Antorcha es una sola. No hay en su interior fracciones, grupos, tendencias o diferencias ideológicas. A nivel nacional, aunque parezca absurdo, todos actuamos como un solo hombre. Esta unidad a toda prueba que hemos conservado durante 46 años, y que estamos seguros de poderla conservar durante muchos años más, podemos decir que no hay diferencias en el pensar y en el actuar de los antorchistas a lo largo y ancho del país.
Nuestro trabajo con las masas en cualquier parte de nuestra República siempre es el mismo; trabajar por que la masa de desposeídos y de excluidos del beneficio social puedan, por la vía de su organización y de su fuerza, acceder al máximo de beneficios que de otra manera no podrían obtener.
Desde que tomó posesión de su cardo el actual presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, los antorchistas estamos enfrentando una serie de calumnias y ataques por parte de él, ataques que ya habían cesado, pero que en su gira por el sur de la República Mexicana y más en concreto en el estado de Puebla, el presidente arremetió nuevamente contra los mexicanos que deciden organizarse dentro del Movimiento Antorchista, ¿cuál fue nuestro delito esta vez? Muy seguramente no le pareció que se le exija que cumpla con sus obligaciones de atender a las millones de familias que pasan hambre y que están sin empleo a consecuencia de la pandemia provocada por covid-19, los manifestantes exigieron crear un Programa Nacional de Distribución de Alimentos y un Proyecto Nacional para reactivar la economía del país generando nuevos empleos para los más de 12 millones de desempleados que están desesperados por no tener un ingreso seguro para la alimentación de sus familias.
Salir a las calles a protestar es lo único que les queda los pobres, pues el México de AMLO está peor que el México que existía antes de la autodenominada 4T. Ahora por ejemplo hay más violencia, en estos 18 meses se registraron más homicidios que en el mismo periodo de los gobiernos anteriores, junio de 2020 es considerado el mes más violento en la historia de México y no dejan de escalar los feminicidios, según los datos de la policía una mujer es asesinada cada dos horas y media.
Muchos votantes de izquierda han descubierto, después de 18 meses de llevarlo al gobierno, que su candidato no era el progresista social que suponían, sino un señor anticuado sin un plan, superado por las circunstancias. López Obrador ha mantenido en pie la militarización de la seguridad pública iniciada por sus antecesores, ha seguido rodeándose de la élite económica como ellos, y ha asignado a más del 80 por ciento de los contratos sin licitación alguna, después de que era una de las cosas que más criticaba AMLO a los gobiernos del PRI o el PAN, que lo hacían en mucho menor escala.
Esa semejanza con el pasado es aún más cínica ahora, pues la 4T se presentó al electorado como "sangre nueva", "el cambio necesario". Sin embargo, cada vez que le han señalado sus errores y derrapes, AMLO ha mostrado una intransigencia que solo la elegancia aceptaría como testarudez: el presidente de México es un amante de la sentencia "la única verdad es mi realidad", de ahí que es un receloso de las instituciones porque siguen protocolos y no su voluntad.
No hay propuestas económicas de reactivación de la planta productiva del país, más que de acciones, el gobierno de AMLO ha sido de retórica. Y ha sido una retórica empalagosa de amor, felicidad, bondad para sus seguidores, y de hostigamiento para los demás: no acepta la oposición política, las llamas fifís, acalla las críticas, exige a la prensa portarse bien (no me critiquen y no me pregunten, están conmigo o contra mí) y por si fuera poco busca anular a la sociedad civil independiente porque dice, es una fuerza conservadora.
Tal vez sería una buena idea dejar de alimentar el culto al líder. Sus mítines por todo el país tienen el objetivo de amalgamar el amor al jefe, la 4T necesita un plan racional que la sostenga, pero eso no será posible mientras sus políticas dependan de la voluntad de una sola persona, así sea su creador. Esa será la primera gran transformación de su 4T y quizás solo a partir de ella se materialicen los cambios que necesita México.
Las necesidades de México reclaman un trato de un presiente cabal y responsable, no de personalismos caprichosos, necesitamos de un estadista que responsa a sus opositores y críticos con argumentos, no con berrinches, pero, sobre todo, urge un plan y una estrategia para hacer frente a la falta de alimentos para la población, un proyecto que nos indique qué vamos a hacer con los más de 12 millones de desempleados. Pero todo parece indicar que, pedir esto, es lo mismo que "pedir peras al olmo".
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