Es por todos bien conocida, la situación por la que atraviesa el mundo en cuestión del ya famoso Covid-19 y de las diferentes medidas que los países han aplicado para evitar la propagación de este mal. En México, estas acciones han sido tardías e incluso mal aplicadas, en el sentido de que el gobierno encargado de contener el problema se ha visto rebasado, en primer lugar; el mismo gobierno ha minimizado la amenaza al quererlo combatir con amuletos y mole de guajolote, caso del presidente de la República y del gobernador de Puebla.
En segundo lugar, el sistema de salud que tiene nuestro país no es uno de los más avanzados, por el contrario, hemos visto en las últimas semanas manifestaciones públicas de protesta de los médicos y enfermeras que piden al gobierno los insumos que necesitan y que no existen en sus hospitales y clínicas para hacerle frente a la enfermedad, lo que a estas alturas de la emergencia puede desencadenar una catástrofe mayor.
Y en tercer lugar, dentro de las medidas que ha pregonado el sector salud para evitar la propagación, se ha llamado al lavado de manos y a la cuarentena, esta última de vital importancia para frenar la ola de contagio que se puede generar con el contacto comunitario. Pero hay algo de lo cual se olvidan los líderes de la 4T, y es que en un país como México, donde la diferencia es abismal entre ricos y pobres, el aislamiento sólo puede ser viable para la gente que tenga un patio y una vivienda en condiciones adecuadas y además que tenga la despensa completa, pero eso solo puede pasar en los fraccionamientos ricos de México. Para la inmensa mayoría de pobres a los que se les pide la cuarentena, y que son más del 80 por ciento de la población nacional, no será posible, porque simplemente la gente no tiene para comer, porque no tiene dinero y tampoco empleo, y los trabajadores tienen que salir para buscarse la vida y poder darle de comer a sus familias, violando la cuarentena. Esta es, lastimosamente, la mayoría en México.
El gobierno de la 4T no ofrece soluciones verdaderas, y cuando el presidente en días pasados salió a dar su plan de rescate para esta pandemia, la sociedad mexicana se dio cuenta de que no era un plan de rescate, sino por el contrario, era un plan de campaña electoral para seguirse promoviendo y eternizarse en el poder "El Peje" y su camarilla. La gente hoy se pregunta por qué no quitarle dinero a algunas obras que son capricho del presidente, como el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el tren maya; nos queda claro que los pobres no le interesan a la 4T, ahora a los más necesitados nos ponen contra la pared, o nos mata el coronavirus o nos mata el hambre.
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