Para agradar a los posibles votantes, la clase política, que maneja a todos los partidos, aconseja a sus candidatos usar palabras y frases aceptadas por la ciudadanía. Por lo que nos hablan de derechos humanos, del respeto a la ley, de combatir la corrupción, de que ahora sí gozaremos de un servicio de salud de calidad, del respeto a la democracia, de apoyos a los más desprotegidos, de combatir la ola de violencia, de crear más empleos y bien pagados.
Ésta desgastada práctica, de prometer y no cumplir, les sigue dando buenos resultados, pues les permite formarse una imagen pública que oculta sus verdaderas intenciones de viejos políticos, que en el fondo es continuar en el poder a como dé lugar, se muestran como defensores de la democracia, pero en el fondo ocultan su vocación caciquil.
El discurso de los candidatos es el disfraz que construyen para deslumbrar y engañar a la opinión pública, reina la confusión entre los votantes y se enfrentan unos contra otros, sin darse cuenta que las promesas de los candidatos son una patraña.
Rara vez escuchamos propuestas constructivas, viables, claras, que orienten y ayuden a elegir al mejor proyecto político.
Hoy, el panorama político se ha enconado, la lucha está llena de violaciones a las reglas electorales, amenazas a candidatos que llegan hasta el asesinato, presión y manipulación al electorado por parte de las fuerzas políticas que se disputan el poder.
El discurso de los candidatos es el disfraz que construyen para deslumbrar y engañar a los votantes, que se enfrentan unos a otros sin darse cuenta de que esas promesas son una patraña.
Por lo que las reglas del juego democrático, no se respetan por parte de los grupos que se encuentran en el poder, desatando una guerra sin cuartel contra el o los grupos oponentes, valiéndose de ataques feroces en las redes sociales, con acusaciones las más de las veces sin pruebas a la mano, este enrarecimiento de la lucha electoral, es una de las causas del alto abstencionismo, casi la mitad de la población con credencial del INE, no participa en los procesos electorales, el hartazgo, la decepción y el repudio a candidatos y partidos políticos es evidente.
Debemos desenmascarar a los falsos amigos de la democracia, a esos candidatos que buscan el cargo no para apoyar las causas populares, sino el beneficio propio y el de sus grupos de poder.
Tenemos que explicar a todos nuestros compañeros lo falso del discurso electorero de la mayoría de los candidatos y que no se nos olvide, que la unidad de acción de los trabajadores es la única garantía de que cumplan sus promesas los candidatos.
Ya sabemos que nada más ganando la elección, ese candidato que abrazaba a todo mundo en campaña, ya aplastado en la silla como nueva autoridad, se olvida de sus compromisos que adquirió con la ciudadanía.
Se acerca el momento en que el pueblo organizado busque su propio camino, que se convierta en el partido que encabece las demandas históricas de los oprimidos de este país, un partido de mujeres y hombres que sea consecuente, que cumpla lo que dice, que lo que diga lo sostenga.
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