De entrada quiero dejar sentado que en la organización Antorcha Campesina, a la que orgullosamente pertenezco, por convicción, por principios y por ideología, somos enemigos jurados de la política que muchos grupos y ciudadanos radicalosos practican a lo tonto, partiendo de la idea de que es un acto revolucionarísimo hacerse justicia por propia mano, sin ponerse a meditar que eso es anarquía que origina un caos de impredecibles consecuencias. Siempre y en todo momento planteamos, dentro de las filas de la Organización y públicamente, la imperiosa necesidad de sujetar el actuar de individuos y organizaciones al estado de derecho. Hemos planteado que el aparato de impartir justicia, por ser parte que le toca muy de cerca al interés ciudadano, actúe pronta y justicieramente en todos los casos en que debe intervenir. Como estamos seguros de que este llamado es una prédica en el desierto, también planteamos hacer uso de la manifestación pública para obligar al aparato judicial a actuar, por encima de intereses políticos, de sobornos o de encubrimientos, y hacer que se aplique la justicia de manera imparcial y expedita.
Mi afirmación se ve confirmada con el hecho de que, a pesar de las miles de calumnias lanzadas en nuestra contra, que van desde "brazo armado del gobierno" hasta "grupo paramilitar", nunca, en ningún lugar, se ha podido demostrar ninguna de estas aseveraciones. Por el contrario, entre el pueblo se fija la idea de que Antorcha es un grupo pacífico, honrado, trabajador, amante de la paz, progresista y respetuoso del Estado de Derecho. Se comprueba también con el hecho de que en los municipios donde gobierna Antorcha el índice delincuencial llega a tasas cero, según datos de la Fiscalía del Estado.
Si algún crimen se comete en estos municipios es en contra de los antorchistas: caso concreto y reciente, el asesinato cobarde de Manuel Hernández Pasión, planeado y ejecutado por los caciques de la Sierra Nororiental, así como el horrendo crimen perpetrado contra cuatro mujeres y dos hombres antorchistas, originarios del municipio de Santo Domingo Yosoñama, en el estado de Oaxaca.
Habiendo dejado claro y demostrado que nuestra conducta social y política es intachable, resulta de suma gravedad que las páginas periodicocentral.mx y sinembargo.mx, ignorando todo nuestro quehacer político, todos los resultados económicos y sociales que hemos logrado para cientos de pueblos, con la mayor irresponsabilidad, sin una investigación mínima, se atreva a asegurar que Adrián Carvajal, líder de los antorchistas en Acatlán de Osorio, es el instigador del linchamiento de dos ciudadanos pacíficos y honrados.
¿Qué pruebas aporta de su dicho? Nada. Es, pues, una total y desvergonzada calumnia e invención. Al periodista no le importa poner en peligro la vida de un luchador social, no se preocupa por demostrar su dicho, lo que me lleva a concluir que su único y verdadero objetivo es calumniar a nuestro líder y a nuestra organización, buscando quedar bien con los poderosos, haciendo gala de un antiantorchismo, que le puede rendir enormes ganancias.
Ahora bien, esto para nosotros no es nuevo, durante 44 años que tiene de vida nuestro movimiento, hemos dicho, una y otra vez, que el periodismo, fundamentalmente en Puebla (salvo muy pocas y honrosas excepciones) es un periodismo poco profesional, corrupto, sin escrúpulos y sin ética profesional; muchos prestigios han sido destruidos gracias a la práctica de este tipo de periodismo. Hemos dicho también que es necesario que todas las noticias se fundamenten con hechos y pruebas irrefutables, que lo conviertan, de un periodismo corrupto y corruptor en un periodismo profesional, responsable, serio y honrado para bien de Puebla y de México.
Hoy, una vez más, tenemos que aclarar, ante las calumnias disfrazadas de noticia de estas páginas electrónicas y obligados por las circunstancias, que ni Adrián Carvajal ni Felipe Villanueva tienen nada que ver en los graves sucesos de Acatlán. No existe ninguna grabación que demuestre azuzamiento por parte de ellos para enardecer a la masa y se cometiera tan irracional crimen. La inocencia de los compañeros se comprueba también por el apoyo legal que nos han solicitado los familiares para que se repare el daño causado a las familias de los asesinados, apoyo que brindaremos con mucha responsabilidad y decisión hasta lograr que se castigue a los responsables de tan horrendo crimen.
Ahora bien creo que el poder judicial en Puebla, en concreto en Acatlán, deben reflexionar profundamente sobre su actuación en estos y en otros hechos. Es claro que la acción irracional de la ciudadanía se explica porque el pueblo no confía en sus impartidores de justicia, no confía en sus policías; hay una desconfianza social enorme que se traduce o se manifiesta en este tipo de acciones bárbaras. Conviene para el bien de ellos, de sus familias, de sus hijos, de los poblanos y de los mexicanos en general, que, todos en el ámbito de sus responsabilidades actúen con honradez, con verdadero espíritu justiciero para que vuelva a su cauce la inconformidad, que hoy se tradujo en dos crímenes horrendos, que tienen en zozobra a todo el pueblo de Acatlán.
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