Aunque a nivel nacional se argumente que Guerrero cuenta con suficiente agua y que la sequía rara vez ha sido un problema histórico, la realidad es que el desabasto de agua es una realidad con la que se lucha a diario, especialmente en Chilpancingo, donde el líquido llega a algunas colonias del centro de la ciudad cada 15 días, y en las más alejadas, la espera puede extenderse hasta tres o incluso cuatro meses.
Es cierto que, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el 62% del territorio guerrerense cuenta con agua disponible, colocándose en el grupo de siete estados con más de la mitad de su agua como recurso renovable proveniente de la temporada de lluvias, y sin afectaciones por sequía. Estos estados, en su mayoría del sur de México, también incluyen a Chiapas, Oaxaca, Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Veracruz y Tabasco.
Sin embargo, detrás de estas cifras alentadoras se esconde una problemática real que afecta la calidad de vida de los guerrerenses. El acceso al agua potable es uno de los servicios básicos más precarios en la región, y el suministro de agua entubada en las viviendas está lejos de ser suficiente. Es alarmante que Guerrero se encuentre en el penúltimo lugar en el porcentaje de viviendas con servicio de agua entubada, solo seguido por Oaxaca, de acuerdo con el mismo censo del Inegi.
El problema del agua va más allá de las cifras y los estudios. Es una realidad que afecta la vida cotidiana, la salud e incluso el futuro de las nuevas generaciones. La escasez de agua en los hogares impide que se pueda llevar una vida digna y que afecta directamente la calidad de vida.
A diferencia de los estados del norte, donde la sequía y la falta de agua son problemas recurrentes, en ciudades como Monterrey, Tijuana y Mexicali, el servicio de agua entubada está garantizado para 98%de su población. Esto plantea una pregunta crucial: ¿por qué en Guerrero, un estado con un porcentaje significativo de agua disponible, el acceso al agua potable es tan precario?
La respuesta se encuentra en las cifras que demuestran que la disponibilidad de agua ha disminuido considerablemente debido al crecimiento demográfico acelerado. En 1910, cada mexicano contaba con 31 mil metros cúbicos de agua al año, mientras que en 2019, esta cifra disminuyó drásticamente a solo 3,586 metros cúbicos anuales por habitante. El aumento de la población y el deterioro de los recursos hídricos son factores determinantes en la crisis del agua que enfrentamos hoy en día, pues ahora somos más de 3 millones de habitantes en la entidad.
Debemos entender que el problema del agua va más allá de las cifras y los estudios. Es una realidad que afecta la vida cotidiana, la salud e incluso el futuro de las nuevas generaciones. La escasez de agua en los hogares impide que se pueda llevar una vida digna y que afecta directamente la calidad de vida. Además, el acceso limitado al agua potable conlleva riesgos significativos para nuestra salud, ya que muchas veces nos vemos obligados a recurrir a fuentes no seguras para satisfacer nuestras necesidades básicas.
Es hora de que las autoridades y la sociedad en su conjunto asuman una postura activa frente a esta crisis silenciosa del agua en Guerrero. Necesitamos un enfoque integral que incluya la inversión en infraestructura hídrica, la protección y conservación de nuestras fuentes de agua, y la implementación de políticas que promuevan un uso responsable y sustentable del recurso hídrico.
Es fundamental que los partidos políticos y las autoridades reconozcan la gravedad de la situación y actúen de manera decidida para garantizar el acceso equitativo y justo al agua potable para todos los guerrerenses. Esto implica destinar recursos adecuados para mejorar la infraestructura y asegurar que las comunidades más vulnerables tengan acceso a este recurso vital.
Asimismo, debemos fomentar una cultura del agua que promueva la responsabilidad y la solidaridad entre los ciudadanos. Esto significa adoptar prácticas de uso eficiente del agua en nuestros hogares, escuelas y lugares de trabajo. También debemos valorar y proteger nuestras fuentes de agua, como ríos, arroyos y acuíferos, para asegurar su sostenibilidad a largo plazo.
Es innegable que el problema del agua en Guerrero es un tema complejo que requiere una acción colectiva y coordinada. Como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de exigir a nuestras autoridades que tomen medidas concretas y efectivas para resolver esta crisis. Pero también debemos ser conscientes de nuestro papel como individuos en la protección y conservación del agua.
Es hora de que nos unamos como guerrerenses para enfrentar este desafío y construir un futuro en el que el acceso al agua potable sea una realidad para todos. Nuestra tierra es rica en recursos naturales y es nuestro deber asegurar que las generaciones futuras también puedan disfrutar de este. El agua es un derecho humano fundamental, y es hora de que todos juntos trabajemos para asegurar que este derecho sea respetado y garantizado en Guerrero. Va.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario