Desde sus inicios, hace 43 años, el Movimiento Antorchista ha sufrido en carne propia gobiernos indolentes, violencia, cárcel, golpes y asesinatos, resultado de la lucha rapaz de los partidos políticos por obtener el poder y ¿todo para qué? Para beneficiar a sus jefes, para seguir llenando sus bolsillos de dinero del pueblo mexicano, pero Antorcha nunca ha caído en la desesperación, porque los antorchistas sabemos muy bien quiénes son nuestros enemigos: la pobreza, resultado del modelo neoliberal que rige al mundo. Ante todo esto, Antorcha va a cualquier rincón del país donde existe gente que sufre, llora pero que no se "raja", o a dar un mensaje de aliento y de esperanza de que un mejor país es posible, ¿cómo?, por la vía de la organización del pueblo, unidos como un solo hombre.
En la actualidad, la política instrumentada en México y el resto del mundo es de injusticia, desigualdad; y en Tecámac, Estado de México la situación no es diferente, pues la mayoría de la población no cuenta por lo menos con los servicios básicos, es decir, hay pobreza, marginación, hace falta infraestructura educativa, centros de atención a la salud, vivienda, drenaje, agua potable, seguridad...hace falta todo. Pero hay una cosa que podemos destacar en este mar de desolación, la gente decidió organizarse con Antorcha, la gente ya se dio cuenta que para lograr cambiar la situación de pobreza en la que se encuentra, deben organizarse.
Antorcha lo único que busca es la paz social, en donde no haya injusticias, donde la riqueza se reparta equitativamente, donde no haya pobreza. Es por eso que exigimos un cambio de modelo económico, diferente al actual, para que se haga un verdadera justicia social, a eso convoca el antorchismo.
¿A qué le temen los gobernantes insensibles que no velan por los intereses del pueblo, sino que ven en los puestos públicos un botín para enriquecerse? Le temen al cambio del modelo económico que plantea el Movimiento Antorchista y que se resume en cuatro ejes fundamentales: 1) Empleo para todos; 2) salarios dignos a los trabajadores; 3) un gasto social que mejore la calidad de vida del pueblo; 4) una política fiscal equitativa, donde paguen más impuestos los que ganan más y menos, los que perciben menos ingresos.
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