MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La desigualdad social y económica y el peligro de resignarnos a ellas (I/II)

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Todos sabemos que, desde tiempos inmemorables, las personas no somos iguales, tenemos diversas características socioeconómicas y culturales que nos hacen diferentes, desiguales, aunque seamos de la misma especie, biológicamente hablando. Lo más evidente son nuestras características físicas, nuestro color de piel, por ejemplo, por lo cual, muchas personas han sufrido una terrible discriminación o menosprecio de unos hombres por otros, que se sentían o sienten superiores, solo por tener la piel blanca, cabello rubio y ojos azules, refiriéndome a la época moderna, pero que también estuvo presente en épocas anteriores.

Esas y otras características que han existido, y existen hoy en día, han sido una de las causas de un sufrimiento extremo en muchísimas personas.

En esta ocasión, me quiero referir, según mi criterio, a la madre de todas las desigualdades, a la que ha existido entre las personas, desde que el ser humano se volvió civilizado. Me refiero a la desigualdad económica que es la que ha generado y sigue generando el mayor de los sufrimientos del ser humano; por una parte, y por otra, señalar el peligro de que las grandes masas, es decir, los sectores más amplios de la población humana, se resigne o siga resignándose a vivir en medio de la desigualdad e injusticia.

Quiero iniciar mencionando, como marco de referencia y definición, los principales tipos de desigualdad existentes entre los seres humanos, no solo de nuestro país sino de todo el mundo.

Cuando decimos que algo es desigual, es porque es diferente. En el ámbito humano, se habla de desigualdad cuando hay una falta de equilibrio entre dos o más personas. Mencionaré solo los tipos más importantes de desigualdad.

La desigualdad social, se produce cuando una persona recibe un trato diferente de los demás, como consecuencia de su situación económica, de su posición social, de la religión que profesa, su género, la cultura de la que proviene o sus preferencias sexuales, entre otros aspectos. La mayoría de las personas, sobre todo las de condición económica precaria han padecido los maltratos de algunos de sus semejantes por ser pobres, vestir modestamente, no con ropa y calzado de marca (este problema se presenta muchísimo entre la niñez y la juventud, en las escuelas, donde los chicos sufren el ahora denominado bulling, por su forma de vestir, por su origen racial).

Hace unos días, conversando con una madre de familia, me comentó que estaban llevando a su nieta al psicólogo porque sufría menosprecio de sus compañeras, por su humilde forma de vestir, llamando mucho mi atención el hecho de que el psicólogo recomendó como terapia que le compraran vestidos, pantalones, playeras de marca, que le dieran permiso de salir sola con sus amigas y amigos a las fiestas para que de esa forma sea aceptada por sus compañeritas; lo cual considero, con temor a equivocarme, pues no soy profesional en esa materia, es una forma equivocada de analizar el problema, confundiendo las causas con los efectos y, por tanto, prescribir un tratamiento inadecuado. O usted, amable lector, ¿qué opina? 

La desigualdad económica se refiere a la distinta distribución de la riqueza entre las personas, donde perciben menos ingresos aquellos que produjeron dicha riqueza, y otros que perciben la mayor parte de dicha riqueza por el hecho de ser los propietarios de los medios de producción que se utilizaron para generar dicha riqueza, pero que no participaron, directamente en el proceso, salvo raras excepciones, que sí lo hicieron pero en la etapa inicial, cuando fueron pequeñas empresas, que por diversas razones extraeconómicas, pudieron sobresalir, mientras otras quebraban y sucumbían ante la terrible competencia existente entre dichas empresas (uno de los terribles efectos de la libre competencia y de la anarquía de la producción existente en el capitalismo). De aquí surge las extremas diferencias entre los ricos, poseedores de inmensas fortunas, que se incrementan a un ritmo acelerado, día con día, con respecto, a las grandes masas de trabajadores, que por más que se esfuerzan y trabajan incansablemente, se empobrecen cada día más.

Ciertamente, hay épocas de bonanza económica, donde, al parecer todo mundo va progresando, las nuevas generaciones de estudiantes que se gradúan (y hasta lo que solo se quedan como pasantes), encuentran trabajo, más o menos, bien pagado, y se generaliza la ilusión de que, si estudias, haces una carrera o tienes una profesión, casi en automático, vas a ganar mucho dinero y, si eres inteligente, podrán iniciar su propia empresa y pasar a ser un nuevo integrante de la clase rica. Pero en los tiempos de crisis, como la que actualmente estamos viviendo, esa ilusión se desvanece, y aunque la juventud se esfuerce y alcance a ser un buen profesionista, la oferta de empleo se ve reducida drásticamente y no les queda más remedio que buscar un trabajo no calificado, y por tanto, mal pagado (empleado de oficina, comercio, taxista), o de plano tiene que recurrir a un empleo eventual, al comercio informal o, como ya es común en nuestro país, engrosar las filas del crimen organizado, porque ahí la paga es muy remunerativa.

La desigualdad educativa está en la base de la desigualdad social y económica, pues las personas o familias que no perciben suficientes ingresos económicos, no tiene la oportunidad de obtener una formación educativa adecuada. Esto no requiere mayor explicación, todos, absolutamente todos, sabemos que si una familia tiene suficientes ingresos económicos podrá sufragar los estudios de sus hijos, hasta el nivel licenciatura o incluso, postgrado, aunque sea en escuelas públicas, muchos más costoso resulta prepararse en escuelas privadas, pues evidentemente resulta más costoso. Pero en nuestro país, como muchos la gran mayoría de la población, no tiene los ingresos suficientes para proporcionar este tipo de educación, a lo más que pueden llegar es a tener una educación básica (hace años bastaba tener primaria para obtener un empleo aceptable) pero en estos tiempos para ser obrero, capacitado para operar los modernos medios de producción ya existentes, es necesario que mínimamente cuenten con la secundaria, bachillerato o carrera técnica, terminadas.

La desigualdad de género se produce cuando una persona no tiene acceso a las mismas oportunidades que una persona de otro sexo. Por ejemplo, las mujeres, en lo general, perciben salarios bajos, en relación a los salarios que perciben los hombres. Por cuestiones de género o preferencias sexuales, se discrimina a muchísima gente en nuestra sociedad; de ahí que hoy en día se han desarrollado movimientos lésbico-gay y feministas que, aunque de manera limitada, están luchando contra este tipo de discriminación de género.

La desigualdad legal se produce cuando las leyes o el funcionamiento de los distintos tribunales favorecen a unos individuos frente a otros. Según nos dicen que somos iguales ante la ley, pero todos sabemos, que no son las mismas circunstancias que se le presenta a una persona para enfrentar un proceso legal, si cuenta con dinero o no, al rico se le dan (o se le venden) todas las facilidades y opciones para librarse de la acción de la justicia, al contrario del pobre que, por no tener dinero y lo que se puede comprar con eso (los servicios profesionales no de uno sino de todo un despacho o corporativo jurídico, pagar fianzas, caución, multas y reparación de daños, peritajes, testigos), hasta por robarse una gallina o alimentos para sus hijos, son juzgados y condenados a prisión por muchos años; caso distinto al de un rico que, a pesar de ser culpable con pruebas, muchas veces por algún error de procedimiento, en lugar de enmendarse, se les deja en libertad, sin mayor problema. 

Estos son los principales tipos de desigualdad existentes en nuestra sociedad, pero se puede advertir o ver con relativa facilidad que todos los tipos de desigualdad tienen su principal causa o derivan de la desigualdad económica. 

En la siguiente parte, detallaremos quiénes son los hombres más ricos del mundo, los más ricos de México, y cuáles son las razones por la que se hacen cada vez más ricos, incluso en épocas de desastres naturales, crisis económicas, emergencias sanitarias, etc., es decir, que cuando la mayoría de la humanidad sufre estos problemas, existe una pequeñísima parte de la sociedad, el 1 por ciento de la población, que no solo no sufre, sino que se hace más rica cada día. Acumulando tanta riqueza que la vida no les va a alcanzar para gastársela con sus familias, en varias generaciones; mientras que el 99 por ciento de la población tiene que trabajar para poder vivir, donde casi el 80 por ciento de la población mundial vive en pobreza o pobreza extrema; donde miles de miles de millones de familias viven al día y muchos de ellos no tienen garantizada la alimentación del siguiente día, mucho menos tienen garantizada su salud, su educación, un trabajo bien remunerado, un bienestar mínimo en general.

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