MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Lo del mole de guajolote y el chilate picoso para evitar covid-19, ¿era mentira?

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Cometiendo un acto irreparable con su ligereza, su ignorancia, su irresponsabilidad, o las tres cosas juntas, en los meses iniciales de la pandemia del covid-19, el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, declaró a la prensa poblana, que la mejor medida de prevención para evitar el mal, era comer mole de guajolote o chilate picoso y, asunto arreglado. Posteriormente, en declaraciones que causaron asombro general -y si no fuera por la gravedad del caso se moriría uno de risa-, llevó el tema de la pandemia al terreno de la lucha de clases, y declaró con toda la solemnidad y arrogancia que da la ignorancia, que los humildes de Puebla no tenían por qué preocuparse de esa enfermedad, pues los que sufrirían las consecuencias de esta pandemia serían los ricos, toda vez que los pobres no sufrirían contagio, pues su pobreza los hace inmunes al coronavirus.

Buscando justificar la inacción del Gobierno Federal, y con ello la de su propio gobierno, ignoró todo y convirtió la pobreza, por obra y gracia de "San Miguel", en un gran mérito, en una gracia divina que salvaría a los pobres del grave peligro de la pandemia y dejaría sin salvación a los ricos. Seguramente, pasó por su cabeza el dogma religioso de que la pobreza es un mérito, pues "es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de los cielos". Todo esto se deduce de sus declaraciones, pues tuvo mucho cuidado de no decirlo expresamente, para no exhibirse como un tipo absurdamente fanático.

Para esconder la poca importancia que a su gobierno le merece el bienestar y la vida de los pobres, fingió olvidar que tanto en los desastres naturales como en las contingencias sanitarias, los que sufren las consecuencias más graves son los pobres. Es a ellos a quienes se les caen o derrumban sus casas, arrastradas por las aguas turbulentas, son ellos los que habitan en lomeríos y cauces de barrancas, los sin agua potable, los sin drenaje, los sin trabajo, los sin cobijas, los sin comida. Son ellos los que nunca son objeto de una verdadera política social y económica por parte del gobierno, que resuelva tan graves y desesperantes situaciones.

En todo el país son los pobres las víctimas, los que no tienen qué comer después de un día en que no lograron trabajar, los que viven amontonados en viviendas insalubres, sin pan, sin agua y sin luz, y los que mueren por la pandemia. Los que sobrevivan engrosarán el número de los que viven en pobreza extrema. Los gobiernos de la 4aT fingen ignorar todo esto, para así justificar el total abandono de los pobres en México.

Como no podía ser de otra manera, también en Estados Unidos son los trabajadores pobres quienes pagan las consecuencias de tan terrible pandemia. Son los que viven hacinados en un departamento, son las víctimas más numerosas de tan letal enfermedad, son los que están obligando a trabajar para sostener la economía gringa, aún a costa de su vida, para no ser echados de su departamentos por falta de pago.

Cual Júpiter tronante y en contradicción flagrante con su dicho anterior, Miguel Barbosa ahora culpa a la población de que "en Puebla hay una inconciencia social que se refleja en el aumento de la movilidad". En nota publicada por la Jornada de Oriente, donde se recogen estas declaraciones del gobernador, se da a conocer, al mismo tiempo, el decreto por el que se establece que los negocios de alimentos sólo pueden vender sus productos "para llevar", so pena una multa de hasta un millón trescientos nueve mil pesos".

En una conferencia del gobernador de Puebla, esperaba yo verlo aplicando sus propios consejos para prevenir el covid-19: con un plato de guajolote o de chilate picoso al lado, pero...aparece con cubrebocas. Eso quiere decir que sus consejos fueron, y son, una mentira, una tontería, una irresponsabilidad, o las tres cosas al mismo tiempo. La afirmación de que en Puebla hay una "inconciencia social" que se refleja en el aumento de la movilidad", tiene uno de sus orígenes en las declaraciones irresponsables que vertió en torno al coronavirus.

Nunca se le habló claro, preciso y contundentemente al pueblo, acerca de la certeza y peligrosidad de la pandemia ni de la tasa de mortandad tan elevada que trae consigo. Prueba de ello: los "chilates picosos". Esta afirmación llevó al pueblo a la idea que era "un chupacabras" más y, por tanto, a restarle toda importancia a las noticias en contrario. También la movilidad social se explica porque la gente tiene que salir a buscar cómo allegarse algún dinero, para poder comer ellos y sus familias; lo hace porque el gobierno no entrega -vía despensas o dinero en efectivo-, parte de los recursos que la ciudadanía ha aportado a las arcas nacionales en forma de impuestos. Los países que han logrado "inmovilidad social" apoyan económicamente o en especie a los pobres en cuarentena. Por tanto, no es falta de conciencia, es mucha hambre, son ganas de vivir, por sobre los actos de gobierno que quieren acabar con la pobreza por la vía de dejar morir a los pobres.

Espero conocer pronto los resultados de la aplicación del decreto. Pero me atrevo a decir que éste no es más que otra forma de mentirle al pueblo, otra forma de apaciguarlo, de hacerle creer que el gobierno está preocupado y trabajando arduamente en su beneficio, mismo que no se materializa por ningún lado en la vida de los pobres. Es mucho ruido y ni una nuez. Entregar apoyos económicos o en especie es la única forma de lograr que el pueblo acepte, cumpla y se sujete a las medidas sanitarias. Mientras el pueblo sienta y vea la desatención que a su vida, dura y triste, presta el gobierno, hará todo lo que esté en sus manos para sobrevivir, cada ciudadano y su familia. Pedirle que no salgan y no prestar ningún apoyo es colocarlos ante la disyuntiva de morir de hambre o por coronavirus. Ningún gobierno tiene derecho a actuar impunemente contra la vida de sus ciudadanos, negándole al pueblo la entrega de recursos de su legítima propiedad. Dejar al pueblo indefenso ante la pandemia y no darle los recursos para sobrevivir es cometer un doble crimen: dejar que se muera y encima robar lo que le pertenece.

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