MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La 4T deja sin protección a los trabajadores de la salud y con hambre a los humildes

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Para nadie le es ajeno darse cuenta, en tiempos sin contingencia sanitaria, de la falta de infraestructura hospitalaria, personal médico y auxiliar de la salud, carencia de insumos, medicamentos y material de protección, todos los días los trabajadores de la salud con gran profesionalismo y una ética profundamente humanista, sobreponiéndose a todas las dificultades y carencias que padecen en sus diversas zonas, realizan su trabajo; consultas, curaciones, operaciones, estudios clínicos, transportando pacientes, limpiando los espacios, vigilando las unidades, etc., con un solo propósito: salvar vidas, cuidar la salud del pueblo y a pesar de las adversas condiciones laborales y salariales, el gremio mantiene en pie al sistema nacional de salud. Pero la pandemia en su Fase 3, que hoy afecta al planeta entero y por ende a nuestro país, ha puesto al desnudo las graves deficiencias en el sistema de salud nacional y la falta de apoyo gubernamental federal a este sector que labora en los centros hospitalarios.

La situación de la salud publica en nuestro país es deficiente, no por culpa de los trabajadores, sino de los responsables de diseñar durante décadas una mala política pública de salud estatal y nacional, como se nota en la falta o insuficiente dotación de material médico para el cuidado de la salud del pueblo, falla visible en las casas de salud comunitarias, en los centros de salud, hospitales de segundo y tercer nivel, muchos sin infraestructura médica, sin insumos ni medicamentos o falta de personal médico, carencias todas que son total responsabilidad del estado mexicano. La inmensa mayoría de nuestro pueblo no tiene una asistencia médica adecuada o en el peor de los casos carece de ella, porque no existe un verdadero plan nacional de salud pública, tenemos una bajísima calidad de los servicios, los programas están enfocados al aspecto curativo de la medicina y no preventivo, casi todos los servicios estatales están ubicados en las grandes ciudades y tenemos en total abandono a las zonas rurales. La salud es mercantilista: que se cure quien pueda pagarla. Hay una total centralización administrativa que no informa al pueblo de acciones preventivas para su buen estado de salud y una terrible tramitología burocrática para la compra de productos médicos. Con todas estas deficiencias y debilidades de nuestro sistema, está claro que no podemos hacer frente a ninguna pandemia.

Dos sectores desprotegidos en esta emergencia son los que aportan todos los días lo más valioso de sí mismos: uno, produciendo la riqueza social que unos pocos atesoran, pero debido a los bajísimos salarios y a la falta de trabajo no tiene qué comer y pide a gritos alimentos; y el otro, cuidando la salud de los pobres y ricos, pero que hoy, debido a la contingencia, pide material de protección, insumos y medicamentos. Los poderosos, que se sirven de ambos sectores, los abandonan y los dejan a su suerte. Por eso hoy, con orgullo hacemos de su voz nuestra voz y nos convertimos en fieles defensores de los dos sectores que están padeciendo los grandes estragos del embate de la pandemia del covid-19, que son, por un lado, los trabajadores de la salud desposeídos de material de protección para que sigan atendiendo enfermos y realicen acciones que eviten la propagación del virus en la fase 3 y, por el otro lado, de los humildes que se han quedado sin ingresos y que no tienen para llevar alimentos para su familia.

Damos las gracias a ese ejército de trabajadores de la salud, que con una voluntad inquebrantable hoy está al frente de la batalla para vencer a esta pandemia; le expresamos nuestro respeto, cariño, admiración y total apoyo, porque no dudamos un solo momento de su gran trabajo que seguirá haciendo y estamos seguros que ganaremos y saldremos adelante. Hoy, los trabajadores de la salud se han convertido en nuestros héroes reales de carne y hueso, que merecen mejores salarios, espacios laborales, certeza salarial, insumos, medicamentos, material de protección. Será el momento cuando pase la pandemia de ir organizando de mejor manera y con mayor eficiencia al sector salud nacional, en un plan integral que se le asignen los suficientes recursos financieros y se proporcionen servicios de calidad a nuestro pueblo en la ciudad y el campo.

Necesitaremos poner en praxis una verdadera revolución en lo que se refiere a la salud pública, planificar de mejor manera las tareas, que las actividades respondan a los adelantos de la ciencia médica, que todas las actividades vayan orientados con carácter preventivo-curativo, que la salud del pueblo sea responsabilidad total del estado, las actividades de la salud deben ser gratuitas y deben de estar al alcance de la población, debe darse una centralización de las normas y descentralización de las tareas, una participación constante y sistemática de las masas en las tareas de la salud, para crear conciencia y estar preparados para otro momento parecido al que estamos padeciendo, con infraestructura hospitalaria en todos los lugares donde se necesite, medicamentos e insumos de calidad y suficientes para todos los centros hospitalarios, personal médico y auxiliar de la salud en las zonas rurales y urbanas, buenos salarios para todos y seguridad laboral.

La pandemia nos ha enseñado que la salud no debe ser un negocio, sino todo lo contario, se deben invertir esfuerzos, energías y cuantiosos recursos para cuidar la salud del pueblo, urge convertirla en el eje rector de una política de estado de hoy en adelante, nos debemos proponer y lograr que nuestro pueblo sea saludable y se sienta cuidado y seguro con los servicios médicos que se le brinden, seguir formando a los futuros trabajadores de la salud con alto nivel académico y profundo humanismo que los lleve a realizar con una gran vocación de servicio su trabajo.

Por ahora, lo único que no se debe agotar en los trabajadores de la salud y en nuestro pueblo humilde, es la férrea voluntad, la conciencia y la capacidad de aprender, superar y desarrollar un momento superior al que estamos viviendo y para ello nos necesitamos todos y nos necesitaremos; adelante: superemos juntos el presente y construyamos un mejor futuro. La emergencia sanitaria nos ha enseñado que la salud es un derecho y deber de cada ciudadano, que exige una alta prioridad y grandes esfuerzos en la esfera social que repercutan en cambios cualitativos en el nivel de vida de los ciudadanos. Los antorchistas estamos seguros que organizados y educados, junto a nuestros hermanos trabajadores vamos a cambiar para bien a esta patria, urge poner manos a la obra y todos a trabajar para lograrlo.

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