MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La lucha popular, verdadero sostén de la Espartaqueada

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El pueblo está en constante movimiento, no se detiene y, al menos en el antorchismo, siempre avanza, de diferentes formas, pero siempre adelante. Las más de las veces en miles de asambleas que se realizan semanalmente por todo el territorio nacional, en las que pacientemente, pero con tenacidad y constancia, este pueblo nuestro va tomando en sus manos la dirección de su vida. El antorchismo es la escuela de organización, de concientización, donde se aprende lo necesario para transformar la Patria y hacerla más justa; es la reunión fraterna y es la revolución pacífica, certera y eficaz, actuante ya, que ha ideado el pueblo mexicano para buscar una salida a sus innumerables carencias. Son decenas de miles los ciudadanos que se integran mes con mes a este esperanzador movimiento y, sorpresivamente, no sólo los más humildes sino incluso gente no tan pobre, pero sí lastimada por las injusticias que campean en el país. Es imposible contar las toneladas de lodo y excremento mediático que se han publicado o transmitido en contra del Movimiento Antorchista durante sus más de cuatro décadas de existencia, pero al mismo tiempo es casi inconcebible que tanta saña pseudoperiodística no haya manchado su plumaje, que haya salido prácticamente incólume del pantano de la mentira y, contra lo que esperaban las insidiosas mentiras, avance y avance. Y sin embargo lo hizo. Es inevitablemente cierto: el antorchismo, es decir, el pueblo organizado independientemente de cualquier gobierno, está destinado irremediablemente a triunfar: no tiene de otra.

Y una razón –solo una de varias- de esta certeza es su movimiento interno: el motor que impulsa al antorchismo es la lucha contra la pobreza, la lucha por satisfacer las necesidades más elementales de los ejércitos de olvidados...la lucha...He ahí la clave y motor que va generando el impulso progresista de esta inmensa organización popular. La pobreza es un animal parásito que no descansa: es como las enfermedades, que no piden ni dan vacaciones, están trabajando todos los días, incluso los domingos. Así es la pobreza. Y en consecuencia la lucha contra ella tampoco puede descansar. Así, vemos al antorchismo a nivel nacional saltar de una justa demanda a otra con una vitalidad imposible de concebir en cualquier partido político tradicional o en los membretes actuales que sólo manipulan ideológicamente a la población más sensible y menos preparada políticamente. No hay descanso ni tregua contra el mal que no descansa ni da tregua. Y como Antorcha está constituida por gente pobre, como Antorcha es la gente pobre, pues la vemos incansable, imbatible, realizando proezas de movilización en el país que sorprenden a propios y extraños, porque Antorcha es el sujeto de la pobreza luchando contra ella, porque contra la pobreza sólo los pobres pueden luchar eficazmente. Parece un juego de palabras, pero la pobreza genera los pobres que luchan contra ella y que la van a acabar, y entre más pobreza haya más lucha habrá: se trata de un crecimiento continuo que sólo podrá modificarse cuando los pobres se constituyan en gobierno, como ya lo han hecho en Chimalhuacán, en Ixtapaluca y Tecomatlán, donde han demostrado con creces de lo que son capaces de hacer.

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Esta persistencia, esta combatividad que tanto molesta a los funcionarios pachorrudos, que han perdido el empuje revolucionario de sus antepasados, tiene que ser, pues, connatural, inherente a los antorchistas. No es posible concebir a un antorchista auténtico que no sea combativo. Y las muchas formas de manifestarse de este empuje, como decíamos al principio, son movimientos políticos, intelectuales, artísticos y, particularmente ahora, deportivos.

Las competencias deportivas entre los antorchistas y sus amigos son inevitables también, porque los educan en la persistencia, en el coraje para resistir y atacar, en el valor personal y colectivo, en el espíritu de equipo. Los antorchistas, como todos los pueblos del mundo, necesitan del deporte para templar su espíritu en sanas competencias para hacer hombres mejores, entregados a los suyos con humildad franciscana pero al mismo tiempo con el espíritu de Manelic: todas ellas son características que requiere la constante lucha contra la pobreza. En el fondo, pues, de la inminente XVIII Espartaqueada Deportiva Nacional, se encuentra la lucha popular. ¡Enhorabuena! ¡Nunca tuvo mejor motivo un encuentro deportivo!

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