MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La desigualdad social no es eterna

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Cuando era pequeña, un día de ocasión, observé con atención una noticia en la televisión que me dejó impactada. Vi a los niños de áfrica que estaban sumamente delgados, prácticamente solo se distinguía su esqueleto, y se anunciaba una terrible hambruna por crisis alimentaria, además de la enfermedad que los estaba matando, el cólera. 

Cuando pregunté a mis mayores, cómo era posible que en este mismo mundo donde somos muchos y podemos ayudarnos entre nosotros, existieran ese tipo de sucesos, solo me respondieron que así eran las cosas, y que era imposible cambiarlas, porque esos países tenían muchos problemas.  Yo me angustié muchísimo, y no pude evitar entristecerme y descubrir la deshumanización del mundo, y la verdad es que no me quedé conforme con esa respuesta.

Ahora entiendo que esa foto de la sociedad que yo vi en aquellos años, es solo la consecuencia de la desigualdad social, que en nuestros días sigue no solo vigente sino con mayor gravedad.  Y una vez que lo entendí, quise saber dónde inicia la desigualdad, en qué momento y por qué se da, quién decide que así sea.  Y con el afán de entenderlo, me dispuse a abrir todos mis sentidos a nuevas ideas, a buscar causas más científicas.  Así fue como me presentaron a la autora Martha Harnecker, quién escribió su libro titulado “Qué es la sociedad”, en 1986, en donde encontré ideas nunca antes analizadas que me han ayudado a comprender mejor la realidad, cuando menos hasta ahora.   Y que quiero compartirles hoy, no solo por ocio, sino porque creo que son fundamentales en el desarrollo de nuestra existencia.

“La propiedad privada de los medios de producción es la fuente de toda explotación”. Para entender este enunciado, es preciso entender que todas las cosas han sido construidas por el hombre, por la mano del hombre, desde un pantalón de vestir, una mesa, una silla, una casa, un coche, un avión, un barco, un reloj, una mochila, hasta una nave espacial satelital. Para ello, han sido necesarios tres elementos básicos:  1) materia prima, que son todos aquellos objetos que han sido transformados, que se obtienen de la naturaleza; 2) medios de producción, todas aquellas cosas que directa o indirectamente nos permiten transformar la materia prima en un producto final, y 3) la fuerza de trabajo, que es la energía gastada durante el proceso de trabajo.   Este es el esquema de producción de todo.

La desigualdad inició cuando en tiempos remotos se cambió el “de nosotros”, por el “mío”, y surgió la propiedad privada.   Así como lo narra Rafael Barret, en su escrito “Gallinas”, publicado en 1910: “Mientras no poseí más que mi catre y mis libros, fui feliz. Ahora poseo nueve gallinas y un gallo, y mi alma está perturbada. (tomado de la página filosofía autiautoritaria el 18 de febrero 2023”. Y la sociedad que antes era uno, se dividió en dos clases sociales: de un lado los que se adueñaron de las materias primas y los medios de producción, y por otro lado los que solo se quedaron con su energía para trabajar, y ya.  Con ello, se establecieron relaciones de trabajo, es decir, los dueños de los medios de producción impusieron las condiciones de trabajo de modo tal que siempre salieran beneficiados; o sea, establecieron las jornadas de trabajo, las formas de trabajo y con ello el reparto de las ganancias, que, por supuesto fue desigual, más para los dueños y menos para los trabajadores.  Efectuándose así la explotación para los desposeídos de los medios para producir.

 Y eso ha sido hasta nuestros días, la madre de todas las desgracias, pues mientras que los trabajadores gastan su energía diaria, su vida misma trabajando, son los patrones, los dueños, la clase dominante la que se queda con la mayor parte de las ganancias, dejándole lo mínimo al trabajador para que ese medio alimente y regenere las fuerzas perdidas y regrese al día siguiente a dar más por unos cuantos pesos que cada día se vuelven insuficientes.

La clase dominante al ser la más privilegiada económicamente, también es la dueña del poder ideológico, pues tiene para eso y más. Y trabaja arduamente para que todo aquel explotado, sirva con amor y sin prejuicio, y de hasta su vida, por una mísera retribución.; pero además de eso, domesticarla para que no se queje y se sienta feliz cuando la explotan. Esto no es fácil de entenderlo, y menos cuando lo explico tan trivialmente; pues durante muchos años este modo de producción, ha estado vigente, la explotación del hombre por el hombre se ha normalizado ya, al grado de creer que está realidad es la única que puede existir.  Pero no pido que me crean, sino que analicen en cada ejemplo que la realidad de ahora nos dice, si esto sucede así.  Y estoy segura de que, si los buscan, sin prejuicio, van a encontrar miles de ejemplos de explotación.

He intentado explicar este razonamiento, porque creo que esta es la raíz de muchos de nuestros problemas sociales. Pues la brecha entre ricos y pobres es cada vez más grande, solo el 1% de la población mundial tiene el 99% de la riqueza total, y el 99% de la población mundial vive solo con el 1% de la riqueza mundial, abismal no?  Esto quiere decir que cada día hay más pobres y menos ricos. Y esta tremenda desigualdad, genera la pobreza que ya conocemos, y esta a su vez serias consecuencias como: la inseguridad social, la delincuencia, los homicidios, el narcotráfico, la falta de salud, etc.  Por eso que ahora seamos un país más pobre que hace dos años y medio que llegó la 4T, no es una casualidad, pues, aunque se reparta mucho dinero, mientras no alcance para lo necesario, la brecha seguirá agrandándose. Lo que necesitamos es un gobierno que tome como punto de partida esta verdad que muchos ya hemos descubierto, y que esté dispuesto a defender a los desposeídos, a la clase trabajadora, al pueblo pobre de México y darles verdaderas condiciones para vivir dignamente, y no solo echarle porras con unas ayudas monetarias, que solo sirven para combatir el sentimiento de pobreza, pero no la pobreza en realidad.

Y por nuestra parte, el pueblo trabajador, debe estar unido y organizado, para aprender a elegir mejor a los que nos representan y gobiernan.  Nos falta mucho por aprender y debemos apurarnos, pues si seguimos ignorando verdades fundamentales, nuestros hijos y nietos pueden sufrir serias consecuencias.

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