El modelo económico actual que rige a México (neoliberal) hace que la competitividad entre las empresas sea cada vez más exigente y más sangrienta. Con ella crecen la demanda de trabajos más arduos y excesivos para todos los trabajadores, lo que implica todo tipo de presiones. Ahí está uno de los puntos clave del estrés laboral, trastorno psicosocial que afecta a los individuos y repercute en la productividad de las empresas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), México encabeza la lista con un 75% de estrés en su fuerza laboral, primer puesto por encima de las primeras economías del mundo, como China (73%) o Estados Unidos (59%).
En la última década en nuestro país la ansiedad, el estrés y la depresión se han convertido en padecimientos comunes para los trabajadores de distintas ramas productivas. El desarrollo del capitalismo, la concentración cada vez mayor de los medios de producción, la avaricia de las grandes empresas por enriquecerse cada vez más y los efectos de la globalización, han orillado a las empresas a implementar malas prácticas y procesos organizacionales en los que es claro que se dejó de ver que el actor más importante de las empresas son los trabajadores.
Se estima que 43% de trabajadores con un empleo formal padece estrés a causa de sus tareas laborales, lo que se relaciona con afecciones como la ansiedad, depresión e incluso enfermedades cardiovasculares que pueden llevar a la muerte. El equilibrio en la vida de los mexicanos con respecto a su desempeño laboral, sus relaciones interpersonales y familiares, así como su estado de salud y satisfacción está por debajo de otros lugares.
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) informó que México es el país donde se registran las jornadas laboral más extensas entre las naciones que agrupan a este organismo, pues los mexicanos trabajamos 2 mil 257 horas en promedio, por encima de la media internacional, que es de mil 759. Antes de la emergencia sanitaria por la covid-19, la OMS ya estimaba que en México el 75% de la fuerza laboral padecía estrés. Después de casi dos años de pandemia la realidad no ha cambiado, incluso los daños en la salud mental de los trabajadores se acentuaron aún más debido a la pérdida de empleo, jornadas laborales largas o sobrecargas en su trabajo. Previo a la crisis sanitaria, el 15% de la población de nuestro país experimentaba este padecimiento, esa proporción se elevó al 50% un año después.
El gobierno federal en su intento de subsanar este problema aventó en octubre del 2018 la NOM 035 de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) publicada el día 23 de ese mes en el Diario Oficial de la Federación. La norma pretendía que las casi 5 millones de empresas en el país atiendan problemáticas que derivan en el estrés laboral como acontecimientos traumáticos severos, apoyo social, autoridad laboral, condiciones del centro de trabajo, diagnóstico de seguridad y salud, entorno organizacional favorable, factores de riesgo psicosocial, además de políticas para la prevención de estos.
Sin embargo, las buenas intenciones con la NOM 035 están muy lejos de que se puedan cumplir. En lo que va de la segunda mitad del presente año, los eventos sociales que se han dado en los diferentes sectores laborales con los trabajadores no dan señales positivas de lo antes mencionado. En el pasado mes de septiembre más de tres mil empleados de salud en Oaxaca fueron despedidos injustificadamente con el argumento de carecer de presupuesto para seguir pagándoles el salario, este suceso afecta no solo a todos aquellos empleados que se quedaron sin trabajo, sino también a los hospitales, consultorios y centros de salud donde son atendidos cientos de habitantes de la región.
Otro suceso más reciente es el que se vivió con los trabajadores de la refinería de Dos Bocas, en el estado de Tabasco, donde los manifestantes pedían mejores condiciones laborales y la respuesta que obtuvieron fue la represión y ataque abusivo por parte de la policía estatal y una falsa interpretación por parte del presidente de la República, haciendo alusión a una riña sindical que nunca existió. Así como estas, más situaciones parecidas se viven en el ámbito laboral, esta es la situación de cientos de miles de trabajadores en México que viven en la incertidumbre de que en cualquier momento pueden quedar desempleados o sufrir abusos por los dueños de las empresas en las que laboran.
Es por eso que es necesario cambiar el modelo neoliberal actual por un modelo que realmente vele por los intereses de la clase trabajadora. En una entrevista, el secretario general del Movimiento Antorchista, Ing. Aquiles Córdova Morán, menciona que “el verdadero ataque al neoliberalismo no es el ataque a la corrupción, sino a la concentración de la riqueza en unas cuantas manos, mientras la inmensa mayoría se queda sin lo indispensable para vivir. En EE. UU. y en el mundo se está llamando a las clases gobernantes y a las adineradas a reconocer que fracasó la política neoliberal y a que implementen otra política como la que Antorcha propone; una política que redistribuya la riqueza y que genere al interior del pueblo una verdadera razón para trabajar y producir”.
El modelo que se propone es un modelo para equilibrar la balanza y volver más equitativo el reparto de la riqueza del país, que permita seguir desarrollando las fuerzas productivas y al mismo tiempo darle una mejor calidad de vida a todos los trabajadores y sus familias. Lo que el Movimiento Antorchista propones es: a) cambiar la política fiscal por una política progresiva; b) que se reoriente el gasto social hacia las clases menos favorecidas; c) que se creen empleos para todos y d) que se mejore el salario de los mexicanos. Este es el verdadero cambio que necesita México, un cambio real, tangible y provechoso para todos, no como el que promete y sigue prometiendo López Obrador y su 4T. Unamos fuerzas y luchemos por un México mejor, al cabo de estrés nadie ha muerto, pero de hambre sí.
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