MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿La incongruencia de los discursos electorales? La nula solución de demandas

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Creo que a estas alturas del gobierno de Alejandro Murat Hinojosa, ya no hay duda de que la falta de conocimiento en materia social, de seguridad y de las grandes necesidades son un problema con que se encuentra el gobierno para la solución eficaz de estos. Tampoco puede quedar duda porque, en relación a las diferentes denuncias que ha hecho el antorchismo oaxaqueño, han utilizado la lentitud de soluciones y la política del goteo para no cumplir con compromisos serios y formales que se han tomado con funcionarios de segundo y primer nivel, y ante esta situación, la paciencia que hemos guardado para no abonar más al lastimado tejido social, finalmente tiene que tomar otro curso.

La falta de soluciones del Gobierno Estatal no es una casualidad, en varias cuestiones no se pude alegar falta de recursos o situaciones fuera del poder humano, sino la existencia de una política planeada para no cumplirle a las familias pobres con obras y servicios, puesto que eso representa el crecimiento de la organización que los representa.

No se le puede llamar exageración ni chantaje a la lucha que dan los oaxaqueños antorchistas, como suelen definir los defensores del sistema actual, sino justicia social. Pues lo que reclaman los miles de campesinos, colonos, estudiantes y demás afiliados a Antorcha, en estos momentos de crisis económica, de pérdida real del poder de capacidad adquisitiva del mexicano común; que el incremento de la pobreza tiene ya niveles alarmantes y por lo tanto sus efectos generan una inconformidad real, que no se puede negar, y que solo lo niegan quienes se benefician de este estado de cosas, pero que, ante la cerrazón y ceguera política, es necesario que alguien les diga que la inconformidad generalizada del pueblo mexicano no obedece a que alguien le esté induciendo para que voltee sus ojos hacia otro lado, que pueden haber propuestas equivocadas, erróneas y falsas, pero estas surgen de la condición material de la cada vez más difícil situación que atraviesa el pobre para poder medio vivir, y quien no entienda así la realidad, todos sus esfuerzos y buen discurso servirán muy poco.

Para apoyar un poco lo aquí descrito revísense los datos del CONEVAL, que dicen que, en el año 2016 el 70.4% de los oaxaqueños vivían en pobreza, mientras que el 26.9% en pobreza extrema y, según información obtenida de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, durante abril y mayo del 2018, en Oaxaca se presentaron las tasas más bajas de desocupación y las tasas más altas de informalidad laboral, aunado a esto, los ingresos de los trabajadores también son menores, la mayor parte de la población no alcanza a cubrir sus necesidades básicas.

En Oaxaca, el estado con mayor grado de informalidad laboral, se encuentran ocupados 1.7 millones habitantes, de los cuales el 74%, equivalente a 1.3 millones, percibe desde cero hasta 5 mil 300 pesos al mes. Se estima que más de la mitad de su población ocupada percibe ingresos inferiores al costo de la canasta alimentaria, en Oaxaca el porcentaje es de 62.0%. Esta situación expresa que 6 de cada 10 personas no tienen ingresos suficientes para cubrir sus necesidades de alimentación, aun cuando destinaran todo su salario a ellas.

Y, por si faltarán más datos, ahí están las recomendaciones de la CEPAL, la OCDE, sobre materia de distribución de la riqueza social. Ahora más que nunca hay una concentración de la riqueza insultante, pues mientras la inmensa mayoría se debate entre los efectos de la pobreza (falta de alimentos, de vestido, de circulante para la salud, para la renta, etcétera), por otra parte una parte una pequeña de la población concentra grandes riquezas y por lo tanto vive en el decoro impensable.

Los antorchistas hemos denunciado que los servicios como la salud, son pésimos; que en la cuestión de la vivienda digna es letra muerta en la constitución; que las obras de agua potable con todos los permisos para su ejecución se vuelven esperanzas lejanas; que las obras en educación son urgentes, ante la situación descrita, sin embargo, la "política a cuenta gotas" se ha impuesto y muy pocas de estas necesidades se le han resuelto al pueblo oaxaqueño.

Es en este panorama crítico, la gente pobre organizada sale a la calle a manifestarse, realiza gestiones ante las dependencias correspondientes, pues la libre manifestación, es la única arma con la que cuentan los desamparados, para solucionar sus problemas. Una mala lectura de la realidad, y el caso omiso a los reclamos auténticos, le pueden resultar contraproducentes a todos los planes y discursos de quienes quieren favorecerse con el voto en tiempos electorales.

El llamamiento al antorchismo Oaxaqueño es ponernos en guardia, a dar una lucha decidida y contundente, sin sobresaltos, ni caer en aventuras desesperadas, confiando siempre en la capacidad transformadora del pueblo organizado y no de mesías que lo hagan olvidar de la verdadera tarea histórica del pueblo trabajador.

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