México está secuestrado por una clase parasitaria que se ha incrustado en el poder; amaestrada solo para levantar deditos en señal de aprobación a las barbaridades que se le ocurren al presidente; aunado a ello, una clase élite se ha venido adueñando de todos los recursos naturales que nuestro país posee y lucra con los mismos, dejando a su paso hambre y miseria, y que cada día se sumen más al lastre de la pobreza, y exterminio de estos recursos, de los cuales todos los mexicanos somos los verdaderos dueños.
Nuestra patria, practicante de la democracia, cambia cada 6 años de sujetos que llevan las riendas del poder, tiempo que se les da para que se demuestren los resultados de sus promesas de campaña con las que conquistaron a las masas e hicieron que les otorgaran su voto y los sentaran en la silla del poder, favoreciéndolos además con un fabuloso sueldo, fruto de las arcas nacionales con las cuales todos los mexicanos contribuimos.
Todos estos individuos, vividores de la política, se desviven en elogios hacia el pueblo y prometen grandes y profundos cambios, incluso sacar al pueblo de la pobreza, promesa que siempre está de moda cuando hay campañas, porque en México existe un alto grado de personas que se debaten en la miseria y desamparo, alrededor de cien millones, según datos de estudiosos en la materia.
Y si no, para muestra basta un botón: en el 2018, justo lo relatado renglones más arriba ocurrió, pero qué decir del 2018, si la campaña emprendida por Andrés Manuel López Obrador duró casi 20 años, siempre con su eterna cantaleta de acabar con la corrupción. Su triunfo fue producto del hartazgo popular de quienes vieron como culpable de todos sus males a los dos partidos anteriores a este gobierno y trataron de desquitar su coraje dándoles su voto de castigo y llevando al poder a morena, partido que curiosamente está integrado por políticos que huyeron como gusanos de los anteriores partidos en el poder y formaron morena, como la propia cabeza de este partido que ha pertenecido tanto al PRI como al PRD.
Sin embargo, la urgencia de la población al parecer era huir, cambiar, aunque el cambio solo haya sido accesorio no de fondo. Hoy son miles los que se están convenciendo que han puesto en el poder no solo a más de lo mismo, sino a algo peor, que desgraciadamente está llevando al hundimiento total a nuestro país por todas las decisiones desacertadas y fuera de lugar que toman cada día y que solo tienen la clara intención de favorecer solo los intereses de quienes ostentan el poder.
Ejemplo de esto es la pandemia de covid-19, que ha llevado a la muerte a más de 281 mil personas en nuestro país según cifras oficiales, aunque cálculos más acertados señalan que la verdadera cifra es tres veces esa cantidad, pero los datos han sido confidencialmente escondidos para tapar su ineptitud. La inseguridad continúa desbordada, repuntan los feminicidios, violencia familiar y la violación. Además de que el 93.3 % de los delitos no son denunciados, según datos del Inegi, porque la ciudadanía no confía en las autoridades, destaca la Encuesta de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE 2021).
Y no se ve la luz al final del túnel, sino un camino muy escabroso en el que nos ha metido este gobierno incapaz que siempre tiene otros datos, como una profunda burla a la inteligencia de los mexicanos.
Todos sabemos, menos los que integran este gobierno, que para lograr una recuperación económica, es urgente y de vital importancia que se rescate el empleo, porque se han perdido millones y cientos de empresas han cerrado sus puertas dejando a su suerte a todos sus trabajadores. Pero el gobierno de AMLO aparte de que está perdido en sus fracasos no tiene estrategia ni rumbo, y como consecuencia, nuestro país continúa hundiéndose, y con él millones de mexicanos que siguen padeciendo pobreza, más todos los demás que se van sumando diariamente a esta situación tan triste.
Además, a este gobierno del señor López y sus levanta dedos solo le interesa acallar a las voces que los critican, a los que exhibe como fifís, neoliberales y corruptos y una letanía de ofensivos calificativos. Como centro de su atención ha colocado al Movimiento Antorchista, curiosamente, porque sabe muy para sus adentros que Antorcha es una organización limpia, cuyos dirigentes son ciudadanos nobles que solo buscan el bien común, pero para este señor esto es un defecto si no eres su simpatizante y no te rindes a sus decisiones, entonces eres delincuente, eres despreciable.
A López Obrador le ha dado nuevamente en sus giras por estar señalando a nuestra organización de intermediaria, y vuelve a echa mano de sus repetidos discursos de que acabará con los intermediarios, que los recursos se entregarán en la mano de quien lo requiera. Muy bien, ojalá que lo haga porque en México existen millones de mexicanos que realmente necesitan de hechos no palabras huecas, porque están literalmente muriendo en medio de su pobreza.
Y desde aquí le exigimos que deje de calumniar al Movimiento Antorchista, le decimos claro y fuerte, porque nuestra organización nunca ha sido intermediaria de nada y mucho menos ha manejado recursos de programa alguno. Sin embargo, el señor López ve en Antorcha a una organización muy fuerte y que goza de la simpatía popular, y esto le da mucho coraje, por eso trata de acabar con Antorcha por envidia. Hoy en día ha revivido esos ataques y se aferra a continuar con el desprestigio aprovechándose de los reflectores que como gobierno tiene.
Pero una cosa le debe quedar muy claro a este gobierno, Antorcha no se va a dejar, y como mencionó nuestro dirigente nacional, el ingeniero Aquiles Córdova Morán, mientras quede un antorchista vivo seguiremos defendiendo a nuestra organización que solo ha dedicado su existencia, durante 47 años, a educar a las clases más desprotegidas para que aprendan a exigir lo que por derecho les corresponde.
Nuestra lucha continuará, porque la pobreza va en aumento. Si quieren acabar con Antorcha, primero deben acabar con la pobreza.
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