MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La esencia de la educación es crear a un hombre nuevo

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Distinguir la forma de la esencia no es cosa que todos podamos hacer fácilmente, es necesario entrenar nuestro pensamiento para lograrlo. Por lo tanto, hay en el común de la sociedad y los ciudadanos una tremenda confusión que, entre estos dos términos; es decir, solemos solo distinguir y seguir las formas de los hechos, que su profunda esencia.

Por ejemplo, la esencia de la educación es, creo yo, crear al hombre nuevo, un nuevo perfil de ser, más humano, más solidario y mejor preparado a través de una formación democrática, critica, científica y popular. Y la Secretaría de Educación Pública (SEP), en la institución que oficialmente se encargará de hacer eso posible, a través de distintas políticas y estrategias que considere pertinentes, es decir, es la forma del hecho en concreto. 

Aunque deberíamos estar todos los que nos dedicamos y servimos a la educación de los mexicanos, preocupado y ocupado por alcanzar ese cometido, muchos se dejan llevar por la forma en que se da la educación.  Por ejemplo, hay una resistencia muy marcada, que existe entre algunos maestros para entender este fenómeno que trato de explicar, considerando que todo debe ser como lo dice la institución, y no como se necesita. 

Tres acontecimientos que me sucedieron esta semana en mi labor como docente, me hacen pensarlo así. El primero me sucedió al inicio de la semana, cuando, en mi calidad de directora del plantel acudí en representación de mis compañeros, estudiantes y padres de familia, a gestionar el préstamo de un aula de informática y un laboratorio de química, al plantel matutino con el que compartimos la instalación. Mediante un oficio firmado por todos los que ya mencioné, fue que hice la solicitud al directivo que me atendió. Y después de hacer el gran esfuerzo por argumentar la necesidad de tales espacios para el desarrollo del aprendizaje significativo de mis estudiantes, aunque por sus expresiones mientras me escuchaba, me indicaban que me entendía, su respuesta tajante fue que no, y sus argumentos fueron materiales, es decir, me dijo que las computadoras podían descomponerse, y que le iría muy mal si eso pasara. Que no quería ni conectarlas a internet porque se llenarían de virus, que el uso que le dan es poco, para que duren las maquinas, porque en la SEP tardan mucho en repararlas o dar nuevas.

Tras ese argumento, mi semblante se tornó pasmado, pues la verdad que no podía entender tal razonamiento, solo decidí apresurar el cierre de la conversación. Y aquí aplica eso que digo; si la esencia es que los jóvenes estudiantes aprendan, haciendo, practicando, equivocándose, incluso echando a perder unas máquinas, ¿por qué se cuida con tanto celo un bien material que inevitablemente se va a acabar, incluso aunque no se use para su propósito? Y así con los demás materiales, la infraestructura, los salones.  

Lo segundo, no me sorprendió, pero me pareció impactante. Es la respuesta de algunos padres de familia, al citarlos a reunión para enterarlos de los asuntos relacionados con la educación de sus hijos, muchos de ellos manifestaron no tener tiempo, pues la pasan trabajando hasta en dos turnos, con algunos fue casi imposible localizarlos.  Al citarlos a la escuela y enterarlos de que sus hijos están en riesgo por la situación de violencia en el estado y por la incitación al consumo de drogas, ellos evidenciaron no saber muchas cosas de sus hijos, porque casi no están con ellos en el día debido al trabajo.

La idea generalizada, es trabajar sin parar para poder educar a sus hijos, darles todo lo mejor, sin pensar que es justamente eso lo que los está perjudicando, pues ahora la mayor parte del tiempo la pasan solos, o con malas compañías. Otra vez, confusión con forma y esencia.

El tercer acontecimiento, fue la visita de las autoridades de la Dirección de Educación Media Superior al plantel, la primera de la subdirectora del nivel. Cuando los vi llegar, lo primero que sentí fue esperanza de poder contar con su apoyo, acompañamiento y respaldo respecto a las situaciones adversas que suceden en nuestra escuela: falta de materiales de estudio, de insumos informáticos, problemáticas que tienen que ver con drogadicción, violencia e inseguridad. O mejor aún, trabajar juntos en el diseño de estrategias de acción para mejorar la calidad de la educación en nuestro contexto, pero no.

El apuro de las autoridades, el objetivo de visitar las escuelas fue:  revisar el libro de firmas para saber quién del personal llega tarde o falta; revisar si existe un libro de ingresos y egresos y quién lo maneja, y, por último, mediante un formato improvisado en hojas de libreta, preguntarles a los estudiantes si sus maestros los acosan, si los someten o los obligan a hacer cosas que no quieren.

Formas, formas que no están mal, sin embargo, por la manera en que las realizan, uno siente en lugar de respaldo, hostilidad, pues ni se nos advirtió de la visita (que están en su derecho), pero tampoco se nos dejó una copia de la hoja de las observaciones que se hicieron en el momento de la visita. Al solicitarla, me dijeron que solo era para el nivel, y que posteriormente se nos haría llegar el resultado de la evaluación. 

¿Qué es lo que realmente preocupa a la institución, la forma o la esencia de la educación?  Posterior a la visita, también nos citaron a reunión, virtual, por cierto, para tratar asuntos importantes del nivel, en donde pudimos notar, no solo yo, sino todos los compañeros directivos y docentes del Emsad, que hay una falta impresionante de visión, no hay certeza laboral, y no hay un plan, no hay claridad del rumbo para nuestro sistema, no hay intencionalidad para lograr la calidad educativa, sino una serie de medidas que solo sirven para administrar las actividades que realizamos, burocracia y nada más.

Muchas fueron las dudas y preguntas de más de 80 compañeros, que, pese a sus actividades laborales matutinas, (pues se nos citó fuera de nuestro horario laboral), hicieron el esfuerzo por cumplir y conectarse con la esperanza de encontrar respuestas urgentes; terminaron decepcionados, e incluso muy enojados porque no hubo ninguna respuesta certera. ¡Puras formas!

Y mientras sigamos faltos de claridad entre una cosa y otra, los jóvenes estudiantes se nos están perdiendo en el camino, pues los que no padecen depresión por desintegración o problemas familiares, padecen falta de sentido en sus vidas, y están decidiendo tomar un camino fácil para resolverse solos sus problemas. 

Urge tomar medidas, y no lo digo yo, lo dice la realidad que cada día no despierta con noticias de jóvenes muertos o desaparecidos.

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