MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Inseguridad, migración y mal clima afectan al campo chiapaneco

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Los campesinos y pequeños productores de Chiapas siguen viviendo en carne propia los dañinos efectos de las políticas agrícolas implementadas por el Gobierno, que han dejado en los últimos cinco años sin el sustento diario a miles de productores y sus familias, afectando severamente su única fuente de ingresos.

En la entidad se vive inseguridad, migración y daños por las lluvias, como los principales factores que han perjudicado de forma seria a más del 70 % de la producción en los campos.

Antes de que las lluvias llegaran, la sequía ya había afectado el suelo; con lluvia o sin lluvia, no hay buena producción y mucho menos ganancias favorables. Recordemos que en 2019 se propuso una drástica reducción de 22 mil millones de pesos al presupuesto del campo, quedando en 50 mil millones, más bajo que cualquiera de los aprobados en los últimos seis años anteriores.

La pobreza que prevalece en México ha sido arrastrada desde la Revolución mexicana y, a lo largo de los años, la mala planeación de políticas ha contribuido a que siga existiendo.

Después, los productores también se vieron afectados por la pandemia del covid-19 y, en estos últimos años, ha aumentado más los índices de migración porque la mano de obra joven se fue en busca del sueño americano, y eso es muy preocupante.

Además, desde hace muchos años no se han podido detener los efectos de la migración y la violencia que vive el estado.

En Chiapas, mayo de 2024 fue el mes más caluroso. La sequía que se presentó en meses previos afectó el 80 % de las cosechas de café, frijol y maíz. Además, unos 44 municipios de Chiapas reportan afectaciones por las lluvias y fueron alrededor de 11 mil 850 hectáreas de cultivos de plátano y banana ubicados en Tapachula y Suchiate.

Estos hechos naturales han llevado a los productores a no desistir en su solicitud de pedir al Gobierno intervención, porque a pesar del comienzo de la temporada de lluvias, el calor y las lluvias han mermado significativamente su producción.

Por otro lado, afectó también la migración a Estados Unidos, que comenzó desde el año 1990 en las zonas cafetaleras afectadas por la disminución internacional de precios. En 2007, las remesas enviadas por los mexicanos llegaron a 25 mil millones y las de los chiapanecos rebasaron los 800 millones.

En 2023, la entidad tuvo mayor crecimiento, pues recibió 4 mil 367 millones de dólares durante el año. Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señalan que, en 2020, de Chiapas salieron 17 mil 14 personas para vivir en otro país; 83 de cada 100 se fueron a Estados Unidos de América para reunirse con familia, buscar trabajo y por aceptar ofertas de trabajo, dejando aquí el campo en abandono o porque las oportunidades no son favorables.

Lo cierto es que la pobreza que prevalece en México ha sido arrastrada desde la Revolución mexicana y, a lo largo de los años, la mala planeación de políticas ha contribuido a que siga existiendo esa gran diferencia social entre los mexicanos. 

Chiapas vive una prolongada y profunda crisis expresada en la magnitud de la pobreza, que adquiere mayores dimensiones en el medio rural y entre la población indígena. A la pobreza secular se ha sumado en las últimas dos décadas la nueva pobreza generada por las malas políticas.

La destrucción y el deterioro de los medios de vida, fundamentalmente de la tierra, los bosques y el agua, han contribuido a la situación de pobreza de miles de familias campesinas e indígenas, que hoy sobreviven principalmente de los programas asistencialistas que otorgan los gobiernos federal y estatal.

Hay que poner al país de pie y acelerar la carrera porque la pobreza va ganando. Se necesita que la clase trabajadora, honrada, sensible y con visión de futuro cambie el poder económico.

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