MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La educación debe liberarnos y conducirnos al progreso social

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El ser humano es un ser social por naturaleza; los libros de historia nos enseñan que fue esta característica la que le permitió hacerse un gigante que ha soportado y superado como ninguno otro ser vivo en la tierra, todas las adversidades que este mundo ostenta.

Esta característica del ser humano, entiéndase el hombre, lo ha hecho conquistar los más altos cielos, recorrer las más largas distancias, explorar los más profundos océanos, gracias a su inteligencia, pero sobre todo a su colectividad.

Sin embargo, aunque las evidencias de ello están a la vista de todos, tal parece que cada día cuesta más trabajo entenderlo, y el ser humano se vuelve más ensimismado y desconfiado de su propia especie.  Y no es para menos, pues la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, de la lucha entre poderosos y débiles, entre sometedores y sometidos; hay razón para desconfiar. 

Pero, en la otra cara de la moneda, también hay ejemplos dignos de solidaridad, de cooperatividad, de empatía, de ayuda mutua. Para verlo y seguro para entenderlo, es necesario deshacernos de los prejuicios que inevitablemente tenemos, dejar de razonar con el famoso sentido común, que, de eso, creo yo, ya no tiene nada de bueno, porque ahora lo común es juzgar sin razones suficientes, y, por lo tanto, emitir juicios carentes de argumentos.

“El sentido común fracasa cuando se aplica en cuestiones complejas porque se aferra a la abstracción “o una cosa u otra”, a la fórmula “sí es sí, y no es no”, de donde resulta que el fuego es el fuego y que el mal es el mal, y sanseacabó; pero cuando se juzgan los problemas sociales desde este punto de vista se obtienen dictámenes abstractos, generales e insatisfactorios". (Pérez, Miguel:2022., cemees.org.mx, pues la realidad es un todo, compuesta por sus partes, incluso contradictorias. 

Esto viene a mi mente porque, en días pasados, he sido víctima de un enjuiciamiento a través del sentido común, por un grupo de personas que, sin considerar todas las aristas de su planteamiento, arremetieron en mi contra con un reclamo, sin argumentos ni evidencias suficientes, y dejando de lado la otra cara de la moneda. Un grupo minoritario de madres de familia que argumentó una actitud sospechosa en las iniciativas implementadas en el plantel, como la cultura y el deporte, que antes de reconocer todas las bondades de estas disciplinas, y todo el esfuerzo que se hace como colectivo para ofrecerlas a nuestros estudiantes, nos juzgaron duramente como si estuviéramos cometiendo un delito, cuando lo único que hemos pretendido es brindarles una educación integral a los jóvenes. 

Las quejas me impactaron porque manifiestan lo que digo líneas arriba, el tremendo individualismo que se ha desarrollado en nuestra personalidad. Las quejas fueron encaminadas a resolver demandas individuales y no colectivas. En brindar a cada uno lo que requiera, pero sacrificando a las mayorías. Sin pensar, en que son más las ventajas para todos, que las desventajas de solo cuatro personas en particular.

Pero no es culpa de individuo pensar cómo piensa, ni actuar como actúa; pues le han inoculado todo un prototipo de ser. Pues existe todo un sistema que trabaja a favor del individualismo, aunque no nos demos cuenta, desde donde se promueve toda una ideología que privilegia el bienestar privado y no público. Y entonces se le enseña al ciudadano a que valore su vida como el mayor tesoro, como si nunca fuera a terminar, por ejemplo, a educar al hijo como si nunca fuera a crecer o a irse, a pensar que, con buena actitud, con buena voluntad, podrá salir adelante solo sin ayuda de nadie, que es innecesario preocuparse por el otro, que es una pérdida de tiempo. 

Ese es justamente el problema que debe por ahora resolver la educación a través de la escuela: educar al individuo para transformarse en un nuevo hombre, en un hombre (entiéndase el término como especie humana, es decir también mujeres) más solidario, mejor preparado, más humano, más científico, con mayor liderazgo y arrojo para enfrentar los problemas y descifrarlos con razones lógicas y no solo con sentido común. Creo yo que es un sentido antinatural, querer que las cosas sean igual siempre, que la escuela enseñe lo mismo y de la misma manera siempre. Pues todo cambia, el conocimiento cambia, la naturaleza cambia, y nosotros debemos cambiar también conforme a las circunstancias.

Hay de aquel padre o madre de familia que desee por sobre todas las cosas que su hijo aprenda solo lo mismo que el aprendió y de la misma manera que en sus tiempos lo hizo, y peor aún, mantenerlo al margen de una realidad que no se puede ocultar; eso no puede ser así, pues se actuaría en contra del progreso. Se trata de una nueva generación, una nueva etapa de la historia, una nueva escuela.  Y creo que lejos de estorbarnos en el camino, debemos marchar juntos hacia nuevos aprendizajes urgentes y necesarios para nuestros jóvenes, porque la realidad que les acontece es terriblemente hostil, por donde se le mire. 

 Es momento de entender que los estudiantes, los profesores y los padres de familia y comunidad, debemos ser uno mismo, pues el enemigo al que nos enfrentamos es fuerte y poderoso, y tiene cara, rostro, y es el que conocemos como pobreza, inseguridad, abandono gubernamental, y solo unidos y organizados lo venceremos y será por el bien y en beneficio de todos. Que así sea.

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