¿Cómo termina el sexenio de Andrés Manuel López Obrador? Mal, desastrosamente. ¿Por qué? Porque Morena no sabe gobernar. El presidente, o sus asesores, si los tiene (o si les hace caso), han creído que gobernar no tiene ciencia. Que se trata de una labor relativamente simple y que cualquiera puede hacerlo. Ni el presidente de la República ni Morena son izquierdistas; ni el presidente ni Morena tienen los principios marxistas-leninistas. En términos ideológicos, Morena es un batiburrillo, una capirotada de ideas y que agrupa, esencialmente, a un sector de la pequeña burguesía radicalizada en México. En ese sentido, si han tomado como premisa de destrucción de las instituciones, como lo sintetizó López Obrador en aquella famosa frase: “al diablo las instituciones” y luego “no me vengan con que la ley es la ley”, no se debe a que estén aplicando consecuentemente los principios del Manifiesto del Partido Comunista ni que estén poniendo en práctica lo que Marx y Engels llamaron “la dictadura del proletariado”:
Escriben Marx y Engeles en el Manifiesto del Partido Comunista: “el poder organizado de una clase para la opresión de la otra. El proletariado se ve forzado a organizarse como clase para luchar contra la burguesía; la revolución le lleva al Poder; mas tan pronto como desde él, como clase gobernante, derribe por la fuerza el régimen vigente de producción, con éste hará desaparecer las condiciones que determinan el antagonismo de clases, las clases mismas, y, por tanto, su propia soberanía como tal clase.” López Obrador, con Morena, llegó al poder; sin embargo, no ha derribado el régimen vigente de producción, está fundamentalmente igual: los ricos son más ricos y los pobres, son más y cada vez más lacerante es su pobreza.
Se trata, por el contrario, de una dictadura pequeño burguesa, mas no para garantizar el desarrollo del país, sino, más bien, para mantener el poder por mucho tiempo y conservar sus actuales privilegios, es un “quítate tu, para ponerme yo”. Se trata de una clase media baja que con el poder ha pasado a clase media alta o clase alta baja y quieren conservar esos privilegios contemporizando con la burguesía.
La estructura morenista no está preparada ideológicamente, opera por consigna y usa todos los recursos públicos, asunto que otrora condenaban enérgicamente, ahora, como inconsecuentes que son, los utilizan para comprar o amedrentar a los votantes que les garanticen el triunfo electoral; utilizan activistas pagados para hacer la labor política de Morena, disfrazados de “servidores de la nación” (que nos cuestan a los mexicanos 3 mil 259 millones de pesos en nómina, más 50 en “gastos de representación” (EME Equis, 17 enero 2024), para ver el contraste, el presupuesto del PRI es de cerca de 2 mil millones de pesos, es decir, el 61 % de lo que el gobierno destina a los Servidores de la Nación). Ellos son parte importante de los “operadores” de Morena.
Como estrategia, a la oposición le quitaron todas las banderas con las que trabajaba para la gente y con las que conseguía su voluntad electoral, por ejemplo, a los líderes de oposición ahora le restringen el acceso a los programas sociales para que sean sólo los morenistas quienes capitalicen las demandas de la gente; antes, por ejemplo, la Confederación Nacional Campesina (CNC) y otras agrupaciones campesinas, tenían acceso a programas sociales destinados para el campo como el Procampo, el seguro para daños catastróficos, programas de comercialización, etc.; modificaron el Presupuesto de Egresos de la Federación, para que la oposición ya no contara con recursos para competirle al gobierno morenista (si los líderes alguna obra resolvían para sectores vulnerables, ahora nada) y a los ayuntamientos, incluidos los morenistas, les restringieron el presupuesto para que sepan que quien manda es el poder central, federal.
Los morenistas hicieron suyo el mecanismo del uso del dinero en tarjetas o en efectivo, al grado que ahora los morenistas no sólo cuentan con el apoyo de los recursos públicos a su servicios, sino, como dijo un diputado, han naturalizado el uso del recurso en efectivo y, por tanto, no se sabe si es dinero que reparten procede de las arcas gubernamentales o de los oscuros reinos del crimen organizado, lo que sí se sabe es que se usa para comprar votos vía programas o vía el pago directo; también ha salido en la prensa que en este gobierno se ha instituido el huachicol legal y se ha documentado el apoyo al gobierno morenista de ciertos cárteles de la droga, lo cual revela indicios del uso de dinero sucio para la compra de votos.
En caso de que los líderes de oposición no se dobleguen, les persiguen usando la Fiscalía General de la República, las fiscalías de los estados, pero también, la Unidad de Inteligencia Financiera, de esta manera, condicionan a los enemigos y se abren paso con menos dificultades, les aplican la famosa frase de Zhenli Ye Gon: “coperas o cuello”. Para ello Morena cambió el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa y ahora que tengan los jueces del bienestar, podrán sentenciar en contra de estos líderes.
Como puede verse, el verdadero interés de los morenistas no es la construcción de una sociedad más justa y mejor para todos y los ejemplos que a continuación daremos prueban lo contrario; todos los cambios en las leyes y en la forma de gobernar, repito, tienen el propósito de garantizar que Morena conserve el poder como antes lo hacía el PRI.
Ya hemos dicho en estas páginas que Morena ha utilizado el presupuesto de la nación para comprar votos mediante los programas sociales y para desperdiciarlo en obras inútiles que en su imaginario contempla como las grandes obras del sexenio, pero la realidad ya nos demostró que son los monumentos al fracaso morenista. Efectivamente, el aeropuerto de Santa Lucía, hoy Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles; el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas, son obras caras y malas, pues en el primer caso, sigue sin despegar; en el segundo, amerita ser subsidiado por todos los mexicanos y su construcción ameritó un grave deterioro ambiental (después de que dijeron que no tirarían mentirosamente ni un árbol, talaron más de siete millones y afectaron a varios cenotes y vaya usted a saber cuántas piezas originales de la cultura Maya desaparecieron ante la falta de transparencia) y, finalmente, en el tercer caso, la refinería ha sido inaugurada en múltiples ocasiones y es hora que no refina lo que nos prometieron en el sexenio, al cual le quedan unos días de vida.
Como regalo de fin de sexenio (regalo macabro para la nueva presidenta), por instrucciones del ejecutivo, el legislativo, entregado casi por completo a esas instrucciones, es decir, no fungiendo como soberanía sino como oficialía de partes de la presidencia de la república, asestó un terrible golpe al último poder que de los tres funcionaba con independencia: el Poder Judicial.
Para finalizar, la deuda que nos deja este gobierno, con los datos de hacienda, es de 138 millones de pesos por minuto, es decir, 100 mil millones por mes, como dice Mario Di Constanzo, ex secretario de hacienda del gobierno “legítimo” de López Obrador: “quebraron las finanzas públicas”. Como se ve, aunque algunos mexicanos, quienes reciben dinero, podrán estar agradecidos con este gobierno y los ricos también, por enriquecerse más, pero, lo cierto es que la inmensa mayoría de los mexicanos no han mejorado su condición y con ello se demuestra que este gobierno fue un fracaso y que dejó al país destrozado. Sigue haciendo falta la liberación mental de los mexicanos para lograr la liberación total. Para ello el llamado es el de siempre, a unirse y organizarse en el Movimiento Antorchista Nacional, para consolidar la fuerza popular que construya un país más justo y mejor para todos.
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