MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La tierra de colibríes y la bandera roja

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En Huitzilan, tierra de colibríes, Puebla, el rojo de la savia vital de las venas de nuestros compañeros ha pigmentado los lienzos que alguna vez fueron blancos, es el color escarlata que motiva la memoria agradecida y la decisión de lucha; el jugo del sacrificio que jamás devolverá su blancor a la manta, y menos el del corazón. 

Cada vez que levantamos la bandera roja de Antorcha, sea donde sea, por el motivo que sea, es la púrpura linfa, con infamia vertida, la que se vuelve a poner en movimiento, a circular en una atmósfera de electrizante fraternidad. En el paño amado, el grana infinito recoge molécula a molécula las historias de mil hombres, mil niños, mil mujeres, mil niñas, mil activistas, cuyos latidos tensamente doloridos irrigan cada hebra de nuestro lábaro.

Este tejido, de tramas y urdimbres de la lucha popular de 40 años, es el que podrá apreciarse en el libro “Huitzilan de Serdán, la derrota de los caciques”, escrito por el periodista Alejandro Envila Fisher, que ayudará a comprender, entre otras cosas, por qué los antorchistas levantamos la bandera roja.

Más que un rojo de resentimiento, la bandera antorchista es el carmesí vivo de la certeza de que es posible otra forma de vida, es el rojo recordatorio de que la victoria final es nuestra, es el ejemplo esperanzador escrito con la tinta preciosa de nuestros camaradas que señalaron el camino para asaltar el cielo y empezaron a caminarlo; recoge historias de entrega total y desinteresada para defender exitosamente los intereses de los más humildes proletarios y campesinos, estudiantes y familias y demuestra las acciones criminales de las clases retrógradas que caminan a su extinción inevitable. 

Nuestra bandera es el receptáculo de la sensibilidad de miles de seres que decidieron entregarlo todo en aras de la fraternidad entre los hombres, es la expresión flamante de la decisión popular de transformarlo todo de raíz y acabar con la miseria y la opresión en nuestra tierra. Es la promesa de la alegría definitiva de la humanidad doliente.

Nuestro estandarte está hecho de la acción transformadora de nuestros mártires: del baile de Bere, Omar y nuestros artistas caídos; del canto que nos regalaron en noches bohemias los que ya partieron; del discurso esclarecedor y pedagógico de tantas mentes preciosas que nos arrebató este atroz sistema de muerte; del empeño, dedicación y disciplina para abrir el obturador de la cámara de Tlaca, para correr la tinta sobre el papel de Benjamín, para teclear en la rebelde computadora de Corna y Meche; de las vivencias, ilusiones y sueños de Amílcar y Vladi y de muchos más; en fin, nuestro estandarte está hecho de amor.

Con ayuda de Editorial Esténtor, una parte importante de esta acción transformadora será evocada en este nuevo libro. El zumbante vuelo del huitzi tendrá repercusión no solo nacional, de eso no hay duda.
 

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