MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¡Lo que usted ordene Mr. Biden!

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Las imágenes que de los migrantes hemos visto a través de los medios, resultan por demás elocuentes e ilustrativas de la política migratoria del presidente. Por el lado sur del estado de Chiapas, vemos a cientos de elementos de la Guardia Nacional y agentes de Migración tratando de contener a macanazos a un grupo de haitianos, guatemaltecos, chilenos y hondureños; hombres, mujeres y niños, de piel oscura en su mayoría, que a toda costa intentan romper el cerco para adentrarse en suelo mexicano y avanzar hacia el norte, donde creen encontrar mejores condiciones de vida que las que tenían en su patria respectiva. Se trata, en este caso, de impedir que se acerquen y crucen la frontera con Estados Unidos, aun a costa de que queden estacionados en esta región e inunden ciudades como Tapachula, Huehuetan, Huixtla y otros municipios cercanos, con la correspondiente saturación de los servicios públicos ya de por sí insuficientes y el agravamiento de la pobreza y la inseguridad. Por otro lado, en el centro del país, vemos que el mismísimo Canciller va y recibe en persona a un grupo de mujeres ataviadas con vestimentas que cubren cabeza y rostro; dicen huir de los talibanes que acaban de tomar la capital de su país natal; buscan refugio en estas tierras. Huyen del nulo reconocimiento a sus derechos y de la violencia de género que en Afganistán se practica; una nación como otras tantas que los norteamericanos juraron rescatar de terroristas y misóginos, pero que, a la vuelta de 20 años decidieron abandonar a su suerte sin importar que dejaban tras de sí a tanta mujer desamparada ¿Será que ya no hay recursos naturales qué extraer? Pero -ironías de la vida- llegan a pedir asilo a una nación en la que, sin necesidad de talibanes, con la sola política de “abrazos, no balazos” que ha instrumentado el gobierno de la 4T, las féminas mueren en promedio de 20 al día (www.milenio.com del 29 de agosto de 2021).

El primer contingente llega por miles, en caravana y a pie; el segundo, en avión. En el primer caso, con los migrantes que llegan del sur, no se escatiman patadas, macanazos y jaloneos; y, a los agentes de Migración y la Guardia Nacional no les conmueve el llanto de los niños ni la voz desgarradora de la madre que grita que su hijo se ha quedado dentro de la camioneta que aquellos están destruyendo. En cambio, con las afganas, no se encuentran palabras suficientes para elogiar su valentía de arriesgarse a ser atrapadas en plena escapatoria por sus “terribles y abominables” connacionales ni para prometerles todo tipo de seguridad y cuidados. Ciertamente, no tenemos nada en contra de que nuestro país apoye y brinde asilo a quien lo requiera, pero cabe preguntarse ¿Por qué ese trato tan dispar con uno y con otro contingente?

Hay que recordar que parte del problema de los migrantes centroamericanos y del Caribe fue provocado por el actual mandatario de la república, quien en campaña les ofreció todo tipo de ayuda y que con la simpatía que en ellos generó, no faltó una madre migrante que bautizara a su hijo recién nacido con el nombre de Andrés Manuel López Obrador; pero el tiempo ha cambiado y el antes candidato ahora es presidente y ya no los necesita. 

Hasta donde se puede ver, los migrantes del sur no pretenden quedarse en nuestro país, pues las condiciones económicas y políticas que pueden encontrar aquí, donde el desempleo va al alza y según el Coneval, en 2020, la pobreza se extendió a 3.8 millones más de habitantes, en comparación con el 2018, no son muy diferentes a su país de procedencia. Entonces, ¿por qué no dejarlos pasar y permitir que continúen su marcha?

Resulta que eso no se puede hacer, porque alteramos la buena digestión de los gobiernos norteamericanos, pues han sido ellos quienes históricamente han saqueado y extraído a través de las empresas trasnacionales, todos los recursos naturales y humanos de los países centroamericanos, desde la década de los 60s hasta nuestros días; interviniendo directamente, mediante golpes de Estado o colocando a títeres en los gobiernos de estos países; y no están dispuestos a compartir la riqueza acumulada con las víctimas de sus acciones.

Por lo tanto, todo parece indicar que en lo que respecta a los migrantes que nos llegan del sur, como de los que llegan de otras partes del mundo, no existe una política propia; las autoridades mexicanas se han convertido en guardianes de los intereses y la buena imagen de nuestros vecinos del norte. Es curioso que este gobierno de la “Cuarta Transformación” que gritó a los cuatro vientos que colocaría a los presidentes norteamericanos en su lugar, haya reducido su política migratoria a una sola frase: “Lo que usted ordene Mr. Biden”

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