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Entrevista | Historia de las pandemias en Chihuahua

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La entrevista a un historiador

La epidemia de la influenza española llegó a Chihuahua en octubre, aunque algunos aseguran que había empezado en septiembre de 1918.Pero nada más llegar, su manto se extendió por el territorio e hizo víctimas a muchas personas.Las autoridades sanitarias salían de sus trincheras para exhortar a la gente a que se mantuviera encerrada en sus casas, pues el pánico se extendía rápido a lo largo y ancho de la comarca.Cualquier semejanza con la actual pandemia del coronavirus Covid-19 no es mera coincidencia, ni mucho menos, sino que obedece a la dispersión de la población y a las comunicaciones entre unas regiones y otras, entre países, y no sólo en estos tiempos de globalización, sino desde la época de los grandes descubrimientos geográficos y gracias a las redes de intercomunicación naval que se empezaron a establecer entre el mundo conocido desde el siglo XV.

El cronista e historiador chihuahuense Oscar A.Viramontes Olivas, autor de la serie "Crónicas urbanas", accedió a compartir información para poner en un contexto histórico la pandemia que azota al mundo en estos momentos.

Viramontes registra principalmente las tres epidemias de viruela en 1798, 1800 y 1823, y el episodio de influenza española de principios del siglo XX, que fueron los que más devastación y muerte provocaron en Chihuahua.

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LA VIRUELA

Dice el cronista: "De las epidemias que se han presentado en otras épocas en la ciudad y el estado de Chihuahua, comenzaremos con la viruela, cuyos antecedentes provienen del año 1000 a.C.y que en distintas épocas devastarían a poblaciones enteras de seres humanos, llegando a tasas de mortalidad de hasta 30% de los pacientes infectados.No sería sino hasta el siglo XVIII que la sombra mortífera de la viruela cubriría buena parte del territorio europeo, generando pánico y desolación en ciudades, comunidades, donde millones también quedarían desfigurados para siempre".

En Chihuahua, autoridades civiles y eclesiásticas registraron desde su fundación en 1709, miles de testimonios que tienen que ver con los sufrimientos que se vivieron cuando las epidemias se extendían como manto infernal sobre los indefensos pobladores del Chihuahua antiguo."En este 'suelo seco y arenoso' estallarían a fines de la época colonial tres importantes epidemias de viruela que representaron un verdadero apocalipsis para los pobladores, en los años de 1798, 1800 y 1823.En este último año se registró una de las últimas epidemias en el antiguo mineral de Parral.Algunos relatos mencionan que en esta zona, las principales víctimas de la viruela fueron los niños, algunos de los cuales cayeron fulminados por el virus, pero otros que sobrevivieron y, al haber soportado el embate del virus, adquirieron inmunidad natural hacia finales del siglo XIX".

Otros eventos terribles en los que la viruela fue protagonista, se dieron en el antiguo Valle San Bartolomé, hoy Valle de Allende."Ahí, para la primavera de 1763, se produciría el primer brote, herencia de la irracional conquista llevada a cabo por los invasores españoles.La población empezaría a sentir los estragos de la extraña enfermedad; mientras que los pobladores acudían en masa a las iglesias de la región a rogarle a todos los santos y a las vírgenes un 'escudo protector' en contra de la aquella 'maldición' del cielo.Este evento se extendería hasta el siguiente año cuando sus efectos empezarían a disminuir".

Para 1780, un nuevo brote de la enfermedad se daba bajo la forma de síntomas que la gente detectaba previos a la manifestación clínica de la enfermedad, con cuadros de fiebre, malestar general y dolores en el cuerpo, acompañados de fuertes dolores de cabeza, fatiga intensa, dolor de espalda y en algunos casos, vómitos y, días después, la aparición de manchitas rojas y planas en la cara, manos, antebrazos y finalmente, en el tronco.Muchas de esas lesiones se tornaban en ampollas llenas de líquido transparente que luego se convertirían en pus, hasta que al cabo de ocho o nueve días se formarían costras que se caían dejando cicatrices profundas, una huella imborrable.

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LA INFLUENZA ESPAñOLA

La epidemia de la influenza española llegó a Chihuahua en octubre, aunque algunos aseguran que había empezado en septiembre de 1918.Pero nada más llegar, su manto se extendió por el territorio e hizo víctimas a muchas personas.Las autoridades sanitarias salían de sus trincheras para exhortar a la gente a que se mantuviera encerrada en sus casas, pues el pánico se extendía rápido a lo largo y ancho de la comarca.

"Los días trascurrían, y después del primer deceso, otras personas empezaron a sentir algunos síntomas extraños que los obligaron a mantenerse en cama, mientras que los saldos para el mes de octubre eran aterradores, con un multitud de enfermos por la gripe que provocaba una dolencia 'infernal' propagándose de manera muy rápida por la ciudad y más allá, pues la epidemia ya estaba en todo México y en el mundo, convirtiéndose en la primera pandemia del siglo XX".

Era ya considerable el número de personas que se habían visto obligadas a estar en tratamiento a consecuencia de la terrible enfermedad que, no por presentarse con síntomas relativamente benignos, no significaba que se dejaran de aplicar medidas de cuidado para las familias donde se había conocido algún caso de gripa, pues en la generalidad de los casos, se había logrado contrarrestarla con los cuidados y atenciones adecuadas."No faltaba, en efecto, alguno que otro caso donde la influenza se hubiera presentado con sus síntomas, manifestándose en aquellos con un simple resfrío sin importancia, pero que con el paso de las horas se tornaría de pronto en hemorrágico y, en unas cuantas horas más, terminaría con la vida del enfermo.Uno de esos casos fue el primero que se manifestó en la humanidad en la persona de don Canuto Olivas".

Entre las acciones con que se había empezado a trabajar desde el principio por parte de las autoridades del Consejo Superior de Salubridad en Chihuahua, fue cerrar teatros y cines de la ciudad, por ser lugares de notoria aglomeración de personas, propicias para la propagación de enfermedades contagiosas."Salta a la vista que, entre las causas que mayormente influyeron en el incremento de la enfermedad y a su vez a la propagación de los gérmenes morbosos, fue en primer lugar, la falta de limpieza y las condiciones antihigiénicas en que se encontraba la población en general, y a la acumulación de basura por todos los rumbos de la ciudad".

Para entender el factor de la insalubridad, bastaba con dar un ligero paseo por cualquiera de los barrios apartados del centro, como el del Palomar, la Industrial, el Santo Niño, San Nicolás, el Pacífico y otros donde la suciedad generada por los desperdicios y el afloramiento de los drenajes a cielo abierto, causaban un ambiente pestilente y sucio."Pero si hablamos de los barrios, también en las calles céntricas se podía notar la inmensa cantidad de basura que se acumulaba en la vía pública, charcos que despedían aromas insoportables y que convertían la zona en un inmenso foco de infección y, sin duda, en una gran cloaca a cielo abierto que no ayudaba a frenar la gripe.Puedo decir, sin temor a equivocarme, que nunca como en aquel tiempo ha estado la ciudad en tan deplorables condiciones, tales, que la gente se preguntaba: "¿Y las autoridades? ¡Bien, gracias!, pensando en la inmortalidad del cangrejo".

Muchos de los muertos que se recogían, eran llevados en vehículos tirados por bestias a los panteones de la ciudad, como el de La Regla (ya desaparecido y que hoy es el Parque Revolución); el de Nuestra Señora de la Merced (hoy el Parque Urueta); el de San Rafael (el actual Parque Tuto Olmos) y el Central (donde hoy es la sede de la Secretaría de Cultura del Estado).Camino a los cementerios, se observaban procesiones con mujeres de negro llorando por sus muertos y suplicándole al Creador que frenara esa desgracia.

Gracias, Maestro Viramontes, por la relatoría.

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