MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Las dos caras del campo agrícola en el sur de Sonora

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Sonora cuenta con recursos naturales agrícolas únicos que lo ponen a la cabeza de la producción nacional en algunas variedades de granos, verduras y hortalizas. Con una superficie total de 179,354 km2, es el segundo estado más grande del país.

Con un espacio agrícola de 759,500 hectáreas, el estado aportó, a diciembre de 2022, el 6.1% al PIB nacional en el sector Primario (Inegi, 2022), que abarca agricultura, ganadería, pesca, aprovechamiento forestal, llevándose el puesto número seis de entre todos los estados. Con datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural 2021, Sonora ocupa el primer lugar en producción de trigo cristalino con el 80 % de la cosecha nacional; dos millones 626 mil toneladas con un valor aproximado de trece mil 600 millones de pesos.

A vuelo de pájaro, un observador ordinario se dejaría impresionar por lo grande de la producción y lo exagerado de la ganancia, pero, como el objetivo es llamar la atención del lector acerca de las abismales desigualdades entre los agrotitanes sonorenses y los obreros agrícolas (jornaleros), debo hacer hincapié en que la finalidad de este artículo es mostrar cifras y datos, no a manera de guía turístico, sino más bien, como radiografía de las condiciones sociales en que viven los dos actores principales del tema: los agrotitanes (ricos) y los jornaleros (pobres). Dos observaciones: a) se trata de señalar para visibilizar y en consecuencia actuar sobre el problema y b) se particulariza el tema sobre la región sur de Sonora (Valle del Yaqui y Valle del Mayo) y sobre el cultivo de trigo por ser la producción más arraigada.

Producción agrícola en el sur de Sonora. Durante el ciclo agrícola 2021-2022 el Distrito de Desarrollo Rural (DDR) 149 Navojoa, que comprende todo el Valle del Mayo (Navojoa, Etchojoa, Huatabampo y Álamos), informó que se habían establecido 76 mil 600 hectáreas para cultivo de trigo, siendo la variedad trigo cristalino la más empleada en la región con el 75 % del total de hectáreas sembradas. En el 25 % restante se emplea para trigo blando y trigo harinero. El trigo cristalino se utiliza para la elaboración de pastas (espagueti, sopas secas, macarrones) y el blando para elaboración de pan francés, galletas y pasteles. El DDR 148 Cajeme reportó en 2021: 141,614 has de trigo cosechadas siendo el cultivo más redituable para los productores.

El número de los grandes productores agrícolas del sur de Sonora se reduce a menos de 500 familias que tiene acaparadas el 90 % de las tierras de cultivo, ya sean propietarios o arrendatarios, esto con datos de la UNORCA Sonora 2022. Y es que los medianos y pequeños productores, ante la falta de capacidad económica para costear los elevados precios de los insumos agrícolas y por el casi nulo apoyo gubernamental, han optado por vender o rentar sus tierras, para pasar a engrosar las filas de los obreros agrícolas o industriales del estado.

El Inegi, en 2022, reportaba el empleo de 107,539 trabajadores en actividades económicas primarias (agricultura, ganadería, pesca) con una reducción de 18,478 gentes respecto al primer trimestre del año pasado. El modelo capitalista de mercado permite de esta manera que más de 100 mil hombres y mujeres trabajen por un salario mínimo para un puñado de familias acaudaladas que se quedan con la mayor parte del pastel.

Contrastes. Más allá de recursos discursivos, la realidad social entre estas dos clases sociales (propietarios y obreros), es diametralmente opuesta. Un productor con un mínimo de 20 has de trigo cosechadas alcanza una retribución de $1,220,940 pesos, de acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) 2022. Quien reporta un rendimiento promedio por hectárea en trigo de 7.14 ton, cotizada cada tonelada en 450 dólares. En el supuesto de que el productor destine el 50% del dinero en insumos y salarios, aun así, se queda con $610,470, que por lo general, ocurre que se quedan con algo más que eso. El obrero agrícola por otro lado, quién es realmente quien hace producir la tierra a base de puro sacrificio físico, acude al campo sin seguro médico, sin prestaciones de ley, sin material adecuado de trabajo, laborando jornadas de 8 o 9 horas de lunes a sábado, para recibir tan sólo $900 pesos a la semana en promedio (150 diarios).

Es este panorama de pobreza entre la clase trabajadora el que la obliga a mal vivir en algunas zonas de la región sur de Sonora, en verdaderas condiciones paupérrimas. Familias de hasta 8 integrantes hacinados en casas de desechos, adobe o material en deterioro. Miles de hogares no cuentan con agua potable, drenaje, energía eléctrica y menos con caminos pavimentados. Ante la falta de capacidad económica para mandar a sus hijos a la escuela, a una edad temprana muchos de ellos son enviados en busca de trabajo en el campo para ayudar al sostén de la casa. Enfermedades tratables y curables como resfriados, dengue, influenza, entre otras, provocan la muerte entre la clase jornalera de esta zona, debido a la mala salud física y al pésimo servicio de salud del gobierno. La gran mayoría de los grandes productores agrícolas jamás han conocido estas carencias, pues, encerrados en casas de 30 millones de pesos y con buena ubicación y seguridad privada y doctor, ven y sienten la realidad color arcoíris.

Aunque de manera apretada e insuficiente, esta es la realidad social en el campo agrícola sonorense, una realidad de abundancia y comodidad para los dueños de los medios de producción y otra de sufrimiento y deterioro para los obreros agrícolas asalariados. Por supuesto, esto tiene un agravante político con la actual política social de la 4T que ha resumido su programa económico a la dispersión de apoyos de transferencia monetaria, a condición de que la clase trabajadora resuelva sus males con ese único apoyo insuficiente, dejando intacto el actual sistema capitalista del agro que genera, precisamente, los males de la gente, el sistema desigual de distribución de la riqueza social.

Por otro lado, soy consciente de que miles de sonorenses que padecen esta situación no necesitan que se les informe de sus penurias, pero, al hacerlo visible pretendo llamar su atención para decirles: un mundo mejor es posible, pero lleva como condición: 1) organizarnos políticamente y 2) luchar organizadamente bajo la dirección firme del Movimiento Antorchista. Nosotros realmente tenemos un programa político y económico para el país y no inventamos sobre la marcha, como parece ser la consigna de la 4T.

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