el pago para trabajadores por construir una casa, un juguete.

Por lo anterior, se dice que la economía de un país crece cuando su PIB aumenta de un período a otro; por el contrario, cuando el PIB disminuye se dice que baja la actividad económica. Entonces, siguiendo lo anterior, el crecimiento en el PIB significa que hay más dinero para construir edificios, casas o comprar maquinaria y que se producirán más bienes y servicios. Esto impacta positivamente en la economía del país y en cierto sentido resulta beneficioso porque habrá más empleo y más oportunidades para hacer negocios, pero, por el contrario, si el PIB disminuye la producción y actividad económica del país disminuirán; en consecuencia, es probable que haya desempleo y que esto afecte a muchas familias, principalmente a las más vulnerables, es decir la mayoría de la población que actualmente vive en condiciones de pobreza.

Esto no explica en su totalidad la situación social, la forma de distribución de la riqueza, ni las condiciones de bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos, pero es un indicador real y concreto que nos sirve para comparar la gestión del gobierno de López Obrador con relación a los deficientes resultados de sus políticas públicas, programas sociales y proyectos prioritarios, entre otros factores, que han ocasionado la notable disminución de la actividad económica del país, que como consecuencia han sumido en la miseria y pobreza al pueblo trabajador.

Por tal razón podemos afirmar, categóricamente, que las acciones de gobierno de López Obrador son equivocadas, que los efectos negativos de sus erróneas políticas públicas implementadas son palpables por las miles de familias mexicanas que experimentan en carne propia carencias de alimentación, vivienda, servicios de salud y baja calidad educativa en que viven día a día, aunado a la falta de empleos, y los pocos empleos que hay no son bien remunerados, además de que lo escasos salarios que se perciben no les alcanza para satisfacer sus necesidades básicas.

A pesar de lo anterior, aunque, por un lado el presidente se ha enorgullecido en presumir los abundantes apoyos asistencialistas de su gobierno, fortaleciendo en el PEF 2013 los recursos de algunos programas sociales como el de Bienestar de las personas adultas mayores, Becas para el Bienestar y Sembrando Vida, mismos que al ser de tipo asistencialista, son erogaciones que no producen riqueza, ni fomentan el crecimiento económico, ni la productividad y competitividad, sino que son una carga muerta para erario público. Asimismo, este tipo de apoyos no satisfacen en su totalidad las necesidades básicas de la población pobre, quienes siguen viviendo con carencias, son un simple placebo parcial y temporal, los cuales se incrementan en tiempo electorales.

No estamos en contra de la implementación de políticas asistencialistas, ya que es una penosa realidad, gracias a la pésima gestión de nuestros gobiernos actual y anteriores, que una gran mayoría de nuestra población mexicana vive en extrema pobreza y necesita de estos apoyos para garantizar su subsistencia, aunque sea temporal y de forma precaria, no obstante, si estamos en desacuerdo en que esta sea la principal estrategia de desarrollo social del gobierno de López Obrador, la cual, a todas luces no tiene lógica y a la larga no se podrá sostener, ya que si solamente se gasta la mayor parte del dinero público en apoyos asistenciales y grandes proyectos fallidos, y no existe la preocupación de invertir en políticas, programas, proyectos y acciones de gobierno que generen riqueza y crecimiento económico, y garantizando que este sea distribuido equitativamente, con una remuneración justa y mejores condiciones de vida a la clase trabajadora y todos los mexicanos en general, al final no se van a poder sostener los gastos sociales asistenciales y la población pobre incrementará alarmantemente, como está sucediendo en la actualidad con el gobierno de la autoproclamada Cuarta Transformación.

Por tal motivo, los antorchistas ratificamos nuestro compromiso con el pueblo trabajador de México, porque por lo antes expuesto, no estamos de acuerdo con la forma de gobierno de López Obrador, y porque tenemos la firme convicción de que solamente organizando y educando al pueblo, para que este sea más consciente de su realidad y que con su fuerza y voluntad para transformar este sistema de explotación y de dominación capitalista que promueve, debajo de la mesa, este gobierno morenista, y cuyos resultados son evidentes e inobjetables ante el alarmante decrecimiento económico que se refleja en el PIB, y que a pesar del notable incremento de la pobreza que acecha a millones de mexicanos, los pocos ricos del país se siguen haciendo más ricos, bajo el auspicio hipócrita del gobierno de la Cuarta Transformación.

Queda en la reflexión y acción de las minorías conscientes, del pueblo trabajador, la importante tarea de emprender la lucha organizada para revertir esta situación.

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