Recordando la historia, la Secretaría de Educación Pública (SEP) se creó en 1921 por decreto del entonces presidente Álvaro Obregón, y bajo la dirección del entonces rector de la Universidad Nacional, José Vasconcelos. Claro, hubo condiciones económicas y políticas: la elevada producción de petróleo durante la segunda mitad del siglo XX, que dio como resultado que la economía de México mejorara exponencialmente, y la aplicación en alguna medida, de esta riqueza creada.
El propósito fundamental de la creación de la SEP, según lo que declaró Vasconcelos en el Decreto de creación de la secretaría: “salvar a los niños, educar a los jóvenes, redimir a los indios, ilustrar a todos y difundir una cultura generosa y enaltecedora, ya no de una casta, sino de todos los hombres”.
Tal propósito tuvo éxito hasta cierto punto. Para 1950, el sistema educativo atendió al 27.7 % del conjunto de mexicanos en edad escolar y en 1980 al 62.3 %.
De acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la educación progresó eventualmente, subiendo el nivel educativo a nivel nacional. Podemos decir que, a grandes rasgos, durante todo el periodo del “Milagro mexicano” la educación mejoró (1954-1977). De acuerdo con lo anterior podemos concluir que, de alguna manera, el desarrollo en los años posteriores debía ser igual o mejor. Sin embargo, no lo fue.
Cualquier persona que viva en México se daría cuenta de esto (algunos tienen “otros datos”), y al revisar la información sobre la educación, muchos se sorprenden con las cifras, pero no reconocerlo es negar la realidad, tal como lo hace el actual gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Lo digo así porque hay personas que no reconocen los problemas agudos de la educación; al contrario, para ellos es como si todo marchara bien.
Como regla de dedo, se estima que 30 puntos en la escala de PISA equivalen a un grado escolar. De acuerdo con esto, en México hay un rezago educativo de diez años.
Es real que el confinamiento agravó la situación, pero no hay que taparnos los ojos como pretende Morena, que empeoró la situación desde que llegó al poder.
El primer saldo negativo en materia educativa es la deserción escolar: tres millones de jóvenes abandonaron la escuela durante la pandemia de covid-19 y sumaron a los 4.1 millones que ya estaban fuera del sistema educativo (Inegi); no obstante, estos datos poco hacen reaccionar al gobierno morenista.
Como regla de dedo, se estima que 30 puntos en la escala de PISA equivalen a un grado escolar. De acuerdo con esto, en México hay un rezago educativo de diez años. Personas de quince años y más tienen 9.7 grados de escolaridad en promedio, lo que significa un poco más de la secundaria concluida, de acuerdo con el Inegi. A primera vista parece que no es algo grave, pero si lo comparamos con otros países, podemos ver la abismal diferencia del nivel educativo.
Estos y más datos de la educación son abrumadores, y claramente no se recoge el propósito de la SEP en las políticas públicas. Por otro lado, podríamos pensar que por el desarrollo tecnológico del mundo y del país, las condiciones educativas mejorarían, pero vemos que no es así.
Por ello urge, en primer lugar, que la federación se proponga hacer crecer nuestra economía, y enseguida, distribuir de mejor manera lo recaudado; sólo así, las cuestiones sociales tendrán un mejor panorama.
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