MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Más sobre la demagogia de la 4T

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“Regálale pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”. Este proverbio chino, en cualquiera de sus variantes, según el país que lo haya adaptado, indica que no basta la ayuda inmediata para remediar la pobreza de la gente. Que sí puede ser ayuda, pero no la que se necesita para este fin; y menos cuando el procedimiento se da por debajo del agua de manera selectiva para beneficiar sólo a los afectos del poder.

Lo anterior viene a cuento porque se ha desatado una campaña mediática por parte del gobierno de la 4T como contexto del Quinto Informe de Gobierno, diciendo que los datos indican que se está disminuyendo la pobreza en el país.

Pero, expertos en la materia como el analista económico Julio Boltvinik, del Colegio de México, indica que esos datos son falsos y tendenciosos, pues los parámetros de medición utilizados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) para llegar a ellos, no se apegan a los estándares establecidos para medir correctamente los índices de pobreza, por lo que el número de pobres, sostienen, realmente es mucho mayor de lo que dice la propaganda oficial.

Y se entiende, pues las medidas aplicadas al combate de la pobreza no son lo que se necesitan, porque, a cambio del mísero apoyo que se le da a la gente, se le ha dejado de dar agua potable, escuelas, clínicas, mantenimiento a los caminos, etcétera, como si con el apoyo a los adultos mayores, o a los jóvenes, se pudiera desarrollar a las comunidades.

El presupuesto no es inagotable, el gobierno sólo tiene lo que recauda de impuestos de la gente, y ese fondo es limitado; por lo tanto, si ese presupuesto se gasta en darle apoyos directos, en metálico o especie, a algunos mexicanos, más con la intención de comprar su voto que de resolver el problema de la pobreza, entonces ya no queda dinero para otras cosas, como la salud, la educación, etcétera, y por eso no hay obras para los pueblos y colonias, pues se ha visto recortado hasta el presupuesto de los estados y de los municipios.

El presupuesto no es inagotable, el gobierno sólo tiene lo que recauda de impuestos de la gente, y ese fondo es limitado; por lo tanto, si ese presupuesto se gasta en darle apoyos directos a algunos mexicanos, más con la intención de comprar su voto que de resolver el problema de la pobreza, entonces ya no queda dinero para otras cosas, como la salud, la educación, etcétera,

Nuestro sistema económico, fincado en el afán de ganancia como la expresión de la necesidad del capital de seguir acrecentándose para seguir siendo capital, o sea para seguir revalorizando mediante su inversión productiva en medios de producción y fuerza de trabajo para extraer nuevo valor, que se agrega al invertido inicialmente mediante el trabajo vivo del obrero y que queda materializado en las nuevas mercancías, provoca la acumulación de riqueza en unas cuantas manos, a tal punto, que ya prácticamente todo mundo trabaja para unos cuantos enormes consorcios monopólicos.

Es necesario entender, por tanto, que, para acabar con la pobreza extrema, lo que realmente se necesita es una redistribución más equitativa y justa de la riqueza social, que evite la súper concentración en unas cuantas manos, porque ésta es en perjuicio de la inmensa mayoría de la sociedad.

Y la redistribución de la riqueza no se logra dando pequeñas dádivas sociales, sino creando empleo para todos, con salarios verdaderamente remuneradores; reorientando el gasto social de manera que resuelva las demandas fundamentales del pueblo; y, cosa muy importante, con una política fiscal progresiva con la que paguen más impuestos los que más tienen, como se hace en varios países desarrollados.

Pero eso sólo le puede interesar a quienes son víctimas del actual estado de cosas, a los que sufren de falta de agua potable, de falta de energía eléctrica, de falta de calles y caminos pavimentados, de falta de médicos y medicamentos, de falta de escuelas y de verdadera educación científica y popular para sus hijos, de falta de empleo y de seguridad social de calidad garantizada, de falta de un sueldo que le permita sacar adelante a su familia con una vida decorosa, de falta de vivienda, etcétera.

Y para hacer eso, el pueblo pobre, que es él quien lo sufre, necesita acceder al poder político del país por la vía democrática para hacer los cambios que acaben rápidamente con la pobreza extrema primero. Pero lograrlo depende de su organización, lo que a su vez requiere de su profunda politización que le permita abrir los horizontes para ver la pobreza como el problema social que es y no sólo de manera parcial aunque él sienta la suya propia de manera individual o si acaso familiar; porque en esa misma medida se dará cuenta de la necesidad que tiene de que otros hermanos suyos luchen junto con él por alcanzar esos objetivos, que son los que verdaderamente pueden sacarlos, a todos, de sus padecimientos mutuos.

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