MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Entre Escila y Caribdis, entre el Covid-19 y la hambruna

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En las colonias de San Quintín la gente no tiene agua, ni siquiera de pipas; en Mexicali la inmobiliaria Provive, consentida de las autoridades de ayer y de hoy, sigue arrojando a la calle de manera ilegal y arbitraria a familias que habitan en fraccionamientos de Infonavit; en Tijuana a punto estuvieron de generarse motines en la búsqueda de una de las despensas que entrega el Gobierno del Estado; cerraron las empresas "no esenciales"; disminuye el ingreso de los que viven en la "economía informal", vendiendo lo que pueden y en donde pueden, pero que ahora encuentran calles y cruceros vacíos, lo mismo ocurre en los "sobre ruedas", cada día con menos puestos y menos compradores. ¿De dónde van a comer los miles de bajacalifornianos que trabajan en restaurantes, hoteles, centros de recreación o que han visto clausurado sus fuentes de trabajo del otro lado"? Nos advierten las autoridades que lo peor de la pandemia está por venir -el doctor López-Gatell dijo que mayo será el mes de mayor propagación del Covid-19 en nuestro país, pero ya la especulación de los productos básicos, la falta de ingresos, la insalubridad y la falta de servicios básicos de siempre están golpeando como nunca a las familias de menores ingresos de México. En efecto, en Ensenada, Rosalino Hernández, líder popular en el decretado sexto municipio emprendió una enérgica campaña de denuncia para que la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Ensenada, abasteciera del vital líquido a las familias de colonias como Paseos de San Quintín y La Michoacana. Pero el caso más grave, sin duda, es el de las familias que en fraccionamientos como Monarcas o ángeles de Puebla amenazan seguir lanzando a la calle, sin ningún sustento legal, Provive y otras inmobiliarias similares que coludidos con los directivos de Infonavit se hicieron aprecios ridículos de viviendas construidas con recursos públicos o con ahorros de los trabajadores.

Son sólo botones de muestra de una realidad lacerante extendida ya por todo el país, pero que se agravará en la medida en que se prolongue la emergencia sanitaria que sufrimos. Necesariamente se agravará en un país en el que "91 millones de personas, de 125 millones, es decir, 73 por ciento, vive en pobreza y 46 millones (37 por ciento de la población) en pobreza extrema. Todos ellos viven al día y para sobrevivir necesitan mantener su flujo de ingresos. El 69 por ciento de las viviendas del país (24 millones) sufren de carencias. De los 35 millones de hogares, 72 por ciento cuenta con uno o dos dormitorios (espacios que se usan para dormir), y 29 por ciento (10 millones) con un único dormitorio. En los 4.8 millones de viviendas que cuentan con un único dormitorio, habitan 19.4 millones de personas hacinadas (tres o más personas en cada dormitorio). En total, en el país viven hacinadas 51.3 millones de personas, 41 por ciento de la población nacional. (Julio Boltvinik, La Jornada 3 de abril).

"Quédate en casa" se nos repite machaconamente en todos los medios, y ante el crecimiento de la pandemia por el mundo entero entendemos la necesidad de hacerlo para evitar al máximo contagios (seguramente a la publicación de estas líneas los casos habrán llegado a millón y medio), pero las imágenes que cantantes, actrices o políticos nos proyectan en sus redes o en la televisión son las personas cómodamente instaladas en casas o departamentos más o menos amplios, muy lejos de las micro-casas de Villas del Prado o Tijuana Progreso, en esta ciudad que hasta el momento presenta la tasa de mortalidad más alta; la operación tan sencilla de lavarse las manos frecuentemente resulta casi imposible para los que no tienen ni agua: "En 2018 solo el 53.6 por ciento de la población en México contó con suministro diario de agua en sus viviendas" publicó el Coneval en Twitter, por lo que concluyó "que 24.7 millones de mexicanos carecen de acceso al agua, por lo que les resulta imposible seguir las recomendaciones de higiene para evitar contagios por el Covid-19". Agua y drenaje, alimento, vivienda suficiente, tantas carencias que de por sí viene sufriendo el pueblo mexicano y que en las actuales condiciones colocan a muchos entre la espada y la pared: o salen a buscar el pan, en medio de un desempleo creciente y una economía cada vez más empequeñecida con lo que muy probablemente se contagien y se sumen a las estadísticas de mortandad por el Covid-19, o tratan de cumplir las recomendaciones sanitarias a riesgo de morir o contraer otros males por el hambre. Así seguirá ahondándose y extendiéndose la pobreza y al término de la pandemia, sin duda, habrá más pobres en México y, además, los pobres serán más pobres. Al pueblo trabajador no le queda otra salida que la misma que le permitió echar abajo las jornadas extenuantes de hasta 14 horas de trabajo diario que sufrió la clase obrera del siglo dieciocho, el camino a seguir es el de la unión y la lucha que lograron el derecho al voto universal y a organizarse y a protestar, como lo estipula nuestra Carta Magna. Así, utilizando estos mecanismos legales y superando las limitaciones de movilidad que nos impone la amenaza viral, debemos de luchar para que el gobierno instrumente un apoyo alimentario integral, un apoyo de emergencia ante la falta de empleos y salarios, un programa para garantizar agua, luz, comunicación y de protección a las fuentes de empleo. De esta crisis tiene que salir fortalecida, mejor coordinada, más templada por las dificultades actuales, la organización y la lucha popular; hoy, como lo planteó el Movimiento Antorchista la única alternativa es la concientización y la organización popular.

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