MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La incompatibilidad entre el capitalismo y las Humanidades

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Evaluar la utilidad de las materias de Humanidades como la Historia, la Filosofía o la Literatura, únicamente en términos de beneficio económico, es reducir su valor esencial. No son pocas las veces que las profesiones relacionadas con tales áreas se presentan como garantía de vivir en la pobreza o como carreras que no benefician al desarrollo económico del país.

No siempre hubo un rechazo hacia las Humanidades. En el punto álgido de la lucha por el poder político en Europa, la burguesía, en su ascenso al poder, las utilizó como una herramienta clave; estas disciplinas se convirtieron en la contraargumentación a los sistemas filosóficos previos, proporcionando una nueva visión del mundo que justificaba el dominio burgués. Además, en periodos más lejanos, la filosofía era fundamental para el desarrollo de la polis: el pensamiento ocupaba un lugar primordial en la cultura griega antigua. Las condiciones económicas y políticas establecidas permitían que se fundaran importantes escuelas que impulsaban la reflexión, como la Escuela de Mileto, los pitagóricos o los estoicos.

Sin embargo, con el tiempo, la situación ha cambiado drásticamente. Las condiciones que impulsaron el auge de la filosofía se han ido desvaneciendo. Se priorizó la utilidad práctica a corto plazo y las ciencias naturales se erigieron como la vía propicia, por antonomacia, para conocer. Cualquier razonamiento que no contribuyera directamente a mejorar la economía de la sociedad fue desterrado y despreciado. Actualmente, el argumento común para desacreditar la filosofía o la historia es que no son una ciencia y, en esa medida, en general no poseen consensos, es decir, que al abordar una amplia gama de temas no llegan a soluciones definitivas ni prácticas que colaboren en la realidad actual. 

No obstante, la filosofía, por ejemplo, no puede ser evaluada con un estándar inferior al de otras ciencias como las matemáticas, ya que, al igual que éstas, requiere una capacidad de abstracción significativa. Los grandes pensadores que crearon sistemas filosóficos en Occidente, como Aristóteles o Descartes, no eran ajenos al avance de otras disciplinas científicas, pero sus cuestionamientos trascendían los límites de cada ciencia individual. 

Tal posición no implica minusvalorar las ciencias naturales o el desarrollo tecnológico impulsados por el gran capital; no todo lo relacionado con este sistema de producción es perjudicial para la humanidad. De hecho, muchas disciplinas científicas exactas florecieron bajo la influencia de la Revolución Industrial, que marcó el apogeo de la gran industria, y deben reconocerse avances como los obtenidos en la medicina y en la producción. Pero es importante ponderar la necesidad de que ambos polos: las ciencias exactas y las Humanidades, tengan un impulso tal por parte de las instituciones políticas y educativas para que logren sostener el avance urgente que el país necesita en términos educativos y económicos. 
 

 

Con autorización del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales

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