Estamos ya a poco tiempo de que concluya el actual gobierno que llegó al poder basando su campaña en el lema de que primero los pobres, en clara referencia a que cambiaría la situación económica de las grandes mayorías, las cuales habrían de ser las beneficiarias de la 4T, con bienestar generalizado que se vería reflejado en las condiciones de vida materiales de la gente. Y aquí estamos a dos tercios del sexenio sin que los pobres hayan mejorado sustancialmente su situación y menos que hayan dejado de ser pobres. Y si nos atenemos a los datos duros, a la realidad concreta y no a la propaganda gubernamental, la verdad es que ahora hay más pobres en el país que antes de la 4T, y son tan pobres como antes de que aquella llegara al poder, si no es que más, en términos reales, porque a pesar de los aumentos al salario mínimo y a los apoyos directos a las personas en edad de votar, el dinero alcanza menos para adquirir los bienes y servicios que las familias requieren para el sustento de cada día.
Para darse cuenta de ello es necesario separar la realidad de la simple percepción de las cosas, porque aunque los apoyos directos hayan servido para poder hacer que algunas personas contaran con algunos pesos en la bolsa, que de algo sirve, esto no es suficiente para modificar realmente la vida de las familias, sino sólo para irla pasando con la ilusión de que ahora sí algo tienen, pero realmente sin la posibilidad de tener acceso a beneficios que sí tenían antes, tales como la realización de obra pública como carreteras, pavimentaciones, red de energía eléctrica, agua y drenaje, clínicas, escuelas, seguro popular, servicio de salud pública, que si no del todo bien cuando menos funcionaba y algo resolvía el problema, la seguridad pública que con sus asegunes pero había una poca, y lo mismo se puede decir en el caso del deporte, la ciencia y la tecnología, que cuando menos existían; de lo cual nada de eso queda, sin exagerar.
Alguien dirá que, de lo que había antes, nada le tocaba en lo particular porque no se puede dar mordidas al pavimento, o no se puede uno llevar a su casa los ladrillos de una escuela, etc.; sin embargo, ese razonamiento propio del individualismo egoísta, basado en el engaño de que lo que es de todos no es de nadie, deja de lado, a la inversa el que, ahora el poco dinero que le toca en lo particular a las familias beneficiarias, que no a todas, no les alcanza más que para comprar algunos cuantos kilos de perecederos que se le acaban en una semana, por lo que, ni soñando pueden sufragar otras cosas también muy necesarias para la sobrevivencia y para una vida digna mínimamente decorosa, las cuales tienen un alto costo monetario. Lo que es colectivo quiere decir que es propiedad de todos y cada uno de los integrantes de la colectividad y que son todos los individuos miembros de ésta los que reciben su beneficio aunque no pueda llevárselo para el uso exclusivo de su persona, por eso, bien visto el asunto, aunque ahora unos cuantos reciban el apoyo directo, como sociedad, como colectividad han salido perdiendo, y con mucho, porque los recursos invertidos por el gobierno para comprar conciencias y votos por anticipado entregando recursos de manera directa, representan un monto mucho menor que el requerido para seguir sosteniendo el desarrollo del país haciendo frente al gasto público como se venía haciendo.
Y no es que antes estuviéramos bien y sin problemas, simplemente estábamos menos peor; por lo que, en realidad lo que se necesita no es volver al pasado del cual venimos, sino superar el presente con un modelo de país que cambie de raíz la anterior y la actual desigualdad en el reparto de la riqueza social que producimos los mexicanos, y para eso hace falta una auténtica voluntad política de aplicar cuatro ejes fundamentales para acabar con la pobreza, que es el verdadero mal que padece nuestro país, y esos son: empleo para todos; salarios verdaderamente remuneradores; una política fiscal progresiva, y una reorientación del gasto público. Y eso, tan sencillo de decir, pero tan difícil de realizarse, sólo puede hacerlo, porque es el único interesado en ello, el pueblo pobre organizado, educado, consciente, politizado y en lucha por su auténtica superación.
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