Manzanillo, es mi tierra natal, y he visto cómo, a lo largo de los años, ha sufrido modificaciones necesarias para transformarse en lo que hoy se presume, con bombo y platillo, en el puerto número uno de México, por el mayor movimiento en carga contenerizada.
Todos los cambios que la ciudad y puerto han sufrido, se han dado con miras a extender la capacidad de recepción y almacenamiento, aunque muchos de ellos hayan sido en perjuicio de áreas naturales que albergaban múltiples especies de flora y fauna, como, por ejemplo, la laguna del valle de las garzas, o la de Tapeixtles, que prácticamente se secó para hacer una carretera y ampliar los patios dentro del puerto.
Estos cambios, creo yo, son inevitables, pues las mismas necesidades de la población lo ocasionará invariablemente. Sin embargo, es notable que ha faltado planeación estratégica en el desarrollo de la infraestructura portuaria, pues, a diferencia de otros, como el de Lázaro Cárdenas Michoacán o el de Veracruz, Manzanillo, es una combinación de contenedores en patios, tráileres cargados y gente transitando. Lo que ha convertido a nuestra ciudad, visiblemente contaminada y congestionada, e intransitable en calles y avenidas en algunas horas de día, y de vialidades muy peligrosas.
Pero además de planeación, ha faltado intencionalidad de proteger a la ciudadanía y a la clase trabajadora, que diariamente contribuye con su esfuerzo para lograr esos honores que recibe la actividad portuaria. Es decir que, a pesar de saber que es la clase trabajadora la que mueve el puerto, no se distingue una mejoría en la calidad de vida de estos; por el contrario, cada día es más notable el deterioro en la salud física y mental de los trabajadores, por las extenuantes jornadas de trabajo y la poca retribución salarial que no les alcanza ni para completar la canasta básica, curarse, educarse o recrearse.
Sin embargo, se siguen promoviendo inversiones millonarias para seguir creciendo la actividad portuaria, y se argumenta que se generaran beneficios para la población manzanillense. Así lo dijo la gobernadora del estado el pasado 28 de abril, al inaugurar la nueva terminal de Impala Logistics Container Yard, (una reconocida empresa multinacional que mueve concentrados de material extraído de las minas de todo el país).
“Nos alienta formar parte de la apertura de esta nueva terminal, que implica más empleos y mejores oportunidades de crecimiento empresarial, económico y social;(…), merecen reconocimiento y apoyo, para facilitar que sigan generando bienestar a la sociedad” (noticiasmanzanillo.com/28abril2022).
Y aunque se lee bonito, la realidad nos ha demostrado que el crecimiento económico no necesariamente determina el desarrollo social, pues, por un lado se manifiestan las inversiones millonarias, y por el otro, vemos cada día más pobreza en nuestra ciudad, salarios que, aunque parezcan justos, no alcanzan para vivir dignamente; una ciudad en total abandono, calles y vialidades con afectaciones serias que tienen más de tres años sin reparaciones, falta de alumbrado público, falta de calidad en los servicios públicos, de transporte, recolección de basura, vigilancia y seguridad en las colonias.
Eso quiere decir que, aunque se invierta mucho en el puerto y las recaudaciones por esa actividad sigan en crecimiento, a los trabajadores, a los manzanillenses, no nos toca más que aguantar todos los daños colaterales de un puerto gigante, en un pueblo con atrasos impresionantes en su infraestructura.
Por ejemplo, la contaminación de todos los tráileres, que día con día se multiplican e invaden las carreteras; el peligro que esto representa, los accidentes diarios que han cobrado la vida de gente inocente, que solo tuvo la mala suerte de transitar junto a un conductor que, vencido por el cansancio y el sueño, perdió el control de su unidad y lo mató. El deterioro de las calles, avenidas y carreteras por el uso excesivo de tráileres con carga pesada, el tráfico insoportable de las horas pico, por las filas interminables de camiones que van a cargar o descargar la mercancía, el estrés que ocasiona ver una ciudad congestionada y deteriorada por la actividad portuaria.
Es deseable que nuestro puerto siga siendo ideal para invertir, pero nunca en detrimento del beneficio de nuestra gente.
El gobierno estatal manifestó que “Manzanillo es el motor económico de Colima y esa fuerza lo lleva a ser el epicentro del proyecto de transformación que encabezamos en nuestra entidad” (misma fuente). Si hay tanta claridad en eso, ¿por qué no notamos una mejoría los manzanillenses? ¿Por qué no alcanza el salario? ¿por qué nuestra ciudad está en abandono? ¿por qué no se invierte un poco de lo mucho que se gana, en reparación de calles y avenidas? ¿Por qué no se invierte en cultura para los manzanillenses, en una biblioteca, por ejemplo, un teatro, un acuario, un museo, más y mejores escuelas, etc.? Esa sí, que sería una transformación notable que de verdad beneficie a los ciudadanos de Manzanillo.
Nuestra ciudad está sufriendo las graves consecuencias del modelo de producción que nos domina, donde nada importa más, que producir, vender y ganar, a pesar de todo y de todos, incluidos los propios trabajadores.
Es necesario que los diferentes sectores sociales en Manzanillo, llámese mototaxistas, taxistas, amas de casa, desempleados, madres o padres que buscan a sus hijos desaparecidos, o gente que está esperando justicia en algún caso; campesinos, estudiantes, hagamos un solo frente y seamos una sola voz para exigir mejores condiciones para todos, que haya una repartición más justa de la riqueza que se produce en el puerto, y se invierta, en lo inmediato, en la infraestructura de nuestra ciudad.
Solo unidos y organizados lograremos hacernos escuchar, de otra manera, es decir de manera aislada, los esfuerzos de cada grupo tal vez sean en vano, y el tiempo apremia. Si nos tardamos más, que no nos extrañe que las próximas generaciones vivan en una ciudad sumamente industrializada y severamente explotada.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario